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NOCHE. SUEÑO. MUERTE. LAS ESTRELLAS. de Joyce Carol Oates

Publicado el 05 agosto 2023 por Marianleemaslibros
Pasaje destacadoNOCHE. SUEÑO. MUERTE. LAS ESTRELLAS. de Joyce Carol Oates"John Earle está en el suelo. Boca arriba, sobre la calzada roñosa. Cristales rotos, pestazo de diésel. Cuando caes, caes. Poco probable que te levantes solo. Los agentes de policía se han ensañado con él con una fuerza tan inusitada, tan impensable, tanta furia y tanto odio, con los puños enguantados y el cuerpo entero.
John Earle se queda inmóvil de la conmoción, físicamente paralizado. ¡Nunca, en toda su vida, han tratado a Whitey McClaren de tan malas maneras, con semejante falta de consideración! Un hombre al que otros hombres admiran y quieren. . ."

NOCHE. SUEÑO. MUERTE. LAS ESTRELLAS. de Joyce Carol OatesSéptima novela que leo de Joyce Carol Oates, la prolífica autora neoyorkina eterna candidata al Nobel (igual que mi amado Murakami), que lleva más de cincuenta novelas escritas y cuatrocientos relatos breves, entre otras cosas. Este título que está sacado de un verso de Walt Whitman, tan peculiar y llamativo, “Noche. Sueño. Muerte. Las estrellas”, fue publicado en EEUU en plena pandemia de 2020 (en España en 2023) y os adelanto que aunque no ha sido para mi gusto ni mucho menos la mejor, o al menos no la que más me ha gustado, la he disfrutado, como todo lo que hasta ahora ha caído en mis manos de ella.
 
Sinopsis oficial de la novela
John Earle McLaren, «Whitey», un hombre afable de sesenta y siete años y que durante un tiempo fue el popular alcalde de Hammond, presencia un altercado entre la policía y un joven de tez oscura al que han detenido sin motivo aparente. Tras verse moralmente obligado a intervenir, los dos agentes se ensañan brutalmente con él. Las consecuencias de este enfrentamiento abren la puerta a una realidad bastante más oscura dentro de la familia McLaren, cuyos cinco hijos afrontarán el duelo revelando sus prejuicios, rencores e inseguridades: desde el desdén racista hacia la nueva pareja de la madre hasta las estrategias sibilinas para asegurarse la mayor parte de la herencia. Bajo una fachada de respetabilidad se esconden unos cimientos podridos que pueden hacer que la casa familiar acabe por derrumbarse.

Los puntos fuertes de la novela
La forma de la narración y su contenido, sigue la línea a la que nos tiene acostumbrados Joyce Carol Oates, contándonos una historia muy íntima que retrata la vida de una familia americana, que bien podría ser la de cualquier familia americana (y no americana), en este caso que acaba de perder a un padre y esposo, y nos vuelve a ofrecer su (para mí) adictivo chute de crueldad y violencia. ¿Será que se me pegó el apego de la autora por los paréntesis?
✔ Tengo claro que esta mujer es un genio a la hora de construir personajes complejos, psicológicamente analizados en profundidad. Aquí no hay uno más principal que otro, todos son igualmente importantes, ninguno destaca, y aunque de los cinco hermanos, alguno me ha caído más en gracia que otro, la verdad es que analizándolos a fondo, analizando a fondo sus personalidades, ninguno de ellos se salva. Quizás los dos pequeños, Sofía, la benjamina científica y Virgil, el vagabundo-perroflauta, hippye activista de causas perdidas al que todos desprecian, el gay que aún no ha salido del armario y que siempre va a su bola, me han caído mejor. Porque los tres mayores, la cruel Beverly, Lorene, la prestigiosa directora del instituto de North Hammond, tan segura de sí misma, mandona, arrogante, y el mayor de los chicos, el violento Thom, no tienen desperdicio: a cual más mezquino, egoísta, envidioso y rencoroso.  
A Jessalyn le incomoda pensar en la sexualidad de su hijo menor, si es que los tiros van por ahí; sus ademanes intensos, seductores, aunque (siempre ha pensado) inconscientes; su voz suave, su forma de inclinarse y escuchar con atención, mirando directamente a los ojos de la otra persona… ¡Tu hijo es tan… particular, Jessalyn! Seguro que es artista, poeta… Una persona especial.

