El lanzamiento de la revista Grazia me pilló en la New York Fashion Week, pero cuando regresé a Madrid, y a pesar del jet lag, lo primero que hice fue arrastrarme al quiosco de la esquina en busca de su primer número (me encanta comprar nuevas revistas, aunque ninguna ha conseguido que vaya a por el segundo round). Ni rastro. ¡Pues menuda gracia! Lo siento, broma fácil…
El #2 ya no se me ha escapado.
No sé qué tirada harían de su edición de lanzamiento, pero el hecho de que se agotara les deja en muy buena posición. No tanto de cara al lector (a mí me frustró un poco quedarme sin mi ejemplar), pero sí de cara al sector, es decir, a los anunciantes y a la competencia. Vamos, que no podrían haber comenzado con mejor pie. Arrasando. Claro que vender un número igual de grueso que las revistas mensuales a sólo un euro le facilita mucho la decisión al consumidor, ¿no?
Cara a cara
Por suerte, al reincorporarme a Marie Claire, pude echarle un vistazo al #1 ya que habían llegado varios ejemplares a la redacción y era la comidilla del día (como imagino que lo fue en todas las redacciones de moda del país).
Dicen que no hay que juzgar un libro por su portada y en el caso de Grazia es totalmente cierto. Porque al ver a Cara Delevingne con ese titular (el NUEVO icono), te quedas un poco “mmm… muy bien, ¿dónde estabais el año pasado?”. Pero claro, se les perdona porque el año pasado simplemente no estaban. Así que decidieron empezar con algo fácil y llamativo (al menos, la foto era de hacía pocos días). Porque sí, la hermana pequeña de Poppy Delevingne ya sonaba hace un año (y más: la primera vez que hablamos de ella en Fashionisima fue para el Festival de Glastonbury en junio de 2011). De hecho, ahora estamos más bien en la fase de “no puedo ya con esta chica que está por todas partes y ahora se nos pone a cantar“. Claro que en España esto significa: “who’s that girl?”.
Es curioso porque también S Moda, que arrancó en su día con una portada igualmente facilona y llamativa, recurrió a los pocos meses de existencia a la modelo británica como percha it de su número 19 hace cosa de un año. Y lo más curioso es que, como Grazia, también se vendió en su momento como una revista diferente (que es lo que hacen todas al nacer -¡empezamos mal si queremos ser originales!-). Como si, además, lo diferente fuera un valor en sí. La calidad y originalidad en los contenidos son un valor en sí, simplemente por su escasez, como el oro, el petróleo o el cobre. Aunque, en realidad, esto es una discusión aparte porque no depende del potencial de una redacción, sino del negocio editorial y de la presión de los anunciantes (shame!). Pero, de nuevo, aquí debemos dar un voto de confianza al equipo de Charo Izquierdo, que ya demostró con Yodona que es una maestra de los intercambios y las acciones especiales. Vamos, que si te van a colar publi, al menos, que no se limiten a publicar la nota de prensa, sino que ofrezcan algo (a ser posible) original y de calidad.
El número de la discordia
Pues bien, después de esta mega introducción y de haber hojeado con calma todas las páginas de la revista, debo decir que a mí no me desagradó en absoluto el resultado. ¿Por qué? Básicamente porque es una copia del Elle francés, que también es semanal (la única revista que leo de cabo a rabo y a la que estoy suscrita desde hace años). Tiene, por supuesto, guiños a las ediciones internacionales de su cabecera, pero sinceramente tampoco los habré pillado todos, porque aunque he tenido algún que otro Grazia en mis manos (sobre todo los italianos e ingleses), jamás ha sido una revista que haya llamado especialmente mi atención. En papel. El momento online (British) es de aplauso.
¡Pero la versión online made in Spain es mucho más bonita!
“¿Que jamás han llamado especialmente mi atención las ediciones internacionales de Grazia en papel?!”, repetiréis alzando las manos a la cabeza las más puritanas (de un puritanismo distinto al de las que dicen que Harper’s Bazaar España es la mejor revista de moda que tenemos en nuestro país, pero igualmente integrista). Pues sí. Pero dejad que me explique. Ya he dicho en más de una ocasión que no suelo comprar ni leer revistas de moda. Y no tanto porque me aburran (la mayoría de cosas ya las he visto semanas antes en internet -el mayor problema de las publicaciones mensuales-), sino porque me marean. Y diré más. Para mí, la reina del mareo es Vogue España. No hago más que pasar páginas viendo pildoritas, fotos y texto sin orden aparente y no hay nada que llame suficientemente mi atención como para detenerme a verlo. Y es una pena. Porque sin duda tienen información interesante y privilegiada, pero se me escapa por el mareo. ¿Alguien entiende lo que quiero decir? ¿Os pasa también a vosotras o soy un bicho raro?
Por cierto, cómo se han puesto las pilas con sus portadas en Vogue España desde que llegó HB… O lo que es lo mismo, cómo tiran de super tops Condé Nast-friendly. Porque las portadas de Harper’s Bazaar son indiscutiblemente las mejores (y lo digo tal cual: las portadas).
Retomando el hilo de Grazia, parece que no todo el mundo comparte mi balance positivo (”fiasco”, me dijo alguien ayer en Cibeles). No sé si son comentarios puramente malévolos o es que las expectativas estaban muy altas (de nuevo, problema de prometer algo nuevo y diferente cuando se va a hacer lo mismo -”hoigan” y con la cabeza bien alta, que hacer lo mismo honestamente tiene mucho mérito-), pero creo que aunque la revista haya gustado más o menos, no se puede hablar de fracaso.
Que sí, que le falta un poco de esa gracia característica de los Grazia, que se toman la moda a la ligera sin llegar al momento “Argh!” del Cuore…¡pero es que llevan dos números! Y el problema -creo- no es de la revista, sino de los lectores. En España no tenemos una cultura de la moda como la que tienen en Francia o en Italia y tomarse la moda a la ligera es una licencia que sólo se ha podido permitir el Cuore (¡benditos sean!), pero a costa de perder todos los anunciantes de lujo que mantienen en pie las cabeceras como Grazia, Vogue o Marie Claire. Los anunciantes de Cuore son Uno de 50, MaryPaz o Desigual (que también mantienen a las cabeceras de lujo, dicho sea de paso, aunque no a todas les guste oírlo).
Total, que me parece una alternativa más que suculenta para aquellas semanas en las que mi vecina (¡gabacha ladrona!) me pispa el Elle francés del buzón. Si logro trabajar mi problema con los mareos, claro. ¿Qué os ha parecido a vosotras el aterrizaje de Grazia?
Sólo por el hecho de ver a sus perritos paseando por Ifema ya merece la pena: le dan caché a la MBFWM. Ni Mercedes-Benz ni puñetas, ¡ahora sí que es una pasarela internacional! Lástima que no le interese a nadie…
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¿Ya tenéis la nueva revista Grazia en vuestras manos?
Autor:
Ariadna Ferret