Queda lejos aquella cosita pequeña, desmadejada, hasta arriba de mocos, parecida a un trapo, sin sujetar su cabeza y lo que era peor, que daba la impresión de que no fuera a sujetarla nunca. Tan blandita, tan caliente, tan tierna, tan indefensa.
Pues... al final sujeta la cabeza, camina sin problemas, corre como un gamo, hace vida normal junto con sus hermanas, amigas y compañeras de colegio.
Pasa el tiempo y aumentan las preocupaciones, porque ya no tenemos un bebe dependiente, nos enfrentamos a una niña que se esta haciendo mayor y que plantea exigencias, como salir sola, elegir su ropa, peinado, ocio. En una palabra, quiere ser dueña de su día a día.
Y seamos realistas, aunque parezca lo mismo no lo es. Aunque queramos igualdad, no es posible. Teresa ya baja sola a la calle (es un espacio cerrado) con sus amigos. Todos la conocen y ella conoce a todos.
Se la anima a ser independiente en todos los aspectos de su vida, pero no nos vamos a poner una venda en los ojos, detrás de toda esa valentía hay una dependencia mas o menos pequeña, sutil, pero real.
Si soy sincera, no quiero que mi niña crezca, es mucho mas cómodo así, la prefiero pequeña, dócil, manejable, maravillosa. No quiero que se haga mayor, porque se que van a aumentar las preocupaciones. Y los miedos.
¿Como hago para dejarla volar?. ¿Como me preparo para el futuro?