Desde la muerte del padre y la lectura del testamento, los cinco andan rotando a todas horas cual peonzas alrededor de la viuda madre, a mi parecer incordiándola, más que ayudándola. Jessalyn, es una mujer que lo tenía todo, felizmente casada y completamente dependiente de su marido hasta que deja de estarlo, así, de repente, sin esperarlo. Una esposa y madre cuyo mundo se viene abajo, que se desorienta, se pierde, no tiene ni idea de cómo vivir su nueva vida sin su Whitey. 
Durante tanto tiempo, Jessalyn había sido la esposa perfecta, la madre perfecta; invisible. Vive tan feliz por los demás que apenas vive. Su marido la adoraba, claro. Necesitaba a Whitey en su vida, de forma desesperada. Como todos, pero ella más que nadie. Sin Whitey como ancla, ¿qué sería de su vida? Y un ancla, algo que daba rectitud a su matrimonio.

Además sus hijos hacen que todo sea más difícil para ella, atosigándola (¿consciente, inconscientemente?), más por puro egoísmo, creo yo, que por auténtica preocupación, compitiendo entre ellos por ver quien se ocupa más y mejor de la pobre mamá, la rica viuda que quedó sola y desamparada, tratándola como a una niña pequeña que no supiera lo que quiere ni fuera consciente de los peligros a los que se enfrenta (hay tanto cazafortunas por ahí suelto. . .), metiéndose constantemente en su vida y criticándola por dedicarse por fin más a ella misma que a los suyos. 
¡Las hijas (mayores) están que trinan! Su querida y enviudada madre no se está comportando como ellas esperaban. Ninguno de sus hijos la había insultado jamás ni había dejado de quererla ni siquiera medio segundo. ¡Ni uno! Y ahora: no cogía el teléfono, no veía a sus amistades, ni siquiera a su familia; mostraba una sorprendente falta de interés por sus propios nietos, a los que siempre había adorado. Le decía a su hija mayor, en tono de disculpa: Supongo que estoy cansada, Beverly. Creo que ahora mismo no puedo ser la abuela Jess.

Y para colmo a Jessalyn le cuesta, no deja de preguntarse porque su marido murió y ella tiene que seguir viva, le parece una injusticia, se siente culpable y siente que le debe fidelidad a su esposo incluso después de muerto, que no puede traicionarle, porque según desde que óptica se mire, seguir adelante con su vida e intentar ser feliz también puede ser una forma de traición.
El segundo golpe de asombro: Whitey había muerto. ¿Cómo podía haberlo olvidado? Una oleada de agua sucia le cayó encima: Whitey ha muerto y Whitey está muerto. ¡Qué haces, aún viva! Le parecía increíble: se le había olvidado. Se había estado paseando como si su vida no se hubiese desmoronado y no estuviese acabada, ¿cómo era posible? Sería castigada. Debía ser castigada. Probablemente, el castigo ya había empezado.

Hay dos temas básicos en la historia:
La brutalidad policial discriminada que asola EEUU, recordemos entre otras la muerte de George Floyd en 2020 y todas las protestas y disturbios que provocó en el país. El prólogo ya nos pone en antecedentes sobre lo ocurrido con Whitey, más conocido como John Earle, el padre de la familia McLaren, de cómo y porqué recibe varias descargas eléctricas con una táser, cuando para su coche en el arcén de la carretera al ver que unos policías están pegando a un joven médico indioamericano, el doctor Azim Murthy, para intentar ayudarle. Un chico que no opone resistencia, ni se defiende, que solo obedece y, aun así, los polis se ensañan con él. 
No tenía ni idea de que, a lo largo de la última década, los agentes de policía de Hammond habían disparado a tantas personas desarmadas e indefensas, desde un niño de ocho años a una señora de ochenta y seis. ¡Tantas muertes y ni un solo agente condenado! De hecho, ni un solo procesado. Los más afectados por las agresiones de la policía habían sido los jóvenes y los niños de piel oscura, pero nadie estaba a salvo de la violencia policial —mujeres, niñas, la tercera edad e incluso las personas discapacitadas

La novela fue publicada en tiempos de Covid, y según la autora, el tema “está en perfecta sintonía con el momento. La enfermedad que corre por la sangre de los McLaren lleva siglos asolando este país, y hemos sido lamentablemente incapaces de frenar su propagación, por no hablar de encontrarle cura. Ha provocado el asesinato intolerable de Floyd, Ahmaud Arbery e innumerables otros, y explica por qué el coronavirus se cobró una cantidad desproporcionada de vidas de negros e hispanos. Somos tan cómplices como los McLaren. Sin un cambio radical no habrá justicia ni paz”.
El otro asunto mayoritario que impregna toda la trama es el duelo y los destrozos que sufre una familia tras la desaparición inesperada de uno de sus miembros. El relato nos ofrece un muestrario de opciones, de posibles maneras de asumirlo, porque aquí cada uno lo lleva como buenamente sabe y puede. Una muerte que hace saltar por los aires la estructura familiar, las jerarquías establecidas hasta entonces entre los hermanos, así como la forma de relacionarse y entenderse entre ellos, desde siempre guiados y sostenidos con mano férrea por el páter fallecido, quedando ahora todos, madre e hijos, cual barca a la deriva sin timonel.
Si mi madre se convierte en otra persona, el resto no sabremos quién somos.

