"Después de la carrera en Budapest, de repente tuve fiebre y tuve que regresar al hospital. Tuve que descansar porque las heridas se habían inflamado", explica, sabedor de que su baja supuso la suspensión de una reunión entre jefes de equipo programada en Londres.
Las lesiones y contratiempos no merman las fuerzas del austríaco, que este año capitanea una escudería que marcha a todo ritmo hacia un más que probable bicampeonato del mundo.
Sin embargo, en las últimas semanas la Fórmula 1 ha hablado mucho de su pérdida progresiva de audiencia televisiva y asistencia en los circuitos. Esta problemática fue especialmente preocupante en Hockenheim, cuyas gradas presentaron un aspecto muy pobre.
Wolff ha estallado al llegar al parón veraniego para defender la Fórmula 1. "Sólo porque las gradas de Hockenheim estuvieran vacías no significa que el deporte sea malo. No puedo soportar las críticas sobre la Fórmula 1. Son equivocadas, simplemente".
"En los últimos 20 años no hemos tenido muchos adelantamientos. Tenemos a Alonso haciendo brillantes actuaciones con Ferrari y la duda de si Kimi Räikkönen debería seguir o no. Tenemos a Red Bull y Sebastian Vettel luchando desesperadamente por volver a ganar cuatro títulos mundiales y, por supuesto, tenemos a nuestros dos pilotos luchando con libertad por el Campeonato. No necesitamos una revolución, pero sí una evolución".