Y bajó a los Infiernos

Por Lasnuevemusas @semanario9musas
Los lugares más oscuros del infierno están reservados para aquellos que mantienen su neutralidad en épocas de crisis moral.
Dante Alighieri

En cada una de las religiones y mitologías se habla de tres estados en donde el ser humano habita, trasciende o se disuelve, estos tres lugares, se entrelazan con tres de los cinco alientos que forman al ser humano, es decir, aquellos en donde el alma, según se ha entendido, pagará por sus actos o bien recibirá la gloria.

Estos lugares han sido llamados Paraíso, Purgatorio e Infierno, y se han representado en obras literarias, pictóricas, y musicales, como la opereta en cuatro actos Orfeo en los infiernos - Orphée aux enfers- de Jacques Offenbach, las cuales han embellecido el arte, dejando de lado el sentido místico y religioso.

La idea o el concepto del infierno como se entiende actualmente, se relaciona con un lugar de castigo, de pecado, donde el hombre y la mujer pagan penitencias por sus actos, fortaleciendo la doctrina y creencia antigua, la cual predicaba que en este lugar van todos aquellos que no pertenecían al cristianismo, sin embargo, esta percepción creada por hombres de poder, no tiene relación con el sentido y mensaje profundo escrito en las religiones.

El infierno es llamado, Sheol, Inframundo, Xilbaba, Yahannam, Cehennem, Dzehennem, Hades, Tártaro, Helheim, Gehena o Gai ben Hinnom, por mencionar algunos nombres otorgados por diferentes culturas a otro proceso de la existencia, porque la Muerte en la antigüedad religiosa, no significa destrucción ni un lugar de castigo, simplemente es el siguiente paso que tiene la existencia, porque, el ser humano seguía el siguiente proceso:

creado a partir de la nada, de la energía oscura; engendrado a partir de la separación de los tres alientos, desarrollando los siete lenguajes a través de la expansión - contracción de los átomos convirtiendo la energía oscura en materia al contraerse y expandirse surgiendo la existencia, la cual da sentido al espíritu, al alma y al cuerpo por medio de la creación del tiempo y del espacio, puntos centrales que se desarrollan a partir del libre albedrío otorgado por el primer cuestionamiento, por la primera pregunta que D/os le hace al ser humano.[1]

Retomemos de manera breve el Libro del Génesis para entender. D/os al crear la Creación, divide la energía oscura en energía masculina, colocando en su creación la fuerza, los instintos y la decisión, sin embargo, percibe que falta algo, entonces de la misma energía oscura expande la energía femenina, y hace que habiten en su creación las Sensaciones, la Belleza, la Palabra y la Sabiduría, para que unidas ambas energías ofrecieran la dualidad que lleva toda Unidad para mantener el equilibrio.

Es decir, existen, sin ser, viven en la gracia donde todo al existir no tiene necesidad de saber que se es. Sin embargo, dentro de este equilibrio evoluciona un Yo que percibe a un Tú. Pero, este yo se ve a sí mismo y al otro no como unidad sino como entes separados, por lo que, al separar la unidad, fragmenta la existencia, es decir, la saca de la Eternidad, provocando que una parte penetre en el Tiempo y en el Espacio, surgiendo la vida.[2]

De esta manera, la vida se percibe dentro, pero fuera de la Eternidad. Esto provoca que, al haberse separado, pierda la gracia, simplemente porque ha dejado de verse como una sola energía, ahora, se percibe desnuda de oscuridad, sólo ve luz, y angustiada trata de esconderse de ese instante donde el Todo se ha separado de la Nada, el Tiempo se ha alejado de la eternidad, y la oscuridad se ha contraído de la luz, ahora se ha extraviado de sí mismo.[3]

Entonces D/os le pregunta, ¿Dónde estás?, y es en este cuestionamiento dónde el ser humano toma conciencia de sí mismo, percibiendo que al perder la nada, ha dañado su equilibrio y que ahora en este todo no sabe dónde está, ni de dónde viene, ni hacia dónde va, ha perdido el Paraíso.

