Revista Libros

“MIRAFIORI” de Manuel Jabois

Publicado el 25 diciembre 2023 por Marianleemaslibros

   Pasaje destacadoPortada de la novela del autor gallego Manuel Jabois editada por Alfaguara"Cuando no quieres creer en algo, lo primero que hay que hacer es asegurarse de que no se repita. Me puse a limpiarme de arena una bota y dije «¿qué fue eso?». Hay todo un género de preguntas que deben formularse mientras haces otra cosa, no como si no te importasen, sino para templar los nervios.
Así que en aquella playa pregunté «¿qué fue eso?» y entonces, al limpiarme la bota de arena, vi que en la suela tenía pegado el envoltorio de un chupachups Kojak, así que empecé a quitármelo raspando la goma con la uña, deseando que me llevase toda la mañana. Ya no quería una respuesta, de hecho, me había arrepentido de haber formulado la pregunta. Había que dejarlo correr. Como tantas cosas: las que nos pasaban y las que no nos pasaban nunca."

“MIRAFIORI” de Manuel Jabois
Manuel Jabois nació en Sanxenxo (Pontevedra) en 1978 y empezó su carrera como periodista en Diario de Pontevedra. Tras pasar por El Mundo, desde 2015 escribe en El País. También tiene un espacio diario en el programa Hora 25 de la Cadena SER. Como escritor, ha publicado las recopilaciones de artículos “Irse a Madrid” (2011) y “Hay más cuernos en un buenas noches” (2022); Manu (2013) y un largo trabajo sobre el 11-M titulado “Nos vemos en esta vida o en la otra” (2016). En 2019 publicó con gran éxito de crítica su primera novela en Alfaguara, “Malaherba”. La segunda, “Miss Marte” (2021), terminó de consagrarlo como uno de los escritores en español más populares de su generación. “Mirafiori”(2023) es su tercera novela.
Sinopsis oficial de la editorial
¿Que harías si la mujer de la que estás enamorado te confía que ve fantasmas? Valentina Barreiro y el narrador de esta historia se conocieron en la adolescencia y han compartido un secreto toda su vida. Cumplidos los cuarenta, Valentina es una actriz de éxito y el un hombre despechado y sin fortuna. Un hombre que ya sólo la ama como puede. Sólo entonces, cuando sea tarde, llegarán a conocerse de verdad. Esta es una historia sobre la belleza de todo aquello que no tiene explicación. Una novela sobre la dificultad y la emoción de no poder comprender todo lo que nos ocurre.

Los puntos fuertes de la novela
El comienzo: de esos que incitan, que empujan, de los que no te dejan otra opción mas que seguir leyendo con ansia. Este es el primer párrafo del primer capítulo: 
No me esperará dentro de la estación sino en la calle, apoyada en la puerta de un Fiat 131 Mirafiori con un Ducados en la boca para encenderlo con una cerilla en cuanto me vea, como si su director le hubiese dicho «¡acción!». Todo parecerá casual, pero en su cabeza habrá transcurrido una y otra vez. Se habrá despertado pronto para probarse un montón de ropa, alguna aún con la etiqueta colgada para devolverla después, y terminar eligiendo, como siempre, el vestido corto negro y las botas altas negras que tanto me gustaron cuando la acompañé al festival de Sitges. Habrá estado delante del espejo una hora —lo sé porque la cronometraba—, y al final decidirá no maquillarse apenas, solo una sombra en los ojos, pero no porque ella se vea mejor sino porque sé que su rostro lavado es el mejor de todos los que usa en la vida y en las películas, incluido el rostro que me vio al límite de la muerte en nuestro piso en Madrid, la misma mirada de Faye Dunaway a Warren Beatty cuando comprende en Bonnie & Clyde que los van a matar en segundos; esa belleza absoluta que solo aparece al fondo del terror, cuando ya todo da igual y lo que os pase os va a pasar a los dos al mismo tiempo, y nunca más se quedará ninguno solo, es decir, sin el otro.

La trama y la ambientación: no tenemos ante nosotros una novela romántica al uso (no me llaman la atención, ni suelo decantarme por ese tipo de lecturas), pero sí tenemos la historia de un gran amor que fue bonito, especial mientras duró, que duró mientras tenía que durar.
Pasamos juntos todo lo que teníamos pasar, y también lo que no teníamos que haber pasado. Fueron muchísimas cosas, entre otras razones porque en algún momento de la relación nuestras vidas explotaron como fuegos artificiales, iluminando el cielo de una manera perfecta para aquellos vecinos a quienes luego no les cayeron los cohetes en casa.

