VIH-SIDA: la gran red social

Por Psipositivo @Psi_Positivo

Desde hace tres décadas el SIDA se infiltra cruelmente  en los encuentros sexuales a través de una red social mucho más extensa que Facebook o Twitter. Promover conductas responsables, informar a la población y terminar con la exclusión social de las personas que sufren la enfermedad, resulta de vital importancia.

El 1 de Diciembre, es importante recordar a la gente que el VIH continúa propagándose en todo el mundo. De este modo, hablamos de redes sociales de transmisión: Juan tiene el VIH pero es ignorante de su suerte, ya que no tiene síntomas todavía y ni siquiera piensa que es portador del virus ¿acaso es él un drogadicto? De este modo, tiene relaciones sexuales sin preservativo con dos chicas: Silvia y Magda. Éstas, a su vez, durante los meses siguientes tienes diferentes parejas sexuales: Fede, Guillem, Marcos y Pascual.

Así, aunque Juan, Silvia o Guillem, a priori pueda parecer que son personas totalmente sanas, es posible que hayan contraído el VIH y no lo sospechen hasta que los síntomas se hagan evidentes un tiempo después. De ello podemos deducir que El SIDA no es sólo cosa de “yonkis,  prostitutas y homosexuales”. Aunque cuando se habla de éstos colectivos se les identifique con grupos de riesgo, en realidad se tiene que hablar de conductas de riesgo, ya que toda persona que no se “cuide” y pase por alto conductas responsables, está expuesto a ello. Por conductas responsables nos referimos a usar el preservativo como método de barrera para evitar el contagio, tanto en las relaciones con penetración anal, vaginal como en las prácticas orales.

Para quien no lo sepa, el SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) es la enfermedad provocada por la infección del VIH (virus de la inmunodeficiencia humana) que debilita lenta y progresivamente el sistema inmunitario cuando entra en el organismo del individuo. Al perder la capacidad de defensa, el cuerpo no puede reaccionar ante cualquier infección oportunista que se le presente, constituyendo así una enfermedad crónica y que, si no se atiende, puede ser potencialmente mortal. Aunque el virus se puede transmitir a través de la sangre o de madre a hijo – en el útero, durante el parto o mediante la lactancia- , el 80% de las infecciones se producen por vía sexual.

Aunque se piense que esto sólo ocurre en África, nada más lejos  de la realidad. El SIDA sigue estando presente en Occidente. De hecho, sólo en España se estima que hay de 120.000 a 150.000 personas infectadas con el VIH. Por eso, adelantándonos al Día Mundial de la Acción contra el SIDA, el presente post comparte el espíritu y el mismo propósito de cada 1 de Diciembre: Recordar que vivimos todavía en un tiempo en el que el virus continúa propagándose, dejando a su paso miles de historias difíciles de contar.

Hablamos de estimaciones, puesto que no es posible realizar un recuento exacto. El diagnóstico tardío por la demora en la aparición de los síntomas, así como el estigma social que supone esta enfermedad, hacen difícil contar los casos de forma estricta. En cualquier caso, detrás de cada número encontramos a las personas que sufren la enfermedad en su piel cada día. Y es que además de las secuelas físicas, hay algo que causa tremendo dolor: la etiqueta asociada a la enfermedad que lleva a la soledad, al abandono y a la exclusión social.

Recuerdo que estando en la universidad, organicé una charla sobre el SIDA invitando a personas de la asociación AVACOS (Asociación Valenciana Contra el Sida), para que nos contasen su experiencia con la enfermedad. Con ello se pretendía acercar la realidad al colectivo estudiantil.  De esas historias, lo impactante fue el relato sentido y amargo de cómo la red social de estas personas fue destejiéndose inmediatamente después del diagnóstico y revelación de la enfermedad. La familia y los amigos fueron alejándose de ellos por miedo al contagio, constituyendo así un virus más letal que el propio VIH, el virus de la ignorancia y de la intolerancia social.

Éste es otro de los propósitos: Acabar con la desinformación y la exclusión social. En ocasiones, una insuficiente o inadecuada información puede derivar en una serie de mitos y de creencias erróneas a cerca del SIDA que producen intolerancia hacia las personas que padecen la enfermedad. Y esto es comprensible puesto que la ignorancia y el miedo pueden hacer que se adopten conductas de evitación y que por tanto la gente intente alejarse de esas personas consideradas sin más, focos de infección.

Como decían Master y Johnson (investigadores de la sexualidad humana y protagonistas de la serie Master of Sex) el SIDA engloba muchos de los miedos humanos más recurrentes: el miedo a lo desconocido, a la muerte, a la incapacidad, al sexo, a la sangre, al abandono y a la soledad. Esto hizo que en la segunda década de la enfermedad, se generara una evidente alarma social abanderada por coloristas campañas sociales para el uso del preservativo, fundamentalmente.

No obstante, con los avances en los fármacos antirretrovirales y los recortes en las ayudas para las campañas de prevención y para las Asociaciones accionistas contra el SIDA, han hecho que se “baje la guardia” o se reduzca esta alerta ante esta realidad en la población.

El antivirus más potente, es la capacidad y actitud personal para tomar decisiones responsables acerca de la propia salud sexual. El lema “PÓNTELO, PÓNSELO” no ha pasado de moda, puesto que seguimos viviendo en los tiempos del SIDA.

Esperanza Gil. Psicóloga y sexóloga – consultas@psicologiaenpositivovalencia.com