¿Y eso qué é lo que é? Pues es una multitud instantánea, traducido literalmente del inglés, lo que significa en cristiano 'flashmob'. Pero hay más: este grupo de gente convocado previamente a través de una página web o por un mensaje de redes sociales, como Facebook, se reúne en el punto acordado sin saber muy bien para qué. Ahí radica su gracia.
En el caso de la 'flashmob' organizada por la revista Telva en colaboración con la marca Nivea el pasado jueves 24, se trataba de acudir a la madrileña Plaza de Santa Ana, donde, monitoras con megáfono en mano y dando voces animaban a bailar, saltar y reír a los allí congregados. Risoterapia, decían. A mí me dio un poco de vergüenza, sólo había ido por curiosidad, aprovechando que había quedado con una amiga para tomar un café (miento, fue una caña, y también fuimos a Springfield, donde me agencié un bonito colgante). La gente saltaba y todos llevaban una camiseta corporativa, en la que ponía Telva por delante y Nivea por detrás (o al revés, que la que a mí me tocó era distinta). A pesar del calor (y debido a la amenaza de la chica de Telva que nos la dio: "os tenéis que quedar"), nos pusimos la camiseta encima de la que llevábamos, y nos adentramos un poco en el grupo: al final, hasta nos reímos.
Pero pronto se acabó la cosa y aparecieron otros regalando bolsas con productos Nivea y el último número de Telva. En concreto, había una crema antiarrugas (que he cedido amablemente a mi madre), una reafirmante y otra de manos. Había que hacerse con ello, pero no de cualquier manera. Con respeto, conseguí la mía, pero no fue tan fácil para los demás. Se iban acabando las existencias y la gente se impacientaba. Mientras esperaba a que mi amiga se hiciera con su bolsa, se me acercó un Ramón de Pitis a preguntarme que qué era eso. "Una fiesta de Telva... y Nivea", resumí rápidamente, para zafarme de él. Su olor no era de lo más agradable (ni su pinta). Pero su expresión me decía que mi respuesta no le había satisfecho. "Regalan cremas", añadí, enfáticamente. En ese momento, y antes de que pudiera apartarme de él, me tocó disimuladamente el culo y eché a correr, despavorida. ¿Qué se habría creído? Después, le vi adentrarse entre la multitud para obtener su mercancía gratis. Daba igual lo que fuera, era gratis. En estos saraos, lo que importa es hacerse ver (y regalar algo, lo que sea). Bravo por Telva y Nivea. Quedadas surrealistas con cremas y revistas.