¿Cómo funciona la memoria?
La memoria funciona como una especie de archivador que permite almacenar los recuerdos del pasado. La memoria nos permite retener experiencias pasadas que generalmente se suelen dividir en dos categorías según su alcance:
Memoria a corto plazo: También se le llama memoria primaria o memoria activa. Es la capacidad de mantener en mente una pequeña cantidad de información de forma activa, de forma que tengamos un acceso inmediato a ella si fuese necesario.
La memoria a corto plazo apoya el aprendizaje de nuevo conocimiento, la comprensión del ambiente que nos rodea y ayuda a la resolución de problemas. Ejerce una función importante de coordinación y organización de los flujos de información que nos llegan mediante estímulos externos.
Memoria a largo plazo: También se le llama memoria inactiva o memoria secundaria. Almacena recuerdos por un plazo de tiempo mayor a seis meses sin que se presuponga un límite de capacidad o duración. El acceso a este tipo de información es más lenta que en la memoria activa anteriormente mencionada.
Se distinguen dos tipos de memoria a largo plazo: La memoria declarativa o explicativa y la memoria no declarativa o implícita. La memoria explicativa abarca todo el conocimiento que puede evocarse conscientemente. Es la que puede transmitirse a otro individuo de manera sencilla.
La memoria implícita, como podrás deducir, funciona de manera inconsciente. Maneja información que no se puede transmitir fácilmente. Se aprende inconscientemente de forma involuntaria.
La memoria a corto plazo se puede comparar con la memoria RAM (memoria de acceso aleatorio) del ordenador, en cambio la memoria a largo plazo se puede asemejar al disco duro del mismo.
La memoria RAM es la que se encarga de almacenar distintos datos de forma rápida para realizar la tarea, es decir para hacer los cálculos y más adelante las instrucciones se eliminarán de ella. El disco duro es el que contiene los archivos (que en nuestro caso serían los recuerdos) que permanecen en la memoria a largo plazo.
Biológicamente, la memoria a corto plazo consiste en la potenciación temporal de las conexiones neuronales, que puede llegar a convertirse en memoria a largo plazo por medio de un proceso continuo de repetición.
La información se almacena a través de una codificación semántica, según las investigaciones llevadas a cabo por Alan Baddeley. Algunas teorías consideran al sueño como un factor de gran importancia en la organización y consolidación de los recuerdos de la memoria a largo plazo.
Los expertos aseguran que dormir 8 horas diarias de forma ininterrumpida favorece nuestro organismo, y la memoria en particular. Existen evidencias empíricas de que las personas que ven sus horas de sueño interrumpidas ven su capacidad de memorizar alterada negativamente.
Hay estudios que explican que la cantidad de horas de sueño que se deben tener varía con la edad de la persona. Siendo mayor para los más jóvenes y menor para las personas más mayores. Por ejemplo, lo normal para un recién nacido estaría entre 11 y 13 horas pero para una persona anciana serían 8 horas.
¿Cómo es un cerebro sano?
Los neurólogos sostienen que un cerebro sano es el que sigue funcionando con normalidad a pesar de sufrir el paso de los años. El doctor Pablo Irimia, especialista en Neurología de la Clínica Universidad de Navarra indica:
“Es lógico que con la edad uno pierda ciertas capacidades, pero lo que se pretende es que con el tiempo una persona siga desempeñando sus actividades personales, sociales e incluso laborales.”
Al pasar los 30 años es normal tener algunos despistes, se mina nuestra capacidad de aprendizaje y olvidamos algunos nombres. A los 40 años el proceso de pérdida de capacidades sigue intensificándose y se comienza a ser consciente de que se está perdiendo agilidad mental que anteriormente sí se poseía. A a los 50 es una constatación.
En las universidades podemos encontrar personas de todas las edades y se puede comprobar que, generalmente, las personas más jóvenes son capaces de razonar con mayor agilidad ante los problemas que las personas de una edad superior.
