Nunca olvidaré la primera impresión, aterrizar entre edificios; mi asombro o quizás mi miedo de poder ver a personas asomadas a las ventanas desde mi ventanilla del avión a quienes casi podía tocar.
Salir del aeropuerto y aturdirme por los interminables ríos de personas que fluían a mi alrededor, todos mirándome con sus ojos rasgados, quizás tan asombrados como yo. Con el paso de los días, me comentaban que les atraía mis grandes ojos.
Maravillada una vez más de los espectaculares rascacielos que emergían desde el asfalto, edificios tras edificios juntos, iluminados con carteles amontonados con luces de todos los colores.
Pero cada detalle, cada lugar para mí significó una experiencia única, un viaje para recordar, para no olvidar. Aún veo las antiguas fotografías y observo en ellas el smog que cubría el cielo.
Y mi viaje, mi aventura, comenzó en el Hotel Mandarin Oriental, un símbolo tan famoso como la ciudad misma, con una ubicación céntrica que me permitió pasear por sus calles, sus comercios, sus restaurantes. Me gusta recordar cómo entonces, mi modernísima cámara de fotos japonesa, me permitía realizar mis primeros "selfies" además de poner la fecha en la impresión de las fotografías.
Lógicamente me llamó la atención los restaurantes locales y los puestos callejeros, verdaderos escaparates de la cultura culinaria china en los que en los que colgaban “animales” lacados o en modo “brocheta”, sobre todo patos.
Los aromas que impregnaba cada calle, cada rincón, cada lugar a las barbacoas “Char Siu”, carne de cerdo asada marinada previamente con azúcar o miel, vino de arroz, especias y colorante rojo tan habitual en los asados orientales.
¿Cómo olvidar el Douhua es un postre popular, servido con jengibre dulce o jarabe claro?.
Hong Kong es un auténtico paraíso para los amantes de comer mariscos. Desde la Dinastía Qing, Hong Kong ha sido un lugar de pescadores, que con el paso de los siglos ha llegado a ser uno de lo más importantes puertos del mundo, conectando los negocios e importaciones entre los países occidentales y orientales. Toda, prácticamente toda la mercancía que distribuía mi empresa, recalaba en sus muelles, donde nuestro “Delegado” desde las oficinas que tuve la oportunidad de visitar controlaba con precisión y profesionalidad. Porque no he de olvidar que mi motivo del viaje, no sólo me permitió hacer turismo, también trabajo......Orient Watches quedaban una vez más grabados en mi vida.
Wonton literalmente significa tragarse las nubes. La masa de wantan ya se encuentra en cualquier supermercado oriental, es una finísima capa de harina de trigo muy suave que por dentro generalmente suelen rellenarlo de carne e incluso de mariscos.
En ésta ocasión la carne que he elegido ha sido de ternera y cerdo….le he dado forma de “barquito” y fritos es un aperitivo que vuela en mi mesa. WANTON FRITO DE TERNERA Y CERDO
INGREDIENTES:
150 grms. de carne picada (mitad cerdo, mitad ternera), tres cucharadas soperas de aceite de sésamo, dos cucharadas soperas de salsa de soja, una cucharada sopera de vino blanco, un trozo mediano de cebolla blanca dulce finamente picada, una cucharada de maicena, pimienta recién molida, tres cucharadas soperas de agua y sal. Y aceite de oliva para freir.
LOS PASOS A SEGUIR:
En una sartén echar el aceite de sésamo, agregar la cebolla picada y cuando comience a clarear incorporar la carne picada. Remover bien a fin de que se vaya friendo uniformemente, echar la maicena y mezclar bien, dejar hacer durante unos minutos.
Añadir el vino blanco y la soja, el agua, salpimentar al gusto y remover bien hasta que se haya evaporado todo el liquido. Reservar.
Coger una masa para wanton apoyándola en una mano, poner una cucharada de la carne picada en el centro, mojar todo el borde con un poco de agua (a veces suelo pintarlo con huevo batido).