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“EL ÚLTIMO AMOR DE BABA DUNJA” de Alina Bronsky

Publicado el 22 mayo 2022 por Marianleemaslibros
“EL ÚLTIMO AMOR DE BABA DUNJA” de Alina Bronsky
Por la noche vuelve a despertarme el gallo de Marja, Konstantin. Para Marja es una especie de marido sustituto. Ella lo crio y ya de pollito lo mimaba y consentía; ahora es adulto y no sirve para nada.
Se pavonea autoritario por el patio y me mira de reojo. Su reloj interno está desordenado, siempre lo estuvo, pero no creo que tenga que ver con la radiación. No se puede responsabilizar a la radiación de todo lo que llega estúpido al mundo.

“EL ÚLTIMO AMOR DE BABA DUNJA” de Alina Bronsky
Supe de “El último amor de Baba Dunja” en el blog de mi cantinera favorita que me animó a ponerme con ella cuanto antes porque ya me conoce un poquito y sabía que la iba a disfrutar a tope. Ha tenido que llegar a mi biblioteca para poder leerla, y la espera ha sido eterna, pero ha merecido la pena. Agradezco a Norah enormemente el descubrimiento, porque esta pequeña-gran novelita (tan solo 152 páginas) es de esas que en cuanto comienzas su lectura, te agarras fuerte a las páginas porque intuyes que te va a fascinar, que la vas a devorar, quieres, pero no quieres acabarla, no quieres que acabe nunca. Así ha sido. . . 
Alina Bronsky es una escritora rusa bastante desconocida por estos lares. (Ekaterimburgo, Rusia, 1978) Afincada en Alemania desde su juventud, escribió su primera novela en 2008 “Scherbenpark” (“El parque de los cristales rotos”) y fue un éxito en todos los países en los que se tradujo. “El último amor de Baba Dunja” la escribió en 2015, pero no ha sido publicada y traducida al castellano hasta 2021. Fue nominada al Premio del Libro Alemán en 2015 y Finalista en el International DublinAward de 2018.

La trama a grandes rasgos sin spoilerLa narradora es Baba Dunja, una anciana muy anciana (no dice su edad exacta nunca, pero en algún momento intuyes por lo que dice que más de 82 tiene seguro) que vive en el pueblo fantasma de Chernobo, en la zona de exclusión de Chernóbil, muchos años después de la explosión del reactor nuclear.
Durante la primera parte de la novela nos cuenta un poco por encima sin meterse demasiado en pormenores, como eran las cosas antes de que todo se fuera al carajo, su trabajo de enfermera en el hospital de la ciudad y como crio prácticamente ella sola a sus dos hijos, Irina y Alexej.
Después del accidente, tras el pánico inicial y la huida, más por su marido que por ella misma (nunca entendió porqué tenía que irse a ningún lado), decide volver, llevándole la contraria a su hija y a todos los que le recomendaban que no lo hiciera, afrontando los riesgos que ello conllevaba, porque, al fin y al cabo, allí está su hogar, todo lo que conoce y posee. 

Cuando pasó lo del reactor, yo estuve entre los que salimos bien parados. Mis hijos estaban a resguardo, mi marido igual no iba a durar mucho más y yo ya tenía la carne dura por aquel entonces. En el fondo no tenía nada que perder. Y estaba dispuesta a morir. Mi trabajo me había enseñado a tener siempre presente esa posibilidad, para que no me tomara un día por sorpresa.

