El pasado 28 de junio cerré la escuela-taller de arte en la que llevaba trabajando tres años. Quiero escribir sobre ello y, ya puesta en harina, no sé cómo enfocarlo.
No puedo sino agradecerles de todo corazón su implicación.
Han sido tres años (siempre mido los años en cursos) estupendos. He disfrutado mucho trabajando allí, de todo, quizá más de los talleres infantiles, ya que era la actividad principal de la escuela (el 70% del alumnado "fijo" tenía entre los 5 y los 10 años de edad), pero también de los proyectos plásticos de los adultos, y de los talleres intensivos de cuentacuentos.
De otra manera, ha sido fantástico disfrutar como alumna en los pequeños talleres impartidos por otros profes, como los de construcción de títeres, clown, commedia dell'arte, expresión corporal, impro...
Y gestionar todo aquello.
Llevo desde junio planteándome escribir sobre el cierre de la escuela. Sobre un espacio para la creación que se pierde... Sobre lo emocionante que ha sido la despedida... Sobre todo lo que ha ocurrido allí durante estos tres años... Y en lugar de escribir sobre todas esas cosas, lo único que me sale es ¿y ahora qué?.
Me gustaría continuar con el proyecto educativo de Creamundos. No sé cómo lo haré.
No quiero escribir las ideas que me bullen en la cabeza, porque tampoco sé si voy a poder sacar adelante alguna de ellas. Simplemente os aseguro que ya os contaré.