Es a través de esta pregunta, a la que más tarde se le comprenderá como Purgatorio donde D/os le entrega al ser humano la conciencia, el libre albedrío y la razón, para que busque en su interior, no las respuestas sino las preguntas correctas que lo retornen a su Unidad, con la ayuda del Cuerpo-Palabra y del Espíritu-Silencio, para que juntos Escuchen a este Yo que es el Alma, Mente, Luzbell, es decir, esa portadora de luz, como lo dice su nombre quien también se convierte en el Satán o adversario el cual nos aleja de reencontrarnos.

Aunado a ello, es importante comprender que el ser humano se forma de tres alientos, los cuales tienen la siguiente relación:

Nefesh Ruaj Neshama

Cuerpo Alma Espíritu

Palabra Escucha Silencio

Desarrollándose así la Triada fundamental en el desarrollo de la simbología mística religiosa, y a la cual le pertenecen los tres siguientes estadios:

Infierno Purgatorio Paraíso

relacionados a su vez con los tres niveles de la fe, llamada por los judíos Emuna y por los musulmanes iman, y así mismo con las tres preguntas fundamentales

¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy?

De esta manera, se comprende, como lo explica el Concilio Vaticano II, que el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso no son lugares sino estados pertenecientes a las etapas del ser humano, así, el Paraíso se convierte en el nivel más alto de la espiritualidad, donde todo es Oscuridad y Silencio, sede del Espíritu, donde el Aliento llamado Neshama comprende la relación femenino-masculina existente en el ser humano, ya que la neshama se contrae en el cerebro, hemisferio derecho e izquierdo, en ella anida la sabiduría, en el cerebro todo debe ser Silencio porque ahí se engendra la contemplación, y la pregunta ¿a dónde voy?, es respondida por medio del nivel superior de la fe la cual se entrelaza con la pregunta ¿qué quiere el creador de mí?, es decir, el Paraíso toma sentido cuando entiendo que cada acontecimiento es una misión de vida predispuesta para acrecentarme en sabiduría.

El nivel intermedio está relacionado con el Ruaj y la Escucha, ahí se expande la mente, la razón, aquí vive el alma, en este nivel el propio ser humano se pone a prueba, a través de la pregunta ¿de dónde vengo?, esto significa que con cada acto y pensamiento me pongo a prueba, subo de nivel espiritual o bajo, es el nivel del Conocimiento, en este punto me encuentro entre la sabiduría y la ignorancia, en él, la Escucha será fundamental para entender el nivel intermedio de la fe, el cual dicta que todo es para bien, así quien viva bajo ese precepto, eliminará de su vida, culpas, dolor, espera, insatisfacción, rencor, enojo, frustración, en este nivel intermedio el yo cada día se pone a prueba, es el nivel donde reside Pandora, donde los males que han escapado de la caja y la esperanza que ha quedado adentro pueden ser entendidos para bien; aquí toma sentido el Purgatorio, aquí es donde el alma lleva a la persona a cuestionarse, a caer para detenerse y reflexionar, aquí la persona busca ser escuchada y se escucha al platicar con un sacerdote, guía espiritual, amigo, psicólogo, es la etapa purgatorial porque la persona se Escucha, y trabaja en sí mismo y con su prójimo.

Por último está el Nefesh, es decir, el aliento del Cuerpo, donde residen las emociones, las sensaciones, las pasiones, aquí cohabita la Palabra, es el estado donde el Hombre vive en la ignorancia de sí mismo y por ende de todo a su alrededor, en este aliento surge la pregunta ¿quién soy?, bajo el precepto de la fe que dicta Jaka Hashem Rotse, así el creador lo quiere, es decir, no entiendo por qué me pasa esto, no sé quién soy, pero así es, llevando a la persona a avanzar, sin embargo, aquí se hace presente el Infierno, al renegar de los acontecimientos, al buscar explicaciones, cuando la persona se siente víctima de D/os o del universo, al culpar a D/os o a los demás, cuando la frustración, el enojo, la ira, la soberbia ganan, dando paso al más grande de los pecados que es la asedia, mal llamada pereza, porque este pecado se refiere a la pereza espiritual, a esa sensación de tristeza que me sumerge en el Yo, haciéndome centro de mí mismo, evitándome evolucionar.

