Despedida que no cesa es una nueva muestra de una elegía narrativa ante la pérdida de la vida en plena adolescencia; un tiempo donde el cuerpo y la mente están en plan formación, y si bien es verdad que Wolfgang Hermann la afronta con valentía, no acaba de dejarnos ese poso de lo imprescindible cuando la acabas de leer. La frialdad o el mimetismo anti lírico determinan tal aseveración, si bien es cierto que, cuando el autor se aproxima a la auténtica elegía poética, nos hace percibir la intensidad de las sensaciones que una pérdida de este tipo producen en nuestro interior, e incluso nos da un poco de luz dentro de un interior marchito y apagado: «Los záparas, una tribu indígena del Amazonas, se sientan al fuego antes de la salida del sol y se cuentan sus sueños. Sólo entonces puede comenzar el día. Si los sueños son buenos deciden ir de caza. Los záparas eran antes cien mil. Hoy quedan doscientos. Su antiquísimo idioma lo hablan cinco adultos.
Los záparas sueñan su vida antes de vivirla. ¿Será por eso por lo que están a punto de extinguirse en este mundo sin sueños.» En esas coordenadas, donde los sueños se imponen a la realidad, es donde Wolfgang Hermann sitúa su Despedida que no cesa para superar la pérdida del hijo…, y también de la vida.
Ángel Silvelo Gabriel.