Revista En Femenino

Respuesta a la polémica

Por Mamaenalemania
En primer lugar, quería agradecer a Ileana el haber mediado en la “polémica” de la forma en que lo ha hecho. Esperando encontrarme el mismo tono duro y crítico que muchas veces leo en sus textos, me he topado con una mujer amable, cálida, dispuesta a escuchar (en este caso leer) y dialogar, respetuosa conmigo y muy alegre. Gracias de nuevo.
En segundo lugar, me disculpo de antemano por el ladrillo que voy a soltar: No he podido ni sintetizar ni hacer gracia, lo siento. En vista de que mi post anterior acabó en la sempiterna e inacabable discusión teta/biberón, voy a intentar dar esta vez el enfoque que, a causa de mi estado ofendido reciente, no supe darle aquella vez.
Sobre la respuesta de María Berrozpe, tengo que decir que he sentido un gran alivio cuando me he encontrado con una mujer igual de consciente que yo sobre el poder del lenguaje. Que además resulte que las dos tenemos aversión por el mismo adverbio me ha llenado de alegría, por las implicaciones que esto tiene y el punto de partida (o salida) empático que espero represente en la discusión.
Cuando he leído “Recuerdo que lo leí y me sentí insultada por una frase que había escrito: “Tendríamos que tener el derecho a elegir si queremos ser sólo madres-cocineras-chófer o bien otra cosa.” Ese “solo” me llegó al alma” acerca del artículo que cita de su amiga Pepa Echanove, me he sentido identificada con ella cuando leí yo en su artículo que “El coito para nosotras sólo es el principio de una amplísima y larguísima experiencia sexual: la maternidad”. Ese “sólo” me llegó al alma y me sentí insultada.
Obviamente, todas sabemos de dónde vienen los niños y cualquier mujer que no esté tomando anticonceptivos orales se habrá dado cuenta de que sus días fértiles son aquellos en los que está más activa. Es natural. Pero decir que el coito es el principio no es lo mismo que decir que es sólo el principio. Ese adverbio que significa, según la RAE, “de un solo modo, en una sola cosa, o sin otra cosa”, por sí solo es excluyente y limita. No era necesario y por tanto su elección y emplazamiento en el discurso son deliberados, con todos los significados que ello implica. Decir eso de esa manera (o sea, con el sólo), excluye las demás posibilidades. Esto mismo es lo que imagino le habrá sentado mal a María Berrozpe acerca de las que (sólo) son madres-cocineras-chóferes, lo que la insultó. Y esto mismo es lo que me sentó mal a mí, porque después de decir que el “coito es sólo…” es contradictorio y por tanto pierde veracidad el decir que el “coito también es…”. Espero estar dejando claro el matiz.
“Todas las mujeres que hemos vivido un “parto fisiológico y natural” sabemos que es una intensa experiencia sexual. Y la lactancia también: para la madre y el bebé. En todos estos procesos trabajan las mismas hormonas. Yo sólo reivindico el derecho a vivir nuestra sexualidad al completo. No desmerezco el coito en sí mismo, sólo digo que para nosotras sólo es una parte, no el todo.”
Aquí, sintiéndolo mucho, tengo que disentir. Yo he tenido un parto intervenido (inducción con oxitocina, enema, epidural, episotomía) y otro natural (cuando llegó, sin enema, sin epidural y sin episotomía y, por supuesto, sin médico). Me gustó más el segundo, a pesar de los dolores, y es lo que voy a repetir dentro de unos meses; pero me temo que vas a tener que abrir conmigo una lista de las que no consideraron su parto natural como una intensa experiencia sexual. Ni la lactancia. Esto no quiere decir que no percibiese la magia del momento. La percibí, vaya que sí; y tampoco quita que el que alguien perciba el parto y la lactancia como parte o extensión de su sexualidad me parezca posible y dentro de la normalidad: La sexualidad humana tiene una dimensión psicológica enorme y, por tanto, nada desdeñable, independientemente de su función reproductiva. Pero generalizar a todas las mujeres una dimensión/percepción sexual del parto y la lactancia me parece arriesgado y poco formal, teniendo en cuenta que no es nada difícil encontrar un número significativo que disiente. Sólo hay que preguntar.
