Revista Diario

Gajes del oficio

Por Mamaenalemania
Independientemente del colchón idiomático con el que llegues a tu nuevo país de acogida nunca dejas de aprender.
Tu vocabulario crecerá proporcionalmente al número de vivencias pero al mismo tiempo se limitará al tipo de experiencias que vayas teniendo. Por ejemplo, si llevas sólo 6 meses en Alemania pero te has enamorado(de)-peleado(con)-dejado(a) un autóctono o autóctona y además se te ha roto el coche, palabras como “carburador”, “cabrón”, “vaya faena” o “vete a tomar por c…” se habrán incorporado a tu diccionario mental. También puede ocurrir que lleves aquí 4 años y no sepas decir “embrague” y te sientas un poco menos listo de lo que te creías hasta que empiezas a desenvolverte en esa nueva faceta (me pasó a mí que hasta que no vinimos al mierdapueblo no tuvimos coche).
El caso es que cuanto mejor hables, más segura te sientes (obvio) y menos difícil es conseguir que tu interlocutor entienda lo que quieres/necesitas/exiges. El problema es cuando vas demasiado confiado, que te crees que lo sabes todo, no te informas y, en una situación en la que necesitas reflejos, pues te fallan (o no, según se mire).
Por supuesto que mi primer hijo supuso entrar en un mundo (bueno en varios) nuevo para mí. Supongo que habría sido igual de nuevo en español, pero en alemán fue toda una aventura. Yo, que estudiaba aquí 2 carreras de letras en alemán, con novio alemán, compras en alemán, amigos alemanes y demás cosas todas en alemán y, por lo tanto, con muy buen nivel y sin acento extranjero, orgullosísima, de pronto me encuentro diciendo ciertas cosas… (supongo además que mi dominio del idioma descolocó todavía más a los receptores de las burradas que llegué a soltar). Las dos más “divertidas” fueron en el pediatra, cómo no… Ahí van:
1) Llego al pediatra con mi bebé de pocos meses, desconcertada porque en mi familia predominan las mujeres y, claro, no estaba nada familiarizada con los órganos masculinos a tamaño Nenuco.
Yo: Hola, tenía cita con el Dr. Subanestrujenbajen.
Enfermera: Muy bien. Vaya desvistiendo al niño. Qué le ocurre?
Yo: Pues verá, es que tiene algo raro en la… en la… en la…
(enfermera expectante, dando ánimos con la mirada)
En la… en la… mmmmm…
(enfermera impaciente, a punto de empezar el un,dos,tres anatómico conmigo)
En la… en la… pollita? (Schwänzchen)
(enfermera con ojos como platos que baja la vista a la tarjeta sanitaria, lee nombre extranjero, suspira con alivio y se descojona).
Pues claro… Cómo se supone que yo, que sólo había interactuado con adultos (y no hablado mucho sobre el tema de forma “seria”), tendría que saber cómo se dice “colita”? Pues no sabía, obviamente. Y en un intento de inocentar la palabrita dichosa, casi quedó peor que si la suelto tal cual.
2) En la zona en la que vivimos ahora existen unas garrapatas bastante asquerosas que además transmiten unos virus peligrosos, así que puedes vacunarte. Mi marido, confiando ya en mi experiencia con los pediatras alemanes (que había mejorado considerablemente teniendo en cuenta que el niño ya tenía 2 años y había llegado a esa edad con sus vacunas, sus medicinas y sus revisiones normales) me dice que llame al Dr. Gotascaen y pida cita para vacunar al niño. Yo no sé por qué siempre entendí Schnecke (caracol) cuando decían Zecke (garrapata), y ni corta ni perezosa pasé de buscar en internet y llamé al pediatra sin informarme del asunto:
Yo: Hola Buenos Días, llamaba para pedir cita para el niño.
Enfermera: Muy bien, de qué se trata?
Yo: Es para la vacuna contra el caracol.
Enfermera: Perdón?
Yo: La vacuna contra el caracol.
Enfermera: Qué caracol?
Yo: Pues el que hay en los bosques, el de las picaduras peligrosas!
Enfermera: Perdón?
Yo: Que sí, hombre, los caracoles esos que hay por aquí, que me han dicho que si pican contagian enfermedades peligrosas!
Pip pip pip pip pip pip pip pip
Yo: Oiga? Oiga? No me lo puedo creer, qué bordes que son por aquí.
Cuando se lo conté a mi marido estuvo haciendo la croqueta un rato, hasta que ya me aclaró el error… Mea culpa. Menos mal que no me pidieron el nombre y cuando fui no supieron que yo era la loca de los caracoles asesinos.

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