¿Víctima del destino?

Por Ktikaa @XKRedes

Por Fabián Motta en Animal Espiritual

La personalidad no es algo que venga “dado” desde el nacimiento, sino que se va construyendo con el correr de la vida. Intervienen en su formación la disposición biológica (lo hormonal, lo endocrinológico, lo neurológico) y todos aquellos cuadros médicos que tienen de alguna manera repercusión psicológica. La prehistoria e historia individual (relación de los padres con los abuelos, carácter de buscado o no buscado del embarazo, lugar que ocupa el sujeto en la estructura familiar, motivo de la elección del nombre, expectativas del grupo sobre el nuevo integrante y otras tantas variantes).Y las sucesivas situaciones de vida, en las que pueden aparecer factores accidentales (traumas desencadenantes de alguna patología).
Esta conformación no agota todo aquello que caracteriza a una persona. A esto habría que agregarle la posición que el propio sujeto tiene respecto de lo que le fue dado. Uno no es meramente lo que le pasa, lo que recibe o lo que vivió, sino lo que hace con todo este material.
• Yo no tengo nada que ver con esto que me pasa, sino que me limito a ser un objeto pasivo víctima del destino o del otro y esa es la respuesta tras la cual no queda espacio para ninguna pregunta. Solo se trata de padecer.
• O yo tengo conciencia de que intervengo en la generación de la circunstancia o del problema, de modo que las cosas podrían ser diferentes si actuase de otra manera, sólo que ignoro cuál es el punto en que perdí el comando de la situación.
En la medida que no hay un psiquismo acabado, se puede afirmar que éste nunca tiene una conformación definitiva, estando siempre abierto a cambios, estancamientos, evoluciones y en algunas ocasiones a involuciones.
Los mismos problemas desfilan en sucesivas experiencias como si estuviesen actuando una pieza de teatro con un guión rígidamente preestablecido. Increíblemente y a pesar de la voluntad de no volver a reiterar ciertas situaciones sorprenden las mismas conductas y reacciones en relación a un individuo o a la pareja.
Una terapia efectiva se fundamenta en la medida que se pueda asumir que la repetición está en relación a una causa que queda siempre fuera de consideración por ignorada. Aproximarse a esta verdad intima es el camino para salir del trance.