Premio Nobel de Literatura en 1976, fue autor de un amplio y coherente discurso poético -hímnico, cósmico, telúrico, imaginativo-, que evolucionó al hilo de cada una de las tendencias literarias que abordó sin hacerse nunca moda, y que fue fiel a una honda personalidad. Puede ser considerado maestro de las diversas generaciones que se sucedieron a partir de la guerra civil.
La destrucción o el amor es, junto con Poeta en Nueva York de Federico García Lorca, Sobre los ángeles de Rafael Alberti, y Donde habite el olvido de Luis Cernuda (todos ellos poetas de la Generación del 27), una alta cumbre de la poesía surrealista. Otros títulos suyos como Sombra del Paraíso o Historia del corazón son fundamentales para entender la variedad y riqueza de registros de su voz, una voz panteísta que invocaba a la comunión con la naturaleza, una voz exaltada por la fuerza amorosa en toda su plenitud, en definitiva, una de las poesías de mayor brillantez expresiva de las letras españolas.