Revista Cultura y Ocio

Dentro del cráter

Por Orlando Tunnermann
DENTRO DEL CRÁTER
Aquí adentro no se ve nada, ni tampoco le ven. Es invisible el eremita Rodolfo. Tan sólo cuando dibuja en el cielo estrellas amarillas y nubes rosas de algodón conoce el mundo de su existencia. Lleva media vida dentro del cráter, dentro del volcán, oculto e ignoto, parapetado tras una barrera infranqueable y un nombre postizo que desvía la atención hacia asuntos mundanos ajenos a su persona. Las palabras que flotan libérrimas en el viento las ha tomado prestadas Rodolfo para escribir mil poemas y el estribillo de una canción. Ojos desconocidos tratan de averiguar quién es el hombre tras la silueta de hielo, quien se guarece de ovaciones y clamores laudatorios tras un nombre fabricado en la factoría de sueños de su imaginación.
Afuera hay un rugido incognoscible que grita su nombre. Hablan esas voces extrañas de novelas y composiciones literarias suyas que han comenzado ya a poblar los límites del cielo, edificando templos con jardines incluso más allá del universo conocido. Rodolfo sólo ha pedido un deseo a las musas que le conceden cada día el milagro de la inspiración: ¡Dejadme ser invisible! Les dice exasperado, pero las musas no le escuchan, no atienden a sus ruegos. Su cabeza está llena de diálogos desconocidos, rostros bellos y protervos, personajes idealizados, fantasías rocambolescas y mundos imaginarios donde la vida y la muerte son indistinguibles, pues caminan por raíles paralelos que no cesan de juntarse.

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