Una alimentación bien equilibrada es fundamental para favorecer un correcto funcionamiento de la salud mental. Como se suele decir ‘Hay mente sana en un cuerpo sano’. También debemos evitar el estrés, descansar adecuadamente y favorecer las conexiones neuronales aprendiendo algo nuevo cada día.
¿Las personas jóvenes también padecen pérdidas de memoria?
“Lo habitual es que los problemas de memoria vengan asociados con el envejecimiento. En edades tempranas puede haber pequeños olvidos que no tengan ninguna relevancia, que estén simplemente asociados al estrés o a la falta de atención”, añade el doctor Pablo Irimia.
Sin embargo, si se trata de un caso preocupante, los neurólogos aseguran que es recomendable asistir a un control médico para asegurar que no existe ninguna anomalía. Algunos de los problemas que pueden causar pérdida de memoria son un déficit de vitaminas o problemas de tiroides.
El doctor Irimia, advierte que si los síntomas persisten, los médicos pueden solicitar “una analítica sanguínea para ver si hay un problema de hipotiroidismo, un déficit de vitamina B12, o de ácido fólico, ya que cuando están muy bajos en la sangre, pueden causar que la actividad de las neuronas no sea la adecuada”.
Se realizó un estudio en ‘Australian Nation University’ a personas mayores que tomaron vitamina B12 y suplementos de ácido fólico durante 2 años. Se pudo comprobar que los resultados que obtuvieron en los tests de memoria a corto y largo plazo eran superiores a los que no habían tomado estas vitaminas.
Las vitaminas reducen los niveles corporales de la homocistenia, una molécula que está vinculada con las enfermedades cardiovasculares y una pobre función cognitiva. La idea de reducir la presencia de esta molécula en nuestro cuerpo podría reducir el riesgo cardiovascular y aumentar el rendimiento mental.
¿Por qué viajar estimula el cerebro y previene la pérdida de memoria?
Si el lugar al que vas posee una lengua distinta a tu lengua nativa puedes practicar tus conocimientos de un idioma extranjero, o en caso de no conocerlo buscar una forma creativa de comunicación, probablemente mediante signos corporales. Esto estimulará tu cerebro, lo que es muy positivo.
Al viajar estaremos en un lugar distinto al que normalmente frecuentamos, por lo que es muy probable que no conozcamos con certeza la ubicación de los distintos lugares. Al intentar orientarnos o buscar la localización de distintos emplazamientos estaremos estimulando nuestro cerebro.
Degustar distintos tipos de comida, gastronomía local popular del lugar al que visitamos, puede resultar positivo ya que estamos experimentando una sensación nueva. Esto desencadena una serie de estímulos en el cerebro.
En algunos lugares las personas actúan de forma distinta de lo que estamos habituados en nuestro hábitat habitual. Relacionarnos con este tipo de personas puede abrir nuestra forma de ver el mundo y beneficiaros de manera significativa.
El simple hecho de llevar a cabo unos planes distintos a los que normalmente tenemos establecidos servirá como estímulo al cerebro. Escapar de la rutina, hacer cosas nuevas siempre nos vendrá bien.
“Todas estas cuestiones generan respuestas positivas en nuestro cerebro, son mecanismos que se activan cuando vivimos una situación parecida, para que no vuelva a ocurrir”, afirma el neurólogo Pablo Irimia.
Para los niños pequeños tener la oportunidad de descubrir otras culturas y viajar puede ser muy beneficioso. Esto es así porque viajar ayuda a los niños a desarrollar su personalidad y abren su mente a formas distintas de vida.
Los viajes además son una buena forma de conocernos mejor a nosotros mismos. Nos hace más libres y nos ayuda a disminuir nuestro estrés. Son muy útiles para las personas que presentan problemas de dependencia emocional.
Viajar puede hacer que desarrollemos una mentalidad más independiente y la capacidad de poder vivir de una forma más autónoma. Las personas que sufren un apego excesivo a la opinión de otras personas tienden a sentirse tristes.
