Ahora que se acerca la navidad y las grandes empresas (o gobiernos) que sacrifican a la gente le dan su negociada ración de mensajes sensibles me gustaría plantear una duda.
Es bastante frecuente hablar de felicidad en navidad. Sin un consenso suficiente sobre su definición (momentánea/duradera, placer/realización, bienestar/extásis) ni una forma de tangibilizarla (más allá de la percepción subjetiva) hablar sobre “felicidad” no va más allá de unas conjeturas que están bien para filosofear pero no para sacar conclusiones demasiado estables. Es muy común esa idea de la felicidad compartida. De que si alguien es feliz, el resto, también. Una especie de virus o epidemia (buenos en este caso). Seguro que hay estudios que lo demuestran. Pero es que estudios hay para todo.
Voy a especular un poco. La sociedad es competitiva (1000 personas se presentan a la misma oferta que tú en las webs de empleo, la persona que te gusta como pareja tendrá otras alternativas posibles, tu equipo juega contra otros, tu partido se presenta contra otros). Que es muy bonito especular con la idea de sociedades colaborativas y hay muestras de ellas pero vayamos a esos 4 ejemplos que creo importantes para ser “feliz” (trabajo, pareja, ocio y sociedad). Para que esos ítems se ajusten a lo que tú quieres se tendrán, irremediablamente, que desajustar para otra persona. No es posible entonces que mi felicidad haga feliz a todas las personas. Que pueda compartirla con otros, sí, evidentemente. Pero también que valorar hasta qué punto hablamos de compartir y no de restregar. Cuando alguien que acaba de dejar a su pareja pone en redes sociales “mejor que nunca” donde apenas unos meses antes ponía “el mejor día con el amor de mi vida”…¿es sincera en ambas? ¿lo hace por fastidiar? Cuando sale Rajoy y sus fans “rajoyers” hablando de recuperación y fin de la crisis lo hacen porque tienen que ganar pero…¿no están jodiendo a millones de personas? Esto sería otro tema.
Podríamos por tanto aceptar que la felicidad es compartida y, con ello, tendríamos que ser más felices viendo a Rajoy eufórico. Viendo como los madridistas celebran tener el mejor equipo de la historia. Viendo como otra persona se folla a quién queremos. O viendo que alguien nos quita la oferta para la que nos habíamos postulado.
Al fin y al cabo nos lo dicen las grandes empresas. Seamos felices porque el trabajo precario de la base ha aumentado los ingresos de la élite.