“Yo defiendo el derecho de la madre a reincorporarse a su vida pública y profesional con su bebé. A que no se vea aislada simplemente por la necesidad de su hijo de estar con ella. Para esto no sólo es necesaria una baja maternal de 6 meses (como mínimo). Para algunas mujeres también podría ser muy ventajoso el hecho de que se viera con naturalidad (y sin críticas ni escandalizaciones) que se presentaran en su puesto de trabajo con su bebé, en lugar de tener que separarse de él. El hecho de que la lactancia sea parte de nuestra vida sexual no significa que estemos en éxtasis cada vez que damos de mamar. Habrá condiciones en las que una toma se convierta en un momento muy íntimo y especial. Pero otras tomas se hacen en público, mientras hablas con otra gente o tú misma comes algo. No veo el problema ni la incongruencia de ambas situaciones.”
Gracias por la aclaración sobre este punto. Estoy de acuerdo. Lo que habría que ver es cómo se regula esto, que no es tan simple (otros trabajadores sin hijos…etc.) pero eso ya excede con mucho el tema en cuestión.
“No digo que yo sea mejor madre que las que dan el biberón o ponen a su hijo en la cuna en otra habitación desde el primer día. Pero sí que soy mejor madre que si yo pusiera a mi hijo a dormir en otra habitación y le diera el biberón. Como he llegado a esa conclusión, quiero poder ejercer la maternidad de la mejor manera posible bajo mi punto de vista, quiero que se me respete por ello y se me apoye TANTO como a las que han optado por ejercer su maternidad de otra manera.”
Me parece un poco contradictorio afirmar por un lado “No digo que yo sea mejor madre que la que hace tal y cual” y a renglón seguido “sí que soy mejor madre que si hiciese tal y cual”. No entiendo qué quieres decir exactamente con esto, pero por muchas vueltas que le doy, lo que estoy entendiendo es que sí que te consideras mejor madre que si hicieses tal y cual y por tanto que eres mejor madre que las que lo hacen.
Y ahí es donde veo yo el problema fundamental:
Está claro que todas las madres (o por lo menos la aplastante mayoría) quieren hacerlo lo mejor posible y que las necesidades de los niños, según vamos aprendiendo e investigando, se perfilan cada vez más objetivas (alimento, cariño…etc.) y van adoptando la forma de derechos. Pero los derechos de los niños tendrían que ir aparte de los derechos de la madre. Son independientes. Una cosa es la maternidad (que no está apoyada en ningún sitio de verdad, al contrario que la natalidad, que no tiene nada que ver con la maternidad en sí), que tendría que tomar como punto de partida a la madre, y otra cosa es la infancia, que toma como punto de partida al niño. Que un niño para nacer necesite una madre y que una mujer para ser madre necesite un niño (propio o adoptado) es un hecho, pero los derechos de estos dos individuos (madre e hijo) son diferentes e independientes, por el simple hecho de que son individuos diferentes e independientes.
Si se está luchando para que las mujeres puedan ejercer su maternidad (criar) como les plazca, o sea, para que adquieran derechos, estos no se pueden definir y construir exclusivamente basándonos en los derechos/necesidades del niño (ser criado), porque entonces los derechos de las mujeres en cuanto a su maternidad dependen de los derechos de los niños. Si se hace así (que es como estáis argumentando) se están, nuevamente, supeditando los derechos de las mujeres a los de otros individuos. Y esto (por muy valiosos e indefensos que sean y estén estos individuos), por definición, no puede ser feminista.
Reconozco que no puede ser infructuosa esta manera de reivindicar: si un niño tiene derecho a mamar (porque es lo mejor para él y tiene infinidad de beneficios emocionales independientes de su valor nutricional) y la única que puede darle de mamar es su madre, esta tiene que tener derecho a estar disponible para poder hacerlo. Pero si nos concentramos demasiado en el niño y sus derechos, basando el derecho a amamantar en el derecho a ser amamantado (y a pesar de que para poder ejercer el derecho a amamantar hay que tener a quien amamantar), es fácil llegar a un punto (sobre todo en una sociedad machista y paternalista) en el que por parte de la madre los derechos se convierten en obligaciones (ya sean legales o morales, en ambos casos el individuo se siente obligado, aunque en uno de ellos además lo esté).
Pedir poder “ser las madres que nuestros hijos necesitan” no es lo mismo que pedir “ser las madres que cualquier hijo, según los últimos estudios neurológicos/biológicos, necesita”. ¿Qué margen de elección queda aquí dentro para la madre? Ninguno…. Si las necesidades de los niños están tan tan claras (estar pegados a su madre constantemente, mamar…), ¿qué se supone que debe elegir una buena madre, una que quiera lo mejor para sus hijos (o sea, todas), una que quiera ser una buena madre con ellos? No le queda nada que elegir. O sí. Entre ser una buena madre (definido esto en términos objetivos de lo que el niño necesita) o ser una mala madre.
