Vivir sin prisas

Por Nell

Vivir sin prisas

El movimiento slow es una filosofía de vida que nos llama a ralentizar el ritmo y gozar con lo que hacemos.

El movimiento slow down (ir más despacio) surge en contraposición a la cultura de la rapidez.

Se trata de una actitud ante la vida que sustituye la prisa, el ser más rápido o el primero, por la placidez de vivir despacio, a tu ritmo.

El movimiento slow cambia la ambición de “tener” cosas por la de “ser” y disfrutar de la vida.

Aplicado al ámbito laboral, no se trata de trabajar menos, sino de hacerlo con menos estrés y más satisfacción, creatividad e incluso productividad.

Algunos consejos para poner en práctica el slowing son:

  • Comienza el día sin prisas. Basta con levantarse un cuarto de hora antes, no es tanto y solo es cuestión de acostumbrarse, para tener tiempo de tomar un buen desayuno en un ambiente de tranquilidad que permita ir despertándose poco a poco. Un pequeño homenaje para empezar el día con buen pie.
  • Ve andando al trabajo o, al menos, sal del metro o baja del autobús dos paradas antes para  hacer el resto del recorrido a pie. Disfruta del paseo.
  • Mantén a lo largo de todo el día la actitud de no acelerarte, incluso en situaciones de crisis. Ya sabes: Vísteme despacio, que tengo prisa”. Las pequeñas pausas pueden ayudarte: tómate un descanso de diez o quince minutos cada hora y media; y sigue la máxima de no hacer más de una cosa a la vez: “Despacito y buena letra”.
  • Come fuera del despacho. Evita las prisas y hablar de trabajo; elige alimentos sanos y disfrútalos en un ambiente de relax. Si te es posible, come en un parque de vez en cuando.
  • Practica el sano hábito de la siesta. Una ligera cabezada de quince minutos es suficiente para relajarte, refrescar la mente y afrontar el resto de la jornada con mejor disposición.
  • Por la tarde, cuando llegues a casa, tomate un rato para meditar, respirar profundamente o darte un baño relajante, o si lo prefieres haz un poco de ejercicio.
  • Al  tomarnos la vida sin prisas, aunque nos parezca una paradoja, se logra hacer las mismas cosas, o más, que si vamos estresados todo el día, además de hacer esas cosas con más eficiencia.
  • Además de todo eso, disfrutamos más de la vida, nos fijamos en las  pequeñas cosas, que nos pasan desapercibidas si vamos con prisa, vivimos más en el presente, y somos capaces de notar el suave calor del sol en la cara.
  • No nos escudemos en el que  “tengo muchas cosas que hacer”,  y pensemos que el día  tiene las horas que tiene, y lo que no podamos hacer hoy ya lo haremos mañana, que vivir esta vida no se trata de estar corriendo un maratón.