Revista Educación

¡Pues hínchate a chicharrones!

Por Siempreenmedio @Siempreblog
¡Pues hínchate a chicharrones!

¿Cómo no voy a estar estresado, con todas las cosas que tengo que hacer? Estoy estudiando el master, tengo que sacar al perro a la calle y encima me he puesto como metas ir a Nueva Zelanda, montar en globo y participar en una película. No tiene ningún sentido convertir en solución a nuestros males el anhelar metas que no se han producido y marcarse objetivos a futuro, concebidos como un proceso de evolución personal, como si tu vida fuese a arreglarse porque un día escalas una montaña. Todo el mundo va a intentar que creas que lo suyo es lo que necesitas para alcanzar la plenitud.

Ahora, como soy un estresado por naturaleza, tengo que añadir la terapia a la larga listas de cosas que tengo que hacer a diario para sentirme bien por estar estresado por todo lo que hago a diario. Es un oxímoron que no entiendo demasiado: O sea, voy al terapeuta de turno porque, oiga, en mi lucha por ser feliz ya no me basta con añadir a mi insulsa vida el hacer deporte, comer sano, dormir siete horas, leer al menos diez minutos, dar un paseo por el monte, desconectar en la playa y disfrutar de la familia.

Si es que nos pasamos media vida pasándolo mal y la otra mitad intentando no pasarlo mal para volver a hacerlo cuando nos sentimos agobiados.

Yo sí he ido en dos momentos de mi vida a recibir terapia, a la loquera, como a mí me gusta llamarla con cariño y, sobre todo, con el máximo respeto. A mí me fue bien, pero supongo que sería porque iba con ganas de salir del bache, pero ni los propios expertos te garantizan la efectividad total del proceso, que además tampoco termina con una receta milagrosa para conseguir la felicidad. No vamos a cambiar el planeta con ese gesto, pero lo mismo sí podemos modificar nuestra interacción con él.

¿Qué necesitamos? ¿Un mundo lleno de gente productiva que trata de alcanzar esa felicidad consumido los bienes que él mismo produce o paga con sus impuestos? Por no hablar de que, encima, te fabrican una versión del éxito que es convertirte en influencer o algo así - fraudulenter lo llamé la semana pasada-, un tipo cachas, guapo e improductivo que viste de marca, come en restaurantes de lujo y se pasa la vida viajando. Claro... Aquí no hay ningún problema: El mundo es perfecto y las dificultades las tienes tú y solamente tú, que eres de los idiotas que todavía no tienes un tipín crossfit y no has estado en Sri Lanka.

Lo mismo no estás tan deprimido o estresado como quieres creer, y tu problema es que tienes que convivir con gente egocéntrica y amargada, sobrevivir en un trabajo que no te gusta, amarrado a necesidades de mierda que solo contribuyen a alienarte.

Lo que funciona de maravilla es analizar tu verdadera realidad y mandar al carajo todo aquello que te amarga, empezando por ese trabajo que detestas, siguiendo con dejar de ver a las personas que no hacen más que interponerse entre tú y la tranquilidad, y terminando con entender que es tan importante saber lo que necesitamos como aquello que no necesitamos.

Igual hay quien gana esa felicidad mandando todo eso a la mierda e hinchándose luego a chicharrones... Yo mismo, por ejemplo.

Pues hínchate a chicharrones, pero no te olvides de La Palma.


Volver a la Portada de Logo Paperblog