Cuando dices que “cada una tiene que ejercer la maternidad como mejor le parezca. Pero me gustaría hacer una puntualización: todas las decisiones referentes a nuestra manera de ejercer la maternidad deberían basarse en un profundo conocimiento del tema. Es evidente que no viene mal informarse muy bien de las consecuencias de todas las decisiones que tomes respecto a tu hijo. Parece que tienes que estudiar años para se médico, biólogo, abogado o economista pero que para ser padre/madre ya naciste sabiendo y eso no es verdad. Muchas veces hacemos cosas porque “todo el mundo lo hace desde siempre” y con la excusa no profundizamos en las consecuencias. Pues bien, creo que todos y todas deberíamos aprovechar nuestra inteligencia y capacidad de aprendizaje y aplicarlas también a la maternidad/paternidad. A partir de ahí, todas las decisiones tomadas basadas en el conocimiento y el profundo amor que tenemos por nuestros hijos serán acertadas.” veo un claro ejemplo de a lo que me refiero con que no me parece congruente que afirmes, por una lado que no dices ser mejor madre que la que hace tal o cual y a renglón seguido que sí que lo eres por no hacerlo. O sea, dices que cada una ejerza como mejor le parezca, pero que deberíamos informarnos sobre el tema. Con los nuevos avances de la Ciencia, que se considera adalid de la objetividad por excelencia (aunque se nos olvide que no siempre es así y que los hechos por sí mismos no dicen nada si no existe una teoría que los interprete para ser confirmada), deberíamos llegar todos a las mismas conclusiones. Y siempre es muy fácil decir “no lo digo yo, lo dice la Ciencia, hay estudios sobre el tema.” ¿Puede entonces realmente una mujer ejercer su maternidad como quiera? Sí, puede, pero allá ella con su conciencia.
Estamos dejando de valorar la relación madre-hijo (crianza) como una relación, algo recíproco, en la que tanto el niño como la madre tienen necesidades, algunas coinciden, otras son diferentes (hay bebés que demandan más que otros, niños más tímidos, más abiertos, más independientes, más solitarios, más racionales, más viscerales… y lo mismo ocurre con los adultos) y parece que ya no cuentan cosas como cómo se les ilumina la cara cuando están juntos, cómo se estremece ella cuando le huele, se emociona cuando sonríe, por esos momentos en los que siente que el mundo podría pararse en ese mismo instante y empezamos a valorar sólo transmisiones neuronales, cantidad diaria de hormonas segregadas y actividad cerebral ¿Qué le queda a esta madre? ¿Qué le queda cuando le dicen que sus besos valen menos porque ha decidido dar un biberón y no la teta, o cuando estos los recibe el niño después de haber pasado unas horas al cuidado de otro, porque tal o cuál parte del cerebro se activa o no de tal o cuál manera? ¿Realmente puede sentirse a gusto una madre cuando elije otra cosa, cuando le están diciendo, basándose en números y estadísticas, que hacerlo es como elegir conscientemente no ser buena madre y, por tanto, elegir ser mala madre?
Aquí en Alemania (país elitista, racista, profundamente machista y paternalista), con esa argumentación han visto el cielo: Se han quitado de encima un buen porcentaje de paro (porque las amas de casa no pueden trabajar), se ahorran un buen pico en inversión social y encima con el visto bueno de la sociedad y la resignación de muchas mujeres. Las ayudas económicas que dan para que te quedes en casa a cuidar de tus hijos (como si tuvieses otra opción, claro), son ridículas, no cubren ni un cuarto de lo que le costaría (condicional) al Estado que ese niño vaya a la guardería. El Estado se ahorra el pastón que le cuesta la plaza, pero no le da ese dinero a la madre, sino una especie de “compensación”/premio que no da ni para comprar pañales. Pero claro (como se argumenta aquí) si es lo mejor para los niños ¿qué tiene de malo que no puedas trabajar (o hacer cualquier otra actividad que te realice/guste y que requiera un número determinado de horas)? ¿No es lo mejor para los niños quedarse en casa con su madre? ¿De qué te quejas entonces, mujer? ¿Acaso no quieres ser buena madre, acaso no lo eres? y si decides hacerlo como te parece a ti, y no como le parece al resto, eres mala madre (o Rabenmutter/madre cuervo) y, para eso, mejor no haber tenido hijos (Alemania tiene la tasa de natalidad más baja de Europa). Definir lo que es ser una buena madre sólo según las necesidades de los hijos, es lo que tiene.
Si el feminismo que construye y define el derecho de las mujeres a partir del derecho de los niños sigue su curso en España, acabarán como aquí: En la práctica, una vez madre, no tienes derecho a nada, ni siquiera tienes derecho a ser la madre que tú quieres ser para tus hijos (y que probablemente sea la que necesitan: una madre satisfecha con su ser madre), sólo tienes obligaciones, la primera: La obligación de ser la madre que tu hijo necesita (según los expertos).