El Infierno es ese estado donde la persona ya no avanza, donde la depresión lo lleva a hacerse daño, a encerrarse, a no crecer, a conformarse, a no preguntar, a olvidarse que todo tiene una razón de ser, el Infierno se relaciona con el Nefesh Met, con la muerte espiritual, siendo el gran símbolo Lázaro.

Lázaro, es un Nefesh Met, un muerto espiritual, alguien quien ya no le encontraba sentido a su vida, que había muerto para sí mismo, no un muerto físico, de ahí el significado de los tres días que tarda Jesús en ir a verlo, de ahí, sus palabras, Dejen que los muertos entierren a sus muertos y ustedes preocúpense por los muertos en vida, por eso, cuando Jesús habla con él, cuando le ofrece el Paraíso de su Silencio y lo Escucha, Lázaro pasa por una etapa purgatorial y resucita.

Este viaje al Infierno, se describe no sólo en los Libros Sagrados, sino en diversos personajes mitológicos, por ejemplo, encontramos a Cerbero, el perro de las tres cabezas quien vigila la puerta del Inframundo, comprendiendo que estás tres cabezas corresponden a los tres estadios a los cuales el ser humano debe de enfrentarse ante sí mismo, su Cuerpo, su Alma, su Espíritu, a través de su Palabra, su Escucha y su Silencio.

Por otra parte, está Perséfone, raptada por Hades, y quien a través del pacto realizado por su madre Deméter consigue salir del inframundo cada seis meses, como una manifestación del proceso de la vida; Orfeo es otro personaje que viaja al inframundo por amor, para rescatar a su esposa quien ha muerto, de manera parecida a Lázaro, con la diferencia de que Lázaro tiene fe y Orfeo duda y voltea, provocando la muerte; Ulises/Odiseo baja buscando a Tiresias para conocer una Verdad; Heracles debe domar al perro de las tres cabezas, es decir, dominarse en totalidad.

Por otra parte, en el budismo, sikismo e hinduismo, en donde el infierno es llamado Naraka, se habla de que todos los seres humanos debemos pasar por este inframundo a lo largo de la vida, de ahí que Naraka signifique del ser humano.

Este infierno está relacionado con Maya o la ilusión, la cual, de manera semejante a la esperanza griega, (la cual es el único mal que no sale de la Caja de Pandora), lleva a reflexionar que es tanto buena como mala, para bien o para mal, dependiendo de si se logra vencer a Maya a través de kalpas o periodos purgatoriales.

Jesús baja a los infiernos, pero no a ese lugar descrito por Dante Alighieri, ni el creado por la Edad Media y el oscurantismo cristiano, el Infierno al que baja Jesús, se encuentra en todos los seres humanos. Jesús penetra y entra a través del Amor y la Misericordia, en el dolor, en los problemas, en cada cuestión que atormenta a su semejante. No juzga, baja el primer día al Infierno de cada Palabra que sale del interior, baja el segundo día y Escucha, ese Infierno que atormenta a su prójimo, baja el tercer día teniendo al Silencio como sanación, y Resucita.

  • Cuerpo -Materia - Palabra - Lenguaje corporal (1) / emocional-sentimental (2).
  • Mente - Alma - Escucha - Lenguaje instintivo (3) /sensorial (4) / Racional (5).
  • Espíritu - Silencio - lenguaje sexual (6) y espiritual (7).

En Macabeos 7,23, está escrito, les devolverá el espíritu y la vida con Misericordia, porque ahora no miran por ustedes mismos sino por sus leyes. Es decir, que la persona no vive a través de la existencia, porque el mismo se ha condicionado y se ha alejado no sólo de sí mismo sino de los demás, por ello, se enfatiza que la vida se devolverá a través de la Misericordia, es decir, de la empatía. Oseas 6,2 menciona, durante dos días nos dará la vida y el tercer día nos levantará y en su presencia viviremos. Nuevamente vemos estos tres días marcados, símbolo de este proceso interior donde se nos invita a reflexionar sobre los siete lenguajes, de los cuales he hablado mucho a lo largo de mis escritos, y los cuales se entretejen dentro de la siguiente triada:

Los tres días que tanto Jesús como otros personajes tardaron en recorrer los Infiernos, tiene su sentido en el recorrido interior realizado para sanarse a uno mismo y al otro.