La historia de un primer amor para los dos protagonistas, ese primero que por ley de vida también debería ser el último, porque nunca debería de acabar, por mas que sepamos que el tiempo irremediablemente lo acabará desgastando, como acaba desgastándolo todo, todas las cosas, todos los amores. A veces porque así es la vida y esas cosas pasan, pero otras, porque uno de los miembros de la pareja se lo carga, como es el caso, por andar metido en la droga, en infidelidades, mentiras, engaños, por un empeño inconsciente e insano en castigarse a sí mismo, en castigarla a ella, en dañarse así mismo, en dañarla a ella.
Recordaba amarla, odiarla, envidiarla, admirarla y despreciarla, pero no me aburrió un solo minuto.

El narrador, él, viaja en un tren rumbo a Málaga cinco años después de haber roto con Valentina tras veintidós de convivencia, para reencontrarse con ella. Le queda poco para llegar a su destino y por el camino nos va contando cosas de su pasado, los intríngulis de su relación, de sus comienzos, él con diecisiete y ella con dieciséis. Ella. . . 
una chica regordeta y morena que tenía un ojo que parecía un poco bizco y una mandíbula fuerte y masculina que me gustó muchísimo, pues por aquella época no sabía muy bien si era homosexual o no, y que la chica tuviera cara de chico era perfecto para ir descubriéndolo sin dar pasos en falso.

Ambientada entre Madrid y Galicia (Portonovo, Pontevedra), se vislumbra entre líneas la cuna del autor y que conoce bien ambos ambientes.
Personajes muy bien construidos, varios, pero los dos principales, él y ella:La protagonista absoluta sin duda es Valentina Barreiro, la chica que acaba las frases con la coletilla «¿verdad?», la chica que siempre o casi siempre viste con ropa de chico y se sujeta el pelo con una pluma de su padre, como una asesina en serie. Una Valen peculiar, que se convirtió en actriz, con una personalidad fuerte pero que por encima de todo es buena persona.
Valen hizo lo que hacía siempre con la gente que le caía mal en la primera impresión: acercarse a ella con curiosidad, desmontarla para saber cómo eran sus piezas y quién las había armado, volver a montarla y no darle tregua con su estupendo carácter. No debía ser sumisa ni parecer irónica, y todo ello sin mostrarse condescendiente; una buena tía, alguien para quien las envidias o los comentarios amargos estaban muy por debajo de lo importante: las personas.

Una Valen a la que nunca se le subió la fama a la cabeza, que nunca perdía el norte ni se dejaba influir por los agradables e irresistibles efluvios del éxito. 
Mientras Valen bajaba de un avión para subirse a otro y encadenaba festivales o rodajes, y algo aún peor: no perdía la cabeza, no se convertía en una gilipollas, no dejaba de lado nada que no quisiese del pasado para reservar sitio a lo nuevo y deslumbrante, aunque solo fuera por unos días.

El narrador sin nombre que se desahoga con nosotros, los lectores, es el segundo protagonista de la historia. Actualmente es periodista y se dedica a escribir “obituarios”, notas necrológicas de personas todavía vivas, que aún no han muerto. 
Leía muchos periódicos; cualquier persona con una vida interesante detrás y una edad o salud sospechosa era susceptible de que le escribiese una necrológica. Quizá lo más divertido del trabajo no solo era manipular a tu antojo la vida de alguien al que tienes delante sabiendo que nunca podrá leer lo que escribiste de él, ni jamás sabrá qué hiciste con la información que te dio —cómo la trataste, qué destacaste, cuál fue el titular—, sino lo que yo llamaba el «casting», el proceso de selección de candidatos a morir.

