Revista Cultura y Ocio

Quédate

Por Orlando Tunnermann
QUÉDATE QUÉDATE
Quédate sin reproches, disfrutemos juntos del almíbar de las noches.
No me amargues con tus hieles de negrura, hagamos de este amor anfractuoso un remanso de agua nítida y pura. Quédate conmigo, indícame el camino, que yo te sigo. No abras esa puerta con el rostro descompuesto y la ironía cincelada en tu boca ladradora.
La felicidad es efímera y sus frutos maduros recogeremos ahora.
Quédate para quedarte, en silencio, sin miradas torvas ni palabras rotas, pues dejas mi corazón cubierto de polvo envuelto en un sudario de motas.
Viajemos a la Luna, el tren pasa a la una. No permitas a tus demonios mancillar este momento con tu rabia emponzoñada e inoportuna.
Toma mi mano, ya siento la tuya, aún perezosa, lánguida y espantadiza, como si sólo comprendiera el diálogo enfermizo de nuestras iterativas discusiones y el sabor acedo de la liza.
Cabalguemos juntos en un solo cuerpo. Tú serás mi estandarte y mi candil, y yo la suave brisa que logrará sanarte para volver a recuperarte, para volver a amarte.

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