Desde hace un par de días, El País nos viene informando acerca del asunto del claustro románico del siglo XII recién "aparecido" en el jardín de una mansión en Palamós (Girona). Resulta que en 1959, alguien compró un claustro románico y lo montó en su jardín, junto a la piscina. Un capricho de multimillonario. La finca donde se ha producido el "hallazgo" es privada, privadísima, faltaría más. De momento nadie ha dado el nombre del escasamente presunto delincuente que hace medio siglo robó -no hay otra palabra para describir la "adquisición" efectuada- semejante bocado del patrimonio cultural colectivo de la Humanidad, para tenerlo en exclusivo y avaricioso disfrute en el jardín de su casa..
La finca donde se halla el claustro se llama Mas del Vent, y actualmente es propiedad de un ciudadano suizo que según el diario madrileño se está mostrando muy poco cooperador a la hora de obtener información sobre el tesoro que el tipo tiene en casa sin pertenecerle.
El claustro es una belleza formada por dos galerías de más de 20 metros de largo cada una, con diez arcos sobre columnas y capiteles dobles historiados. De dónde salió es por ahora una incógnita, aunque por ciertos rasgos de estilo algunos especialistas creen que es de origen castellano-leonés. El arquitecto y dibujante Peridis ha pedido que la Generalitat de Catalunya actúe de oficio en el caso porque la joya no está inventariada, y que guste o no al dueño de la finca se garantice el acceso a los investigadores artísticos (y a los policiales, añadiría yo).
Estas situaciones no son extrañas en España. Desde el siglo XIX hasta fechas recientes multitud de obras de arte han sido saqueadas a lo largo y ancho del país, en la mayoría de casos por aquellos mismos que debían custodiarlas (léase Iglesia católica y ciertas autoridades locales). La Guerra de España se convirtió en una magnífica excusa para encubrir la desaparición de obras de arte, sobre todo religioso. Contaba hace algunos años el mismo Peridis en un programa de TVE como viajando por Castilla y al preguntar qué había ocurrido con los tesoros artísticos que siglos atrás albergaban las ermitas románicas de la tierra, la respuesta solía ser que "durante la guerra civil los rojos lo destruyeron todo", para perplejidad de Peridis, quien no podía menos que recordar que en Castilla no hubo ninguna guerra civil y que los rojos de la región fueron rápidamente masacrados en las primeras semanas de la rebelión militar de julio de 1936.
Más: el famoso retablo del Maestro de Lanaja, obra cumbre del gótico aragonés del siglo XV, se da por destruido por completo en los primeros días de revolución campesina en Aragón subsiguiente al comienzo de la Guerra de España (salvo dos tablas que se conservan en el Museo Provincial de Zaragoza). Sucede sin embargo que de vez en cuando aparecen tablas y porciones de dicho retablo en legalísimas y honorables subastas públicas realizadas en diversos puntos de Europa, a las que no es difícil seguir el rastro a través de Internet. Mi hipótesis es que el retablo de Lanaja fue desguazado en parte mucho antes de la llamada Guerra civil española, y que los responsables del robo usaron las destrucciones ciertas aunque de obras menores y aún carentes prácticamente de valor acaecidas en la iglesia parroquial najina en el verano de 1936, para disimular robos que probablemente se habían ejecutado mucho antes con la complicidad de eclesiásticos y caciques locales.
Un último ejemplo. Recuerdo una entrevista en televisión a Antonio Pedrol Rius, gran cacique de la abogacía española en el tardofranquismo y la Transición, realizada hace ya bastantes años. La entrevista estaba grabada en el despacho de su casa y tenía como fondo una espectacular colección de tallas de vírgenes románicas y góticas, de las que al parecer el eximio jurista era fervoroso coleccionista. Ya en aquellos años no pude menos que preguntarme cómo diablos Pedrol Rius había entrado en posesión de tal cantidad de bienes patrimoniales culturales públicos, que no pueden enajenarse ni venderse por parte de las instituciones que ostentan su titularidad.
Así que lo del claustro de Girona no viene de nuevo. En realidad, hace décadas que se sabe que las mansiones de las colinas de Beverly Hills atesoran elementos arquitéctonicos similares, como un claustro románico navarro asimismo completo instalado en la descomunal casa de una estrella del cine hollywoodiense de los años veinte, época en que se puso de moda entre los ricos de California el construirse mansiones de presunto estilo español adornadas con arquitectura y obras de arte originales españolas.
¿Los cómplices y beneficiarios locales del expolio? Como ya están bajo tierra nada deben temer, y sus herederos o sucesores en la tenencia de esos bienes, caso del suizo de Palamós, ya son dueños "legales" de lo robado. Y aquí paz, y después Gloria in Excelsis Deo.
En la fotografía de El País que ilustra el post, una imagen del claustro románico robado, instalado alrededor de la piscina de la mansión.