Madre mía. Si parece que fue ayer.
Pero no. La última vez fue en noviembre.
Como el otro día, cuando me encontré con esa compañera en la oficina. Juraría que la había visto hace poco en el ascensor. Pero tampoco. “He estado seis años en Sevilla. No te veía desde entonces. He tenido dos hijos”. “Ah. Pues yo estaba aquí. Y he tenido tres…Estás igual…O mejor.”
Me ha costado un buen rato desbloquear la contraseña. Y ahora, ¿cómo se hacía?
Qué raro todo otra vez.
Como cuando me quedo sola en casa un rato y hay silencio y no sé qué hacer. Me pongo a recoger o pongo una lavadora. He perdido la costumbre. Ya no sé tumbarme en el sofá como antes.
Ya no sé ni cómo escribir. Y eso que sólo han sido unos meses.
Hace años que no hago un tiramisú. Con lo rico que me salía. A mis amigos les encantaba. Antes yo leía libros en francés. Cómo me gustaba. En alguna foto he visto que he viajado a algún país exótico. ¿O lo he soñado? Solía salir. Ver series. Hubo un tiempo en el que pasaba ratos sin hacer nada.
Se acabó. No puede ser. Tengo que cambiar. Volver a empezar. Recuperar el tiempo perdido.
Bueno, poco a poco. Voy a publicar estas líneas. Y si paso por el supermercado, compro mascarpone.