Vinos del macizo del Garraf

Por Jgomezp24
No hay más que fijarse con atención en los mapas para comprender que la comarca y el macizo del Garraf son una realidad física a diferenciar del resto de comarcas que forman la DO Penedès. Su más importante falla separa, al norte, el macizo de la depresión en la que se asienta el Alt Penedès. Y la depresión que conforman los depósitos de aluvión cuaternarios de Ribes, Vilanova i la Geltrú y Sitges, marca su suroeste y lo separa del Baix Penedès. Las costas del Garraf, de roca permeable y dominadas por la maquia mediterránea, situan su noreste. El resto es Mediterráneo: agua, sal y brisa. Húmeda salinidad y brisas conducidas a través de un complejo entramado de dolinas que van desde el nivel del mar hasta los casi 700 metros; tierras que van desde la puramente calcárea del Cretácico inferior hasta la mezcla de la calcárea con los depósitos de aluvión y arcillas del Cuaternario; hidrografía reducida a lo puramente torrencial; pluviometría que no supera de media los 550 mm; más de 300 días de sol al año y una temperatura media de 16,6ºC (con medias máximas, en la costa -en el interior son más extremas- de 30ºC y mínimas de 3ºC), son las características fundamentales del territorio. Los municipios de Avinyonet del Penedès, Olesa de Bonesvalls, Olivella, Olèrdola, Begues, Sant Pere de Ribes y Sitges son los más significativos en viñedos plantados, bodegas establecidas y producción de vino en la zona.
Hace bien poco la asociación Viticultors del Massís del Garraf hizo una presentación de sus bodegas y vinos en Sitges. Sólo faltó una de las de la asociación (Torre del Veguer falló a última hora), pero hay que decir que hay otras bodegas en el territorio que no forman parte de este grupo. Así pues, y en honor a la transparencia, tengo que decir que me pude hacer una idea de lo que produce la zona, pero no una idea completa. Las bodegas presentes, además y como es bien lógico, hicieron una selección de sus vinos. Y no todas fueron con todo. Algunas de las variedades autóctonas, en este sentido, brillaron por su ausencia. Mientras que otras destacaron poderosamente. En este sentido, una mínima coordinación entre bodegas hubiera sido deseable. En mi opinión, y creo que ése es el objetivo fundamental de la asociación, no se trataba sólo de un acto promocional o social. Se trataba, también, de un acto en el que se lanzaba una pregunta a la que los asistentes podían contestar: ¿hay razones que apoyen la creación de una subzona, dentro de la DO Penedès, que agrupe de forma relevante los vinos que se producen en el macizo del Garraf?
Ellos creen que sí, por supuesto, pero yo salí, a partir de lo que pude probar, con una duda razonable. Y sigo en ella. Intentaré explicarme. Si lo que se persigue es marcar distancias con la DO Penedès, lo tienen sencillo y la respuesta llegaría rápido. Sí, hay razones para una subzona Garraf dentro de la DO Penedès. Porque yo soy de los que piensa que la DO Penedès es un totum reuolutum fruto de una larga historia de aluvión,  de una multitud de terrenos distintos, de un alud de intereses y de bodegas completamente diversas y de una variedad de uvas tintas y blancas que tienen, todavía, un complejo encaje con la idiosincrasia del territorio. Yo soy de los que no entiende a la DO Penedès en el sentido de que no sé qué es la DO Penedès ni cómo se significa, hoy, más allá del colectivo comercial. Comparto, ahora mismo, el esfuerzo que hace la DO por convertir a la xarel.lo en su emblema varietal, pero el camino que queda por recorrer es tan largo...¿Y qué pasa con las variedades tintas, con la sumoll? En este sentido, el Garraf tiene la ventaja de un territorio y unas características más claramente definidas por la propia naturaleza. Pero eso no basta para mí. Si la respuesta a esa pregunta tiene que ser en positivo, necesito ver y beber más y otras cosas. No me basta con entender (muy loable y respetable, por otra parte) que se trata de una operación más de promoción. Yo vivo (entre otras cosas...) para beber, conocer y entender vinos pero no como de ellos. Ello me permite decir lo que pienso, con todo el respeto hacia el trabajo de las personas, pero sin callar lo que veo.