Si en lugar de realizar un viaje, la situación es de tener que emigrar a otros país por motivos de trabajo u otros también puede afectar positivamente ya que entraña un mayor nivel de dificultad que permanecer en la tierra natal, lo que estimula nuestro cerebro.
Las neuronas se regeneran e incluso se forman otras nuevas
De acuerdo con diversos neurólogos, muchas investigaciones han dado a conocer que por medio del aprendizaje adquirido al viajar, las neuronas se regeneran mientras se comunican entre sí mediante conexiones llamadas sinapsis. El doctor Manuel Moltó, vocal de la Sociedad Española de Neurología señala:
“El cerebro va cambiando a lo largo de la vida, lo que se conoce como neuroplasticidad. Las neuronas pueden crear conexiones nuevas, incluso se pueden formar nuevas neuronas. Y hay tres elementos clave para hacerlo: enfrentar a nuestro cerebro a la novedad, la variedad y el desafío. Y viajar cumple con los tres”
El doctor Irimia explica:
“También depende de si la persona es intelectualmente activa por lo que si un individuo a lo largo de su vida tiene muchas inquietudes y lee, estudia, o disfruta al viajar, su cerebro será más sano.”
Para los expertos, la mejor forma de conseguir una experiencia enriquecedora al viajar es relacionarse con personas de otras culturas y adaptarse. De esta forma, el cerebro se enfrenta a lo novedoso, y este camino hacia el aprendizaje funciona “como un entrenamiento acelerado”, explica el doctor Manuel Moltó.
¿Es positivo viajar para las personas con Alzheimer?
El Alzheimer es una de las enfermedades más duras conocidas hasta la fecha. El enfermo va perdiendo sus recuerdos, llegando incluso a olvidar quién es realmente. El enfermo aumenta su dependencia con el paso del tiempo hasta que llega el punto en el que tiene una dependencia absoluta.
Viajar puede ser estimulante para las personas con esta enfermedad, lo que podría hacer que la pérdida de memoria disminuya la velocidad de deterioro. Los enfermos necesitan relacionarse con los demás y estimular su mente, siempre y cuando existan unas condiciones de seguridad.
A pesar de que un viaje puede ser muy positivo para las personas con esta enfermedad se debe valorar si es viable. Hay personas que están en un nivel de enfermedad muy avanzada para las que podría no ser deseable realizar un viaje.
¿Existen otras formas de estimular el cerebro sin viajar?
La respuesta es sí, aquí puedes encontrar una lista con algunos consejos que puedes seguir si quieres conservar un cerebro sano:
- Hacer cosas nuevas: Hacer cosas nuevas estimula nuestro cerebro, por ello es bueno, como se mencionó anteriormente salir algunas veces de la rutina que tenemos establecida.
- Realizar ejercicio físico: Es muy positivo, ya que no solo estimula el cerebro sino que reduce los síntomas de depresión, ansiedad, mejora tu autoestima y retrasa la degeneración neuronal.
- Entrenar la memoria: Realizar ejercicios de memoria o intentar recordar una serie de datos puede ser estimulante para la memoria. Además de hacer que ésta mejore reduce el riesgo de padecer enfermedades relacionadas con la memoria.
- Comer saludable: Una correcta alimentación no sólo favorece que estemos mejor físicamente, sino también mentalmente. Es esencial tener una dieta equilibrada, sin carencias en alimentos esenciales.
- Leer un libro: Algo tan simple como leer un libro hace que nuestra mente se estimule lo que además de reportar un efecto positivo a nuestro cerebro puede hacernos aprender cosas nuevas.
- Dormir bien: Como se ha mencionado anteriormente, dormir bien es un elemento esencial. Se deben dormir 8 horas, de forma ininterrumpida, ya que de lo contrario nuestra memoria se podría resentir.
En conclusión, la memoria se ve afectada por el paso de los años pero al viajar podemos estimula el cerebro en muchos sentidos, lo que resulta muy beneficioso para nuestra memoria. Si lo acompañamos con una buena alimentación, deporte y las horas de sueño adecuadas podremos conservar nuestras facultades mentales a pesar el envejecimiento.