A continuación llegó un tema nuevo del que no dijo el nombre, y lo hizo Villanueva explorando nuevas intenciones cuando nos dijo eso de: "vamos a dejarnos ya de tristezas, y vamos a ser positivos", para a renglón seguido cantarnos: "me mordió un león, adónde supuestamente hemos llegado"; y ahí se rompe la canción con unos teclados que argumentan nuevos ritmos anclados en un pop-rock épico con matices psicodélicos adornados con un buen final. Con Septiembreasistimos a la versión más jazzie de Villanueva, aderezada en esta ocasión con un swing que deriva en un delirium tremens muy psicodélico a medio camino entre el bop más subterráneo y el rap más descompasado. Bombas nucleares le sirve a Villanueva para empezar felicitando a Elisa González, presente en la sala y prima del batería del grupo. Buen acople de los instrumentos desde un principio, en este hit que reivindica esos medios tiempos intensos, que se traducen en realidades que buscan el mundo de los sueños como la mejor de las promesas posibles para buscar el amor. Con Suya sube de nuevo el ritmo y nos subimos a la ola de adrenalina que Villanueva nos propone. Ahora las guitarras toman el mando y nos guían por territorios profundos de notas desgarradoras: "lo enseñas todo y no me dices nada... no me dices nada". Al llegar Inevitable, punto y final del concierto, seguimos en alta fidelidad, y donde las ruedas nos desplazan sobre autovías plenas de un ritmo que no se desgasta. El ímpetu de la coordenadas rítmicas sigue ahí: "la culpa siempre es de la lluvia", y golpe a golpe de la guitarra, y riff a riff de las cuerdas, y punteo tras punteo sobre el mástil, seguimos la melodía tan hipnotizados, que pensamos que hemos cogido la ruta 66 y avanzamos por ella entre flores y mentiras, a la vez que la reivindicación de los medios tiempos plenos de intensidad se hacen fuertes sobre el escenario.
Ángel Silvelo Gabriel.