Pero por extraño que pueda parecer, las puertas no se le abrieron. Las bellas actrices miraban a otros y las hijas de los profesores buscaban otros mundos. Mas tarde, Elisabeth aseguraría que todos los que le conocieron habían insistido en que era un brillante correjador.
Pero el hecho es que no tenía exito.
Era demasiado serio, demasiado irónico o ambas cosas a la vez?
¿O acaso esperaba demasiado de un mundo burgués que no daba más de lo que tenía?