VIVIR SIN CULPA Muchas veces nos preguntamos cómo hacer para librarnos de un sentimiento de culpa. Sabemos que éste aparece cuando tomamos consciencia de haber cometido errores. También sabemos que el sentimiento de culpa no nos ayuda a mejorar, pues no es cuando nos arrepentimos que compensamos nuestros actos negativos, sino cuando practicamos actos de una cualidad diferente. En realidad, el sentimiento de culpa produce la pérdida de una energía que podría canalizarse evolutivamente, tal vez hasta para reparar lo cometido. Pero, ¿qué hacer para evitar que ese sentimiento tan desvitalizador se instale en nuestro ser? El primer paso para librarnos de la culpa es comprender mejor la causa de nuestros errores. En general, lo hacemos por ignorancia. Erramos por desconocer las leyes superiores de la existencia, por estar habituados a leyes más inmediatas y materiales. Cuando desconocemos las leyes evolutivas superiores, nuestra responsabilidad por los errores es sólo parcial, pues únicamente cuando comenzamos a salir de la ignorancia podemos actuar de acuerdo con leyes más profundas y universales. La responsabilidad es proporcional al desenvolvimiento de la consciencia. No debemos, pues, culparnos por algo que no podríamos haber hecho de otra forma. Por el contrario, reconocer un error cometido indica un nuevo despertar en la consciencia, y debemos sentir alegría por eso. El segundo paso es equilibrar nuestras faltas con acciones opuestas. Si tomamos consciencia de que aunque nuestro comportamiento normal pueda encuadrarse dentro de las leyes de la convivencia social, que no siempre obedece a leyes como la del Amor-Sabiduría, probablemente reconocemos que hacemos cosas indebidas. Si nos disponemos a equilibrar nuestras faltas, esas mismas leyes superiores nos brindarán la oportunidada. Sólo nos cabe reconocerla y, esta vez, actuar de otra manera. La persona inteligente y decidida a acertar no necesita caer en la trampa del sentimiento de culpa. Ella puede canalizar su energía hacia acciones positivas, y así compensar efectivamente lo que haya hecho. Y, gracias a la situación moral incómoda en que se encuentra, puede sintonizarse con las leyes superiores, no comprendida por la mayoría. Una de ellas es la Ley del Amor-Sabiduría, a la que ya nos referimos. Rige la práctica del amor universal, que lleva a un equilibrio abarcador, y no de un amor humano. Por tener en cuenta sólo a criaturas o situaciones aisladas, considerándolas separadas del Todo, el amor humano termina aprisionándonos en vez de liberarnos. Otra de esas leyes es la de la Purificación, que si observamos bien actúa en consonancia con la Ley del Amor-Sabiduría. Fuente: Oportunidades de Crecimiento, de Trigueirinho
VIVIR SIN CULPA Muchas veces nos preguntamos cómo hacer para librarnos de un sentimiento de culpa. Sabemos que éste aparece cuando tomamos consciencia de haber cometido errores. También sabemos que el sentimiento de culpa no nos ayuda a mejorar, pues no es cuando nos arrepentimos que compensamos nuestros actos negativos, sino cuando practicamos actos de una cualidad diferente. En realidad, el sentimiento de culpa produce la pérdida de una energía que podría canalizarse evolutivamente, tal vez hasta para reparar lo cometido. Pero, ¿qué hacer para evitar que ese sentimiento tan desvitalizador se instale en nuestro ser? El primer paso para librarnos de la culpa es comprender mejor la causa de nuestros errores. En general, lo hacemos por ignorancia. Erramos por desconocer las leyes superiores de la existencia, por estar habituados a leyes más inmediatas y materiales. Cuando desconocemos las leyes evolutivas superiores, nuestra responsabilidad por los errores es sólo parcial, pues únicamente cuando comenzamos a salir de la ignorancia podemos actuar de acuerdo con leyes más profundas y universales. La responsabilidad es proporcional al desenvolvimiento de la consciencia. No debemos, pues, culparnos por algo que no podríamos haber hecho de otra forma. Por el contrario, reconocer un error cometido indica un nuevo despertar en la consciencia, y debemos sentir alegría por eso. El segundo paso es equilibrar nuestras faltas con acciones opuestas. Si tomamos consciencia de que aunque nuestro comportamiento normal pueda encuadrarse dentro de las leyes de la convivencia social, que no siempre obedece a leyes como la del Amor-Sabiduría, probablemente reconocemos que hacemos cosas indebidas. Si nos disponemos a equilibrar nuestras faltas, esas mismas leyes superiores nos brindarán la oportunidada. Sólo nos cabe reconocerla y, esta vez, actuar de otra manera. La persona inteligente y decidida a acertar no necesita caer en la trampa del sentimiento de culpa. Ella puede canalizar su energía hacia acciones positivas, y así compensar efectivamente lo que haya hecho. Y, gracias a la situación moral incómoda en que se encuentra, puede sintonizarse con las leyes superiores, no comprendida por la mayoría. Una de ellas es la Ley del Amor-Sabiduría, a la que ya nos referimos. Rige la práctica del amor universal, que lleva a un equilibrio abarcador, y no de un amor humano. Por tener en cuenta sólo a criaturas o situaciones aisladas, considerándolas separadas del Todo, el amor humano termina aprisionándonos en vez de liberarnos. Otra de esas leyes es la de la Purificación, que si observamos bien actúa en consonancia con la Ley del Amor-Sabiduría. Fuente: Oportunidades de Crecimiento, de Trigueirinho