A lo largo de las páginas, él nos hace también partícipes de su gran secreto y del gran secreto de Valentina, algo heredado de su madre y de su abuela. Si es que por algo se dice “Dios los cría y ellos se juntan…”
Ella veía muertos después de la muerte. Yo los veía antes.
Dos curiosidades:Una novela que se lee esnifando, porque aquí los olores son importantes, porque para el protagonista los olores le atan a situaciones, a cosas, a personas importantes: 
El olor seguía ahí, el olor a circunstancia del pasado, el olor a nada en concreto: el olor a un tiempo que no era aquel. Pero no era el olor a mala suerte, sino que olía a lo que huele cuando desaparece la vida de las plantas, de los animales y de las personas; el olor repentino a cosas que ya fueron.
Al hacerlo reconocí un olor, el olor de un perfume que había olido muchísimos años antes, cuando era adolescente: el perfume Heno de Pravia de mi madre, el mismo que usaban Isolina y Elba, las amigas viejas de Valen. Pero aquella señora mayor —que entonces supe que era Isolina, una Isolina transformada en señora de aldea de siempre, abuela viuda— olía a otro tiempo.

El título, “Mirafiori”, hace referencia al coche de Valentina, su Fiat 131 Mirafiori (¿quién no los recuerda pululando por todas partes en los noventa?) un coche que heredó de su padre y que casi podría decirse que es otro personaje mas de la novela, aunque solo forme parte del fondo de la trama.
Cierto toque sobrenatural, que me ha gustado y no desentona, mas que nada por ese discurrir del argumento en tierras gallegas, en tierra de meigas, donde ya se sabe que “haberlas aylas”. Un acontecimiento narrado al comienzo de la novela se convierte en el eje del componente ultraterrenal.
Yo había visto algo increíble que mi cerebro trató de borrar y que mis ojos no olvidaron, y, aunque podía aspirar a que mi vida siguiese igual si pasaba de largo, no podía arriesgarme a que me ocurriese otra vez sin tener al menos alguna información. Guardaba ese secreto sin saber si lo era. Buscaba para no encontrar. Desde que vi aquella foto, desde que me aseguré de que el chico de la imagen era el mismo que habíamos visto en la playa siete años antes, resolví creer en lo que tenía delante y no olvidarlo como si nada. Tampoco había muchos más misterios en mi vida ni tenía mucho más qué hacer.

Una prosa de las buenas, de las de calidad que he disfrutado mucho:
Aquella Navidad no le conté lo que me tenía entretenido respecto al chico salido del océano, ni la casualidad, o no, de haberme topado con la foto de aquel náufrago inverso, del muchacho que abandonó el mar para venir a ahogarse en la tierra.

Un final que en cierta forma se conoce desde el principio, porque somos partícipes del final de ese gran amor desde el principio, pero que por otro lado también nos sorprende, porque algo totalmente inesperado y sorprendente que te deja los ojos como platos sucede al final, es narrado por Valentina en el epílogo, algo que le da un vuelco a todo lo leído e interpretado, a su significado.
Resumiendo: “Mirafiori” es una novela sobre el amor y la muerte, pero sobre todo es la narración de una obsesión, de un amor que se vuelve obsesivo cuando acaba, de los mejores y los peores momentos de una vida en común, un repaso exhaustivo de cómo el paso del tiempo y las rutinas van haciendo mella en las parejas y van construyendo casi de forma imperceptible y pausada el desamor. Mirafiori supone el destripe de una dolorosa ruptura, como lo suelen ser todas las rupturas y sus estragos en los que se resisten, en los que no consiguen aceptarlas y pasar página.
Con ella a su lado me sentía Colón embarcado todo el rato, viendo tierra un día desde el barco, encontrando seres humanos otro, de repente oro, más allá frutos, formas nuevas de comunicación, un clima distinto, asombro y expectación a cada paso en el Nuevo Mundo.

¿Os recomiendo esta novela? Por supuesto, por varios motivos: por todos los puntos destacables que os he contado arriba, pero sobre todo porque me ha parecido una novela redonda, exquisita, donde el autor mezcla de una forma magistral la realidad con la irrealidad. Porque quiero compartir con vosotr@s mi gran descubrimiento, a Manuel Jabois, por su exquisita prosa, por su novela que, como el propio autor nos dice en la primera página, "no está basada en hechos reales, pero sí está basada en personajes reales y los hechos que se cuentan son los que esos personajes cuentan". 
No sabía pero ahora sé que "Mirafiori" (2023) es la tercera de una especie de trilogía no al uso, nada convencional: "Malaherba" (2019), "Miss Marte" (2021), tres obras de lectura totalmente independiente que yo sin saberlo he comenzado por el final, pero que tengo claro voy a leerlas todas. 
Mi nota esta vez es la máxima, para variar, dicho sea irónicamente: 
“MIRAFIORI” de Manuel Jabois

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revista