Virginia Woolf: la escritura en constante batalla con la enfermedad mental

Publicado el 16 diciembre 2014 por Vintagebyl_l @VintageByL_L

De la mano de la actriz Nicole Kidman, el cine nos acercó hace años la compleja figura de una mujer adelantada a su época: la británica Virginia Woolf (1882-1941). Novelista, ensayista, editora y activa feminista, fue también una de las figuras más representativas del Londres literario de comienzos del siglo XX. En la actualidad, está considerada una de las escritoras de mayor calidad técnica de esa época y una de las más innovadoras.

Criada en el seno de una familia bien educada y relacionada con el mundo cultural, a Virginia Woolf le debemos la conocida frase: “Una mujer debe tener dinero y una habitación propia si va a escribir ficción”. A pesar de su origen acomodado, la vida de la autora de Orlando no fue precisamente fácil, ya que estuvo marcada desde la juventud por la enfermedad mental. La muerte de sus progenitores, especialmente la de su padre, que era también un hombre muy cultivado, marcó el comienzo de unas crisis nerviosas y una depresión que acompañarían a la escritora de por vida, conduciéndola al suicidio años después.

Virginia Woolf sufrió siempre un trastorno bipolar, pero la rígida moral de la época impedía que incluso en sus textos autobiográficos hablase claramente de estos episodios mentales. Sin embargo, tuvo la fortaleza necesaria para que la enfermedad no le impidiera renunciar a su vocación literaria. Solo su decisión de suicidarse acabó con una brillante trayectoria, una carrera de la que no se puede excluir a su esposo, Leonard Woolf –Virginia se apellidaba Stephen de soltera y tomó el apellido de su marido–. Economista y escritor, y miembro como ella del conocido grupo Bloomsbury, se casó con él a los treinta años y siempre compartieron una gran afinidad. Juntos fundaron una editorial que publicó, entre otros, a autores como Sigmund Freud o T.S. Eliot.

En 1941, con Europa en plena contienda, Virginia Woolf se suicidó lanzándose al río Ouse. En su emotiva carta de despedida demostró la lealtad a su marido, a quien le decía: “Tú me has dado la máxima felicidad posible. Has sido en todos los sentidos todo lo que cualquiera podría ser. Creo que dos personas no pueden ser más felices hasta que vino esta terrible enfermedad. No puedo luchar más (…). Si alguien podía haberme salvado habrías sido tú. Todo lo he perdido excepto la certeza de tu bondad. No puedo seguir arruinando tu vida durante más tiempo. No creo que dos personas pudieran ser más felices que lo que hemos sido tú y yo”.

A pesar de su importante actividad literaria y de su presencia en el mundo cultural, tras su muerte la obra de Virginia Woolf se difuminó hasta que en los años setenta el movimiento feminista rescató sus ideas inconformistas sobre la situación de la mujer en un mundo dominado por los hombres. Fue en ese momento cuando resurgió la obra de la que hoy es considerada una de las grandes novelistas en lengua inglesa. Comprometida con su tiempo y con otras personas que, como ella, adoraban la palabra escrita, Virginia Woolf es todo un ejemplo de superación y nos legó una interesante obra en la que ficción y  ensayo están a la altura en calidad.

Artículo escrito por @Esther Ginés

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