El Primer día sanamos lo perteneciente al Cuerpo, el Segundo lo que daña la Mente, y el Tercer día lo que enloquece al Espíritu, esta introspección, llamada en el islam Yihad, o Guerra Santa, este proceso de penitencia tiene como finalidad eliminar todo lo que conduce a ese Infierno que nos hace arder en nosotros mismos, por esta razón, en la Cábala se entiende al alma como el Satán porque nos pone a prueba día a día para crecer o caer.

Por esta razón las enseñanzas de Jesús tienen como fundamento el dolor, la caída. Aclaro que no se está hablando de pecado, sino de caída como se menciona en el Séfer Bereshit o libro del Génesis, quien cae, se levanta, es decir, evoluciona, quien nunca cae se perderá en su yo, porque nunca se detuvo a contemplar a su alrededor, por ello se menciona, debemos caer setenta veces siete, es decir siempre, 70= 7+0= 7, remarcando que este siete se relaciona los siete lenguajes, llamados Moradas, Cielos, Chakras, siete leyes de los noájidas, siete leyes universales, por mencionar algunos, relacionados con la triada mencionada anteriormente.

Y resucitó al tercer día, menciona el Credo, cuando el Cuerpo, la Mente y el Espíritu se han convertido en uno sólo, cuando todo ha regresado a su Unidad.

No debemos olvidar que las enseñanzas espirituales del Infierno nos fortalecen y nos hacen evolucionar, siempre y cuando no nos quedemos enfrascados en la religiosidad que tanto daña la esencia de las religiones.

El Infierno, el Purgatorio y el Paraíso como se conocen han conducido a diversos artistas a crear hermosas obras de arte, sin embargo, esta misma visión por parte de otros, ha provocado abusos, poder, dominio y una falta de sentido, dañando las enseñanzas éticas que trae consigo.

Todos hemos habitado el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso, todos hemos sido poseídos por demonios, sí, porque demonio significa Estar enfermo del alma, a causa de esos llamados Siete pecados capitales, que dan origen a muchos otros y que son la contraparte de los siete lenguajes. Cada uno de nosotros hemos luchado, sufrido, vencido, y debemos continuar bajando una y otra vez, no sólo a nuestro propio Infierno sino al inframundo de quien está a nuestro lado para Resucitar juntos.

Debemos caer, caer, caer, para contemplar a nuestro alrededor y apoyarnos de lo que existe porque la Caída, el Infierno y el Purgatorio nos acercan al Paraíso propio y al del semejante.

Comprender cada una de estas palabras nos lleva a entender más allá de sí se tiene o no religión o si se profesa el cristianismo la belleza del Credo Cristiano, que dice:

fue crucificado, -por la Palabra-, muerto -al no ser escuchado- y sepultado - al ser silenciado-,

sin embargo, descendió a los infiernos, -bajó al dolor, buscó la justicia donde no la había-,

al tercer día resucitó de entre los muertos, - hizo suyo el dolor ajeno, fue empático, y luchó por la verdad,

subió a los cielos, -porque creó una nueva consciencia, porque dio vida a quien parecía ya no tenerla-,

y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso, -y entonces al dar un poco de paz, al sanar un corazón encontró ahí en el corazón del otro a D/os-.[4]

Es así como cada una de estas Palabras mencionadas en el Credo cristiano lo realiza cada persona creyente o no creyente que baja a los Infiernos al detenerse a Escuchar en Silencio la Palabra de quien necesita Misericordia...

[1] Cf. Tesis doctoral, Martha Leticia Martínez de León, investigación mística gemátrica, cuántica y neurocientífica del Sefer Bereshit 1-3 y del Sagrado Corán para obtener la música pitagórica del universo, bajo el nombre: Allah, YHWH, Hashem se revela a través del Tzim Tzum o Big Bang®

[2] Cf. Textos Albert Einstein, Georges Lemaître. / [2] Cf. Tesis doctoral, Martha Leticia Martínez de León.

[4] Las negritas marcan las palabras del Credo.

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