Les ríen las gracias una marabunta incondicional. Tienen los bolsillos llenos y la sesera vacía como un nido sin polluelos. Son casi analfabetos y sus modales cavernícolas les delatan, por mucho que se vistan de seda y asistan a eventos de mucha pompa y fatuidad.
Son los zares del absurdo y a sus pies se hincan de hinojos lacayos que le rinden pleitesía a lo grotesco, chabacano e inmoral.
El monarca ensoberbecido que tripula ese bajel de estulticia supina y vanidad cristalina, está convencido de que su efigie será algún día venerada y recordada como si fuera su paso por este mundo una leyenda épica, un mester de juglaría o la crónica del libertador de un pueblo oprimido.
En el reino de los invidentes el bizco es prepotente, jactancioso y descollante, pero no por ello menos insignificante. Hablan demasiado, piensan lo justo, acribillan a todo prójimo a diestro y siniestro con su ponzoña irrespirable e infamante, para recreación de un vulgo hipnotizado con los ultrajes que se gastan para recompensa de algunas cadenas de televisión, dispuestas a orear toda suerte de miasmas y efluvios mefíticos que fagocitan con avidez las sagradas audiencias.
Puzzle Bobble
Karate Blazers
Puzzle De Bloques
Magical Cat Adventure