Y lo que veo y bebo, en la muestra a la que asisto, es que esa diferenciación de terruños, de orografía, de lluvia y de insolación, de orientaciones y de altitudes no tiene una traducción más que muy menor en los vinos y en las bodegas. Creo que si se quiere avanzar seriamente en el concepto de subzona, la mayor diferenciación posible no tiene que venir del esfuerzo comercial, sino del vitivinícola: de qué uvas se trabajan, de cómo se trabajan y de qué vinos se hacen para ofrecer lo que yo, por lo menos, buscaba en esa presentación: terruño y especificidad dentro de una botella. De eso encontré poco. Algunas cosas, por ejemplo, me gustaron mucho pero no termino de ver su relación con el Garraf, más allá de que se hagan en él. De Finca Valldosera, me pareció interesante, atractivo, resultón, agradable en aromas y en boca, su cava (¿DO Cava?)  Subirat Parent. Monovarietal de esta uva (la subirat, a veces subirats o sobirà también), es un espumoso único, pero no me dice nada del Garraf, sinó de otras cosas. De Can Ràfols dels Caus otro ejemplo: me encantó su Cava Rosat Gran Reserva, monovarietal de pinot noir. Sé dónde está el viñedo pero cuando bebo este vino, no pienso en cuanto he descrito al principio del Garraf. Probé otras muchas cosas que todavía me llamaron menos la atención, hablando ya sólo de vinos, sin pensar en el Garraf. Y, finalmente, encontré algunas cosas que me dejaron con la duda como respuesta. Si no hubiera sido por estos pocos vinos que ahora comentaré, ni duda me hubiera quedado: no hace falta subzona Garraf en la DO Penedès porque lo que se hace aquí sufre de los mismos males que la DO entera: un totum reuolutum que ha perdido sus orígenes y no tiene un criterio definido para orientar su futuro.
Algunos vinos me hicieron pensar, en efecto, que sí hay tierras y uvas que han sido cultivadas, vinificadas y embotelladas para devolverte, precisamente, a su lugar de origen a través de aromas y sabores. El Garraf. El ejemplo más obvio se hace con una variedad de la zona, la malvasía de Sitges. Es la Malvasía de Sitges seca (la seca, ¿eh?, no la dulce) que se hace en el Hospital de Sant Joan Baptista de Sitges. Este tipo de malvasía no deja de ser un vino oxidado, fermentado y envejecido en viejas botas de castaño, que recuerda profundamente la salinidad y características organolépticas de un gran oloroso seco. Pero con malvasía de Sitges...Esos aires de pan de higo y frutos secos tostados, ese leve acetaldehído, ese aire salino (aquí suavemente matizado por los terpenos de esa uva), esa sequedad de mar y de madera en boca. Un gran vino, sí, que se produce sólo en la zona del Garraf. Con la misma uva se hace otro vino que me pareció muy interesante: el Vi Escumós Dolç de Malvasía de la bodega Vega de Ribes, de los hermanos Bartra. Espumoso realizado con el método ancestral (también llamado rural en Francia y en Gaillac, Gaillacoise), con 60 gr/L de azúcar residual, es un vino zalamero de leve burbuja pero con cierta astringencia, de 10,5% de alcohol y para tomar con cualquier tipo de postre dulce y, por supuesto, como aperitivo o con hígado. La Malvasía de Sitges Sasserra (vinificada en seco) 2006 de los Bartra me pareció, incluso, superior a la 2005. Es un vino que, por sí mismo, podría ya justificar la respuesta positiva a la pregunta de hoy. La otra variedad en la que encontré tipicidad es, con todo, la reina del Penedès, no sólo del Garraf...pero la xarel.lo de la zona, ahí está.  Los Bartra ofrecen aquí, un producto excepcional y, creo, único también: su Ancestral Xarel.lo 2008. Otro espumoso hecho con el método ancestral, 12,5% y ciertos aires de sequedad, salinidad y un poco de almendra verde. Un todo terreno gastronómico. También me gustó mucho el Xarel.lo Valldolina Ecològic 2011 de Valldolina Viticultors i Elaboradors, un xarel.lo de viña vieja de Olesa que sólo conoce el acero, una pequeña maceración prefermentativa y, tras la fermentación, tres meses con las lías finas. Fresco, cítrico, con estructura. Y la paradoja final: un vino que necesita paciencia tras abrir la botella, horas y horas y, con seguridad más años de botella, me dio también el perfil de lo que es, para mí, el Garraf. Profundidad, estructura, sequedad y cierto frescor al mismo tiempo, aromas de maquia, hierbaluisa, un punto cítrico, frutos secos. Mediterráneo. Se trata de El Rocallís 2007, de Can Ràfols dels Caus. Será un gran vino. Del Garraf.  Con incroccio Manzoni plantado en 1988...
La tierra donde se plantan las cepas acaba imprimiendo su carácter. Las personas que recogen sus uvas, con las decisiones que toman y, cada vez más, con las que no toman, también. Mantengo mi duda razonable  sobre la pregunta que se formuló en Sitges, pero sé que hay ya un camino hecho y sé que queda todavía un buen tramo por recorrer. Será apasionante seguir, conocer y beber a quienes lo están transitando.
La foto superior pertenece a la galería de apocalipshit.