Vamos allá y luego os cuento un poco de historia.
Ingredientes: 8 yemas huevo: 8 cucharadas azúcar; 100 ml Moscatel.
Preparación: Yo he utilizado una cacerola pequeña que después se pudiera sostener sobre otra más grande para hacer un baño María. Poner en la cacerola pequeña las yemas de huevo y el azúcar y batir con las varillas hasta obtener una crema esponjosa.
Sobre ella añadiremos ahora en hilo el vino Moscatel y seguiremos batiendo constantemente con las varillas. Ya os he dicho que podéis utilizar cualquier vino oloroso de color claro para no oscurecer el resultado final.
Una vez que tenemos la crema batida colocamos la cacerola pequeña sobre otra más grande con agua y calentaremos la crema al baño María sin dejar de remover con una varilla hasta que espese.
Servir inmediatamente (tibio o frío) porque se desmonta fácilmente. En este caso lo he acompañado de unos ricos melindros que me traje de una pastelería de Montblanc, un pueblito medieval que merece la pena visitar. ¡Riquísimo!
El zabaione es un postre con varios siglos de antigüedad, tradicional de la cocina italiana de Lombardia, la región que nos ocupa el reto de este mes, aunque otras regiones italianas se disputan su creación (Venecia, Sicilia, Emilia, Piamonte). Dejando las leyendas aparte, el origen del zabaione podría deberse a la muy antigua costumbre de consumir bebidas reconstituyentes a base de vino y de yema de huevo, costumbre extendida no sólo en Italia sino en buena parte de Europa. La receta aparece por primera vez en el Libro De Arte Coquinaria del Maestro Martino da Como, publicado alrededor de 1465, sin que especificase ningún origen geográfico del zabaglione. Más de un siglo más tarde, el monje dominicano Girolamo Mercurio considera esa misma receta como una especialidad milanesa en su libro La commare o riccoglitrice, publicado en Venecia en 1595 y la recomendaba como reconstituyente para personas debilitadas por trabajos muy duros, y para mujeres que acababan de dar a luz.
Tengo que decir que recuerdo un ponche muy similar que preparaba mi tía a base de huevo y azúcar batidos y diluido con leche y que nos daba cuando no teníamos ganas de cenar. Estaba tan rico que a veces fingíamos que no teníamos hambre ¡con tal de que nos lo preparara! jajajajaja.
¡Bueno! Pues hasta aquí mi particular aportación al RETO DE MARZO y la receta original os la reproduzco a continuación tal cual la saqué del libro.
¡Y ahora viene lo mejor! Os presento la versión de las participantes que se han animado a experimentar este mes y a las que agradezco de nuevo, de corazón, que me hayan acompañado en esta aventura. ¡GRACIAS!
Si tú también quieres participar y divertirte aprendiendo nuevas recetas puedes encontrar cómo aquí. ¡Nos vemos el próximo mes con una nueva receta!