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Jejejeje, pero cabezonas que somos, al tiempo volvimos al mismo mercadillo y ahí estaba esperándonos, congeladito de frío, con su aire tan delicado y ¡nada cursi!. Y se vino con nosotras, "a su casa viene", cómo dicen por aquí..., donde se encuentra la mar de feliz y decorativo.
Por cierto, ¿os habéis fijado en sus lindas pestañas....?