Ser adulto asusta. Y yo, ya no quiero seguir envejeciendo! ¿Y si no logro todo lo que me propuse?, ¿Y si con suerte llego a amar de nuevo?, ¿Y si me muero sabiendo que mi paso por este mundo no valió la pena? Crecer es inevitable, no podemos parar el proceso, ni con cirugías, ni con cremas, ni con magia. Yo no quiero crecer, quiero volver a ser una niña, quiero volver a maravillarme con las cosas más simples de la vida, quiero volver a ser feliz pintando aunque me salga de las líneas, quiero volver a usar dos moños sin que alguien venga me diga que "me creo cabra chica". No quiero trabajar, no quiero estar en este presente pensando que debo ser responsable en la pega mañana, o que todos tienen hijos y se casan menos yo, o que hay que pagar muchas cuentas, o que ni siquiera debo pedir permiso para ir y hacer algo. Cuando uno es adulto las cosas cambian y se van, no importa la edad que tengas, después de los 20, para todos pasas a ser "señora", hasta para las tarjetas de invitación a los eventos, ya no entramos gratis a nada, y ya ni siquiera pagamos mitad de precio, y... ya no podemos entrar a Kidzania... Los niños no saben la suerte que tienen de serlo, de recibir sus juguetes favoritos en navidad y que todos te apoyan en la idea de que el Viejito Pascuero es absolutamente real, y que te pongan 1000 pesos bajo la cama cuando se te cae un diente, y pensar que con esos mil pesos puedes comprarte el mundo, y te arropan en la cama, y los besos y abrazos son más recurrentes... cuando creces, eso, ya no está. Me declaro en contra de crecer, me declaro en contra de envejecer, porque si bien el cambio físico es inevitablemente evidente, el alma y el espíritu guardan en sus bolsillos la esencia aquella que estaba presente cuando éramos niños. Cambiaría sin pensarlo dos veces mi primer beso y a mi primer amor por quedarme por siempre atrapada en mi niñez jugando con mi cocina de plástico y mis pequeños muebles de madera. No quiero crecer, me opongo a crecer, así que fingiré ser adulto en público para permitirme ser la niña que no puedo esconder todo el día cuando llegue a casa.Me declaro en contra de crecer, sólo quiero volver a jugar en la casa del árbol inventando códigos relacionados al Chavo del 8, quiero volver a enamorarme de los profes o los compañeritos de la escuela, y sentir vergüenza por casi todo. Quiero regresar a mi niñez, y ver Cachureos acostada entre los brazos de mi papá los domingos comiendo Chocapic, y pelear con mi hermana por cosas sin sentido para luego terminar jugando de nuevo. La niñez es la etapa en que todos los hombres son creadores. Y yo, se que sigo siendo niña, porque nunca he dejado de crear. Y, sobretodo, quiero volver a ser niña por lo que dice Charles Paul de Kock: "Los niños adivinan qué personas los aman. Es un don natural que con el tiempo se pierde". Yo sé que esa es una de las cosas que perdí y que quiero volver a recuperar, y la voy a recuperar.Me rehusaré a crecer para regresar a Disney y tener 5 años nuevamente, donde está permitido subir sobre el lomo de Dumbo aunque peses 100 kilos y tengas 25 años y en donde Mickey si existe de verdad, porque yo lo vi, y lo toqué y me tomé una foto con él, y donde puedes comer con las princesas en la torre de un castillo encantado y mágico. Si, voy a ser niña otra vez, voy por un helado, y a desempolvar las barbies que mi mamá guardó en cajas, voy a convencer a mi papá que me compre nuevamente una muñeca, aunque sea por última vez y voy a decirle a mi padrino que me lleve de compras para que me compre muchas polly pockets y cajitas de chicles mágicos...