Es la fuerza de la naturaleza a la que siempre recurrimos cuando es necesario para escapar de la civilización y del mundo moderno, que cada vez nos aprisiona más. Últimamente siento la necesidad de volver a los orígenes, de llevar una vida simple. El despojarme de las cosas innecesarias; el cocinar con ingredientes naturales; el llevar la naturaleza y el minimalismo al día a día en una pequeña ciudad. Lo sé. Me encanta el movimiento slow life, la tradición, el pasado. Quizá por eso me hice historiadora, para poder estar más cerca de nuestros ancestros. A día de hoy, lo siento con mucha fuerza. Por eso, ahora más que nunca me gusta recordar aquellos momentos en los que voy a Sant Llorenç de Morunys, el pueblo de mi padre, de mis abuelos, de mis bisabuelos... De donde procede la mitad de mi familia y donde pasé una infancia maravillosa. Y porque, además, es un lugar precioso.
Una de las excursiones que hicimos el verano pasado fue a la sierra de Busa, desde donde, como podéis ver, se contempla una extraordinaria panorámica de toda la vall de Lord, la sierra de Ensija, el Port del Comte, el Cadí, el Pedraforca, Sant Llorenç de Morunys, Guixers y el Santuari de Lord. Estas montañas del prepirineo están situadas a 1500 metros de altitud y tienen su propia historia. Fueron protagonistas de la guerra del Francés, ese enfrentamiento bélico entre España y Francia que tuvo lugar entre los años 1808 y 1814. Aquí había una atalaya que sólo era accesible a través de un puente de madera, y por eso se usó como prisión. Este promontorio, conocido como el Capolatell, era ideal: una vez llevaban a los prisioneros, retiraban la rampa y quedaban totalmente aislados. A su alrededor sólo había peñascos, sin escapatoria posible.
Ubicación geográfica
Visita: 08/2016
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