Valioso y valiente, este libro de Maria Campbell.
Valioso, porque es testimonio de una vida que representa a muchas y retrata ampliamente un paisaje devastador en la historia del colonialismo. Valiente, porque quien escribe lo hace con una gran sinceridad. Así estamos ante un libro que relata una vida silenciosa y silenciada de muchos.
La historia de este testimonio se repite lamentablemente como una pesadilla en todas partes y no se da a conocer como se debe en justicia. La autora lo sabe, y sabe que la voluntad de documentarla conlleva honradez si se quiere auténtica. Y no hay duda de que recordar una vida extremadamente difícil es liberador, pero también es un proceso doloroso. Y es valiente porque revela pasajes íntimos personales no siempre cómodos de compartir cuando quien escribe en primera persona es la protagonista de la vida que relata.
Consciente de los sufrimientos y la injusticia a los que están sometidas las comunidades indias y mestizas de los territorios colonizados, Maria Campbell (1940, Saskatchewan, Canadá), de ascendencia escocesa, francesa e indígena, quiso dedicar su vida a la causa de darlos a conocer y reivindicar la cultura y los derechos ninguneados de la comunidad aborigen. Los fundamentos de esta voluntad los puso Campbell escribiendo este libro, que, publicado en 1973 en la lengua original, se convirtió en clave para la literatura indígena canadiense.
La autora, que tiene treinta y tres años en el momento en que comienza a escribir el libro, nos habla de su vida desde donde alcanza su memoria de la infancia. Su familia, numerosa como tantas otras de su entorno, es feliz a pesar de las enormes dificultades que tiene que afrontar para sobrevivir. María, la mayor de los ocho hermanos, tiene doce años cuando su madre muere después del último parto (había tenido previamente tres abortos en tres años). Esta circunstancia determinará definitivamente la existencia de Maria, que a partir de ese momento irá a la deriva.
La pobreza, que seguirá aumentando gradualmente, es una constante que determinará el destino de la familia, sin ninguna esperanza de salir adelante, y que hará la existencia más insoportable para una mujer, expuesta aún más a la violencia. La miseria, causa de todos los males, sumada a la ignorancia de la justicia blanca hacia los indios y los mestizos, es una combinación explosiva que desata una catarata de males que azotará a estas comunidades: persecución, discriminación y exclusión, burlas, prejuicios, acoso escolar, amenaza de desgarro familiar por parte de los servicios sociales, alcoholismo, drogas, violencia, violación. Todo ello una amalgama de adversidades fatales provocadas, que equivale a un genocidio por parte de las autoridades coloniales.
Frente a este muro insalvable se abre, como un momento milagroso, una tenue luz cuando parecen cuajar algunos movimientos de asociacionismo político de los excluidos para defender sus derechos. Sin embargo, esta esperanza se desvanece antes de consolidarse.
Pero la escritura de Campbell no destila ni un ápice de melodrama; su narrativa es lúcida y despojada de lamentaciones inútiles. Quien escribe sabe que lo necesario son la tenacidad y la lucha feroz, apuntando al objetivo claro para revertir, o al menos enderezar, una situación que parece imposible de cambiar. Porque Maria Campbell salió a flote a pesar de todo. La influencia ejercida sobre ella por la bisabuela Cheechum, una mujer sabia a la que la autora se sentía muy unida por su clarividencia, fuerza y consejo, probablemente la ayudó. La bisabuela, que vivió con la familia hasta poco después de la muerte de la madre, representó para ella un modelo a seguir.
Maria Campbell se convirtió en una activista en defensa de los derechos de los pueblos indígenas y mestizos y fue y es un punto de referencia para los jóvenes artistas y creadores canadienses. Autora de historias para niños métis (grupo étnico de Canadá, resultante de la mezcla de europeos con los nativos americanos de las Primeras Naciones), traductora de narrativa oral en cree (lengua nativa americana con el mayor número de hablantes en Canadá) al inglés, ha recuperado la historia y las tradiciones métis como investigadora en las universidades de Saskatchewan, Manitoba y Alberta. Autora de otros libros y obras de teatro, participa activamente en audiovisuales y programas de radio como guionista o dando voz en lengua cree.
El libro también ha sido publicado en catalán por el sello Club Editor, en traducción de Marta Marín-Dòmine.
Maria Campbell
Traducción de Magdalena Palmer
Editorial Tránsito, 2020, 256 págs.
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