Sus dos hijos están lejos, Irina es cirujana en Alemania y Alexej vive en EEUU. Con Irina sí mantiene en la actualidad una relación sobre todo epistolar, pero de Alexej hace tiempo que no sabe nada. Además, tiene una nieta que no conoce, Laura, a la que solo ha visto en fotos, ya que ni ellas van a venir a visitarla, ni Irina va a permitir que su madre vaya a verlas a Alemania, más que nada porque se supone que toda su persona está irradiada, contaminada y puede irradiar a los demás.
Baba Dunja fue de las primeras en regresar a Chernobo, y se encontró con todas las casas vacías, podría haber elegido cualquiera de ellas, pero decidió quedarse en la suya, con su pequeño jardín que cultiva con esmero y que la provee de frutas y verduras. Vive con su gata y cuando le hace falta, recorre a pie los dos kilómetros que hay hasta la estación de bus para viajar hasta Malyschi y reponer provisiones, pero cada vez le cuesta más trabajo el viajecito, y lo posterga todo lo que puede, ya no está para esos trotes.
Pocos son los que se atreven a vivir en la zona radiada, pero al cabo de los días y de los años van llegando los demás, sus actuales, viejos y variopintos vecinos:
-- La voluminosa Marja con su cabra y su gallo Konstantin. Bastante hipocondriaca y algo loca, se mide la tensión sanguínea tres veces al día y toma pastillas para todo. Es vaga y descuidada, supuestamente porque sufre depresión.
-- El matromonio Gavrilow, gente culta sin problemas de dinero, pero que van por libre y nunca hablan con nadie. Andan todo el día cuidando de su jardín siempre hasta arriba de rosas de todos los colores y de su pequeño invernadero.
-- Lenotschka, que casi no sale de casa, teje bufandas interminables y cuando se le habla, no contesta, solo sonríe. Sus gallinas se reproducen como moscas.
-- Petrow tiene cáncer de la cabeza a los pies. Huyó del hospital donde le tenían internado para que muriera, se instaló en la casa de los abuelos de su exmujer en Chernobo y no tenía muchos más planes que morir rápido y en paz, aunque de eso hace ya un tiempecillo. Es el único adicto a la lectura, va de casa en casa en busca y captura de libros.
-- El viejo Sidorow, que tiene por lo bajo cien años, porque ya era viejo cuando Baba Dunka era joven. Tiene un teléfono que a veces funciona, pero la mayoría de las veces no.
Son gente que van a lo suyo y no interfieren en la vida de los otros, aunque Baba Dunja siempre está pendiente de las necesidades de todos ellos, por eso, acabaron adoptándola como su líder, sin que ella haberlo pretendido. En Chernobo, todo es tranquilo y rutinario, hasta que esa cotidianidad se ve un día alterada por la llegada de un hombre y su hija chiquita al pueblo, hecho que lo cambiará todo, y pondrá a prueba la unidad de sus vecinos y el liderazgo indiscutible de nuestra protagonista. ¿Qué puede llevar a un padre a poner en peligro la vida de su hija? ¿Porqué la ha traído a este lugar? 
Y hasta aquí puedo contar…
Los puntos fuertes de la novela
● Hay un imán en mí hacia las historias ambientadas en Chernóbil, me aterran y fascinan en la misma medida. Pero en este caso, no ha sido solo la ambientación y el lugar lo que me ha fascinado, que también, la deliciosa prosa de la autora, la historia, que sin ser nada fuera de lo común me ha resultado mágica, magnética, de esas que se degustan a sorbitos pequeños, sin prisas.
El personaje de Baba Dunja es muy especial, de esos que no se olvidan fácilmente, que perduran en tu cabeza. Una mujer fuerte, valiente, atrevida, pero sobre todo destaca su humanidad y su gran sentido del humor, la ironía que le echa a sus problemas asociados con la edad, con la vejez. Me ha recordado todo el rato a la anciana protagonista de “Golpes de luz”, otro personaje entrañable, inolvidable (si no la habéis leído, os la vuelvo a recomendar, no dejéis de leerla) que me encantó conocer.
Al principio piensas que esta mujer debe de estar un poco loca ¿quién en su sano juicio decidiría vivir en un lugar solitario peligrosamente irradiado e insalubre? ¿Quién en uso de sus facultades mentales va a querer volver a la zona de la muerte? Cuesta entenderla, ponerte en su lugar, pero cuando acabas la lectura la comprendes perfectamente, entiendes sus motivos.
El espíritu de la obra no es hablar sobre el desastre de la radiactividad en la zona, aunque sí es algo que permanece siempre en el fondo. La protagonista nos cuenta alguna cosa sobre el tema: los científicos que se presentan allí cada cierto tiempo, toman muestras y revisan la zona, el biólogo que estuvo fotografiando las telas de araña de su casa y le explicó que, desde lo del reactor, los bichos se han multiplicado porque hay menos pájaros, aunque curiosamente también hay muchos gatos, pero eso es algo cuya razón nadie les ha sabido explicar.
  Resumiendo: “El último amor de Baba Dunja” es una pequeña-gran joyita que reflexiona sobre el paso del tiempo, sobre la vida, la muerte, la familia, la amistad. Una novela que te deja un buen sabor de boca, una sonrisa boba en la cara y una pregunta sin respuesta, ¿cuál es el ultimo amor de Baba Dunja?

Parece que a la autora se le ha preguntado lo mismo en varias ocasiones y ella siempre contesta lo mismo: “Tenía algo en mi cabeza cuando lo escribí, claro, pero prefiero no decirlo. Las respuestas en la mente de los lectores son más importantes”. Y yo tengo mi respuesta, claro.
¿Cuando observo nuestro pueblo, no tengo la sensación de que aquí solo deambulen cadáveres vivientes. Algunos no van a durar mucho más, está claro, pero de eso no tiene la culpa el reactor.

Me sorprende que un libro tan cortito pueda hacerte disfrutar tanto, sentí tanta pena al acabarlo. . . Tenéis que leerlo, sí o sí, no hay más opción. Mi nota esta vez es la máxima:
“EL ÚLTIMO AMOR DE BABA DUNJA” de Alina Bronsky

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