Los trayectos hacia Barcelona, Valencia y sobre todo Madrid eran los más frecuentes, los que casi cada semana eran obligatorios y habituales. Vuelos a primerísima hora de la mañana donde ejecutivos sin equipaje y como compañía un maletín de trabajo quizás repleto de documentos, como era mi caso era de lo más normal ver en los aeropuertos.
Debo confesar que ésos viajes, en gran medida, me hacían sentir especial, no sólo el hecho de ser mujer en una época en que cierto tipo de profesión era casi exclusivo de hombres, sino por el hecho en sí de viajar en un medio no al alcance de cualquier bolsillo. Hoy en día viajar en avión no es un medio de transporte de élite como en aquellos años y gracias a ello, a la universalización y bajos costes aéreos, el turismo ha dado un vuelco realmente fantástico y necesario para la economía de muchos países, entre ellos el nuestro y por ende mi tierra, Málaga.
Pero en contrapartida, los viajes en avión, a mi parecer han perdido en gran medida ése halo de misterio, de encanto y quizás de romanticismo. Detalles como hacer a pie los transbordo a las aeronaves, ser recibidos en la puerta por el propio comandante dando la bienvenida a bordo, la amabilidad, la imagen incluso y las atenciones de las azafatas; sin dejar atrás el espacio de los asientos y detalles como periódicos del día, desayuno o aperitivos en los vuelos de corta distancia. Todo ello quedó atrás en pro, según dicen, de abaratar el costo haciendo más asequible lógicamente viajar.
Me viene a la memoria aquellos rutinarios desayunos que nada más llegar a altura de crucero servían café, infusiones e incluso zumos acompañado siempre con una magdalena, pan con mantequilla y fiambres o a la hora del aperitivo e incluso en las tardes-noches galletitas saladas, aceitunas, frutos secos, con bebidas variadas incluyendo alcohol y zumos; por cierto, todo ello era un servicio más de las compañías aéreas.
En éste contexto, son los sabores intensos los que mejor se pueden apreciar y concretamente el que más el sabor "umami" (en japonés significa sabroso), el llamado quinto sabor y éste está muy presente en el tomate.
Igual por todo ello, el zumo de tomate guste más en las alturas y su sabor es percibido con su propia intensidad y fuese por lo tanto mi zumo, mi bebida preferida en los vuelos aéreos. Y rememorando aquellos años, no sin añoranzas a veces, también lo hago y disfruto en "Mi Cocina".
Un gran producto de una gran tierra, ésta Málaga que me apasiona....y en ella, más concretamente en Marbella, en el maravilloso marco del Restaurante El Lago (Estrella Michelin) por segundo año consecutivo, el próximo día 25 de éste mes, tendrá lugar la II Edición "Huevo de Toro" Gourmet 2018 (más información en éste enlace).
Marbella All Stars, se ha incorporado como organizadora junto con Sabor a Málaga y el Grupo de Desarrollo Rural del Valle del Guadalhorce, que junto con el Director del Restaurante El Lago, Paco Garcia, embajador del emblemático producto malagueño, fortalecen con dicho evento el compromiso con la agricultura y la restauración de los valores, la ecologíam la cultura y la recuperación de especies, aromas y sabores de toda la vida. Éste encuentro tiene como objetivo, difundir los valores gastronómicos del tomate huevo de toro entre los cocineros de la Costa del Sol.
El zumo de tomate huevo de toro es un clásico en éste restaurante de altura, que aunque con Estrella Michelín, brilla por sí sólo, un lugar único y especial para mi: El Lago de Marbella. Hoy, lo preparo en "Mi Cocina" y les animo a probarlo, a prepararlo y disfrutarlo.
INGREDIENTES:
2 tomates "Huevo de Toro" maduros, una rama de apio (la parte central, la más amarilla y tierna), una ramita de albahaca, pimienta negra recién molida, sal y 2 cucharadas soperas de aceite de oliva virgen extra.
LOS PASOS A SEGUIR:
Pelar los tomates, pasarlos por un rallador y posteriormente colarlo a fin de desechar las semillas.
Guardar en el frigorífico hasta la hora de servir. Para ello, adornar con una ramita de albahaca, la rama de apio y espolvorear con pimienta negra.