Viviendo en el país del "No Hay"

Por Mavele

Recién hoy me he percatado que llevo mas de 3 meses sin publicar nada en este blog, fácilmente podría sentarme frente al teclado para escribir una receta con fotos bonitas y recomendar a mis lectores que lo prueben intentando hacer creer a todos que mi vida (y la vida en mi país) es color rosa y que aquí no pasa nada.
Pero no sería justo.
La verdad es que vivir en Venezuela se ha vuelto extenuante desde cualquier punto de vista. Ya cansa salir a diario a buscar lo que se supone debe ser un producto de la cesta básica, cansa ver que la gente hace cola durante horas para comprar papel de baño o harina de maíz, cansa no poder conseguir pollo o carne cuando la requiero y no solo cuando la consigo de vez en cuando, cansa salir a cualquier ferretería o farmacia y ver los estantes vacíos, regresar a casa con las manos vacías o dedicar todo un fin de semana a recorrer todos los locales a ver si la pego.
No soy analista político ni tampoco pretendo serlo, así que solo puedo describir como me afecta a mi y a mi familia cercana la crisis que estamos viviendo desde hace tiempo y que si no fuera porque es mi vida de clasemediaburguesaescualida(quesecrioenunbarriopobredeloestedelaciudad) casi me daría risa de lo puro absurdo:
  • El ascensor de mi edificio lleva al menos un mes a oscuras porque no se consiguen los bombillos fluorescentes que requiere. 
  • La panadería cercana a mi casa cerró en diciembre y no volvió a abrir mas nunca.
  • Mi carro lleva en el taller 3 semanas porque se daño un módulo cuyo reemplazo no se consigue, el mecánico lo mando a reparar a ver si se puede. 
  • En la ventana superior del apartamento hemos colocado papel bond en lugar de persianas porque cuestan alrededor de 35 meses de salario mínimo.
  • Estuve paseando al menos dos semanas de una clínica a otra tratando de hacerme una radiografía y una resonancia magnética porque el acetato donde las hacen estaba agotado.
  • El repuesto que lleva el filtro de agua no se consigue, así que ahora tomo agua con sabor a hierro y apariencia opalescente.
  • Tuve que arrendar el pequeño estudio donde hacia mis fotos para poder pagar el condominio de mi apartamento (con mi sueldo de ingeniero no me alcanza).
  • El ultimo mercado que hice (que no tenia ni carne, ni pollo, ni pescado, ni leche, ni azúcar, ni harina, ni papel toilet, ni café, ni servilletas, ni limpiador liquido -porque ninguno de esos productos lo había) costó el 75% de mi sueldo quincenal (y eso que solo somos dos en casa)
Afortunadamente no hay nadie enfermo en mi familia, conozco casos de enfermos del corazón que están tomando una dosis menor de la indicada para  rendir el medicamento. Tampoco tenemos niños pequeños y solo puedo imaginar la frustración de los padres al no conseguir ni leche para el tetero.
Contrariamente a lo que se piensa, Venezuela no es un país rico, es un país endeudado hasta el tuétano, con un aparato productivo reducido a su mínima expresión y sumido en una profunda crisis política, económica y social, donde reina la incompetencia, la impunidad y la corrupción y es incapaz de tomar las decisiones correctas para salir de este atolladero. Mi país está dividido y enfermo, y a ratos me parece que no tiene cura (en especial hoy, que siento el humo de lacrimógenas mientras escribo estas pistoladas).
Así pues, hoy no es un buen día para publicar recetas, aunque si es cierto lo que dicen que las crisis son oportunidades, a lo mejor consigo la manera de que una pastelera como yo encuentre la forma de hacer un postre sin azúcar, leche (en ninguna de sus formas) harina, mantequilla ni aceite. Todo un éxito para los que estén a dieta.