Revista En Femenino

A demanda

Por Mamaenalemania
Por mucho que se hable ante todo del amor desbordante, la chochez postparto, las obsevaciones al lactante eternas y babeantes, el olor del susodicho (al que aspiramos cuál yonqui su último bote de pegamento), el instinto maternal y las socorridísimas pezoneras, lo que realmente domina a las primerizas es el miedo.
¿Será este sarpullido el ébola? ¿Le saldrá una úlcera por comerse una hormiga?
La consecuencia directa de todo esto es una tormentosa relación con el pediatra, al que por un lado exigimos pautas matemáticas para sus defecaciones (las del niño, se entiende) y al que, por el otro, acudimos horrorizados y cabreadísimos cuando no se cumplen (por mucho énfasis que haya puesto en lo meramente orientativo de las mismas).
Por suerte o por desgracia, según pasan los partos ese apiesjuntillismo histérico muta vertiginosamente en un pasotismo escandalizador (para las abuelas, por lo menos): ¿Qué se ha tragado 3 mariquitas? No passssa nada, ¡si seguro que son sanísimas! ¿Que está chupando los zapatos de su hermano? Eso a la larga son defensas…
Es lo que tiene ser el tercero: Tiene que llorar más alto para que le escuchen, ajustar sus horarios a la clase de gimnasia del mayor, heredar ropa y juguetes en dudoso estado, no le peinan el rizo todos los días (y eso que sólo tiene uno), no ha pisado urgencias en su vida y la tierra del chupete se la sopla él mismo con su mecanismo.
Pero como no todo pueden ser desaires en esta vida, resulta que sus hermanos le han abierto camino, mermando la resistencia de su madre (o sea, yo misma) y haciéndola propensa a la resignación instantánea.
No le gustan los purés. Ni las papillas. Ni los potitos. Ni las galletas sin gluten. Nada de pijotadas para bebés.
Él quiere lasaña, bistec, sopa juliana, albóndigas con arroz y bizcocho.
Y, gracias a su alejada posición en la línea sucesoria (y que su madre leyó nosabedónde noséqué de la alimentación complementaria a demanda), le han bastando 4 días de escupitajos verduleros (a la cara de su santa madre, of course) y cerrada en banda de boca, 3 lanzadas en plancha al plato de sus hermanos, 4 intentos telepáticos de atraer ese tenedor a su boca y varias demostraciones de masticación avanzada con 2 dientes.
Como leen. La madre del Monstruo del Rizo ha desistido y le ha acabado haciendo un hueco en la mesa de los mayores. Lo más lejos posible de Destroyer, eso sí.

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