Pero también se tocan los eternos temas, los de siempre: el racismo y supremacismo blanco, la maternidad y paternidad, la violencia en todas sus modalidades y en este caso, las peleas, envidias y rivalidades entre hermanos por la herencia, por el favor de la madre, y por ver quien se ocupa de ella, por mucho que ella solo quiera que la dejen en paz.
Desde que papá falleció, no te estás encargando de la parte que te toca del cuidado de mamá.

Tampoco podría faltar en las novelas de Carol Oates (y espero que nunca falten) alusiones al machismo, la sumisión de la mujer y el papel de la buena esposa pariendo hijos a tutiplén, viviendo solo para ellos, el marido y el hogar.
Eres tan feliz como el más infeliz de tus hijos. ¿Será verdad? Jessalyn se pregunta si es una frase de resignación y derrota, o un estímulo para la acción y el cambio. Si eso significa que nunca serás feliz si un hijo tuyo no es feliz, o más bien, si se refiere a que tienes que hacer todo lo que esté en tu mano para que ninguno de los dos seáis infelices
✔ Aunque han sido ochocientas páginas a la más pura esencia Oates, debo reconocer que ha habido momentos durante la lectura (pocos) en los que he sentido que la historia no me atrapaba tanto como en otras de sus novelas leídas, que se me estaba haciendo algo larga (¿quizás porque es larga?), y alguna vez he pensado que la historia estaba dando mucha vuelta sobre lo mismo. Pero lo que tiene esta autora, su carisma a la hora de narrar, su magia, no la tienen otr@s y es por ser ella, Oates, que en esos instantes de ínfimo bajón ni se me ocurrió abandonar. Y es que en realidad vuelvo a corroborar lo que ya había corroborado cada una de las veces que he tenido el gusto de leerla: la autora escribe de forma soberbia, sabe cómo ella sola meterse en la mente de los personajes y mostrarlos al mundo de una manera tan peculiar, tan real, tan . . . como la vida misma que es inigualable
Levanta la cabeza con cuidado de la almohada empapada en sudor, con la precaución de evitar la caída de los carámbanos que se le han formado en el cerebro durante la noche, el agua fría que se funde como sangre en deshielo.

Resumiendo: "Noche. Sueño. Muerte. Las estrellas" es una novela que habla sobre todo del duelo y de la viudez, un tema este último que la autora ya abordó en su obra autobiográfica “Memorias de una viuda” publicado en 2011. Una novela que no se lee rápido, primero porque es bastante larga y segundo porque el modo narrativo y la propia trama te invita (obliga) a ir lenta, a degustar despacio. Una trama que también saca a colación a las madres-esposas, el tema de la familia y el matrimonio entre otras muchas cosas.
Una familia es un campo de batalla donde los aliados y los enemigos cambian sin cesar.

¿Os recomiendo leer esta novela? Sí, por supuesto, a pesar de que esta no haya sido para mí su mejor novela, porque Oates de una forma o de otra, siempre entusiasma. Porque si de algo estoy segura es que todo lo suyo hay que leerlo, porque escribe como nadie y perfila como nadie sus personajes, y porque es fascinante que una mujer con actualmente 85 años, sea capaz de hacer lo que hace y de seguir siendo lo que para mí siempre ha sido desde que la conocí, "la puta ama de la literatura" (perdón por la expresión, pero es la que mas la describe).
He leído y comentado "Noche. Sueño. Muerte. Las estrellas" junto a mi gran amiga Marianna, del blog Los libros de Mava, una lectura más para meter en la saca de nuestro Club de lectura particular MavaMar. Si os apetece o tenéis curiosidad por saber si ella ha disfrutado la novela tanto como yo, podéis hacerle una visita y leer su reseña AQUÍ, seguro que no os arrepentiréis.
Mi nota esta vez es la máxima, para variar, dicho sea irónicamente:
NOCHE. SUEÑO. MUERTE. LAS ESTRELLAS. de Joyce Carol Oates

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