Las estrellas se forman en enormes concentraciones de gas y polvo que llamamos nebulosas. Pero no nacen solas, normalmente centenas o miles de estrellas se crean en una única nebulosa. Una vez agotado el gas, los nuevos soles (que siguen ligados gravitatoriamente) forman un cúmulo abierto de estrellas, preciosos agregados asimétricos dominados por estrellas azules, jóvenes, calientes y masivas. El ejemplo más famoso de cúmulo abierto son las Pléyades (M 45), localizado en la constelación de Tauro, y que se puede divisar a simple vista en las noches de otoño e invierno. Pero la gran mayoría de cúmulos abiertos sólo se pueden disfrutar con telescopio.
Uno de los cúmulos abiertos más estéticos es el Cúmulo del Joyero (NGC 4755), localizado en la famosa constelación austral de la Cruz del Sur (y, por lo tanto, no observable desde Europa). En realidad, se puede llegar a distinguir a simple vista, cerca de la estrella más oriental del famoso asterismo de cuatro estrellas que forma la Cruz del Sur, y ya con prismáticos puede adivinarse su forma irregular. El cúmulo del Joyero lo descubrió el astrónomo francés Nicolas Louis de Lacaille en 1751, cuando pasó una temporada en Sudáfrica observando el cielo del Hemisferio Sur. Su nombre, no obstante, proviene de la descripción que el famoso astrónomo inglés William Herschel proporcionó en la década de 1830, “una caja de diversas piedras preciosas de color”. La imagen que acompaña este texto, conseguida usando el telescopio de 2.2m del Observatorio Europeo Austral (ESO) en Chile, confirma el porqué de un nombre tan sugerente. Entre tantas estrellas azules, destaca un astro brillante con una intensa tonalidad rojiza. Se trata de Kappa Crucis, una estrella gigante roja que está comenzando la última fase de su evolución, antes de explotar como supernova.
Recorte de las páginas 8 y 9 del suplemento El Zoco del periódico Diario Córdoba publicado el domingo 29 de noviembre de 2009. La imagen es una toma del cúmulo abierto del Joyero (NGC 4755) observado en filtros B (azul), V (verde) e I (rojo) con el instrumento Wide Field Imager (WFI) en el telescopio de 2.2m del Observatorio Europeo Austral en La Silla, Chile. La imagen tiene un tamaño de 20 minutos de arco (2/3 del tamaño aparente de la Luna Llena). Crédito de la imagen: European Southern Observatory / Observatorio Europeo Austral (ESO).
El color de las estrellas proviene de la temperatura a la que se encuentran sus atmósferas, que depende directamente de la masa original del astro y de su estado evolutivo. Al contrario de lo que nuestra lógica nos diría, las estrellas más rojas son más frías (3.000-4.000 grados) que las azules (20.000 – 35.000 grados, en algunos casos mucho más). Las estrellas del cúmulo del Joyero tienen masas entre 15 y 20 veces la masa del Sol (las más brillantes en la imagen) y media masa solar (las estrellas más débiles). Las estrellas más masivas, además de ser las más brillantes, consumen más rápido el hidrógeno disponible, por lo que evolucionan mucho más rápido que las estrellas de baja masa y mueren muy jóvenes. Es lo que le está ocurriendo a Kappa Crucis, una estrella de sólo 16 millones de años de edad que ya ha convertido todo el hidrógeno de su núcleo en helio. Para poder seguir brillando, la estrella comienza a quemar hidrógeno en una cáscara alrededor del núcleo de helio inerte, lo que resulta en un aumento del volumen del astro y un enfriamiento de su superficie. De ahí que se forma una estrella gigante roja. Éste es el hecho físico que da el colorido al Joyero.
En total, el cúmulo del Joyero posee alrededor de 100 estrellas, que están localizadas a una distancia de unos 6400 años luz de la Tierra. Con el paso del tiempo, las estrellas que componen los cúmulos abiertos se van dispersando, cada una siguiendo su propio camino. En efecto, el Sol se formó junto con otras muchas estrellas hace unos 4700 millones de años. Las estrellas hermanas del Sol pueden estar ahora en el otro lado de la Galaxia.