Y no es imposible: Tal y como está la situación en el país, ¿qué mejor para el gobierno que quitarse de un plumazo el 50% de los parados, ahorrarse lo que le cuestan las plazas de la guardería (porque no os daría la cantidad íntegra, sino un pico, una pequeña parte, para que creas que te apoyan a ti y no vayas a pensar que lo que quieren es ahorrar)? Y todo esto, además, con el convencimiento de estar haciéndonos un favor a todas, porque antes, con las bajas maternales tan ridículas y los niños sufriendo al cuidado de extraños, estábamos fatal ¿no?
Sobre tu elección de la palabra “abandonar” (“Dije abandonar porque quería hacer énfasis en los sentimientos del bebé y porque quería hacer hincapié en la conexión que yo creo que existe entre la teoría de la herida primal de Nancy Verrier y los problemas derivados de la falta de la madre no sólo en los casos de abandono/adopción”) se puede aplicar lo anterior. Una vez más, es poner énfasis en lo que necesita/a lo que tiene derecho el niño por encima de la madre. Y una vez más, se ignora la parte/necesidad de la mujer: ¿A nadie se le ocurre pensar que la abandonada ahí también es la madre? ¿Que no le queda otra que dejar a su hijo en la guardería/encerrarse en casa/no tener hijos?
“Si una madre se siente insultada por esta frase tal vez es porque ella también siente que está abandonando a su bebé.” Y aquí llegamos al tema de la culpabilidad o, mejor dicho, de la culpabilización.
Lo primero que quiero puntualizar, es que el método “tú sabrás/allá tú” utilizando al bebé como arma arrojadiza, me parece bastante ruin. No sé qué se pretende con esto, si no es que una madre se sienta culpabilizada (que no necesariamente culpable) y de una manera bastante rastrera: apelando a su amor por sus hijos. Y luego lavarse las manos, en plan “yo no he dicho que tú le abandones, pero él se siente así, tú sabrás por qué te afecta que te lo diga”, es poco honesto.
Sentirse culpable es algo normal. Aquí aprovecho para mencionar el último post de Ileana (con el que estoy de acuerdo en muchas cosas, pero también en desacuerdo con otras), porque explica perfectamente la normalidad de la culpa: “Una cosa es cierta: muchas madres nos sentimos culpables. O por lo menos nos sentimos mal […] Nos sentimos culpables (o mal) de sólo pensar en la posibilidad de estar haciendo algo "malo" para nuestros hijos. De que podamos estarles haciendo "daño" sin querer.”
Yo me siento culpable porque desde que he tenido otro hijo no puedo darle la misma atención absoluta al primero, porque al segundo no le puedo atender como si fuese único, me siento culpable si tengo que estar una semana en reposo por orden del médico y veo que mis hijos me reclaman atención y actividades (movidas) conjuntas, porque esta semana sólo han comido pescado un día…etc. Vamos, me siento culpable por un montón de cosas. ¿Es malo? No necesariamente… Para poder sentirse culpable, primero hay que sentirse responsable, o sea, te tiene que importar esa persona, su bienestar, su felicidad. Que una madre se sienta culpable con sus hijos (cosa habitual) es, para mí, señal de que se preocupa por las necesidades de su hijo, de que le quiere. Y no, no equiparo el sentirse culpable con el sentirse responsable, sólo digo que sentirse culpable es una de las muchas consecuencias que trae consigo el sentirse responsable (para citar otra más “positiva” o reconfortante: sentirse orgulloso, por ejemplo).
Que una mujer se sienta culpabilizada es otra cosa. Cuando una mujer se siente culpabilizada es porque alguien le dice que su sentimiento de culpa (consecuencia de su sentimiento de responsabilidad, de ese miedo y esa angustia que sienten todas las madres pensando en la posibilidad de que sus hijos puedan sufrir, por su culpa o por factores externos) lo tiene porque está haciendo algo malo. Si a una mujer que quiere a su hijo y en el que piensa mientras está trabajando y este está al cuidado de otro, preocupada por que esté bien atendido, echándole de menos (normal, le quiere), se le dice que el niño se siente abandonado y que, por tanto, siente que ella le está abandonando (aunque sólo sea por unas horas, aunque el “abandono” no sea definitivo), se siente culpabilizada (o sea, señalada como la causa única y exclusiva de que el niño sufra) y por tanto insultada (porque es como decirle que no le importa que sufra, que antepone otras cosas a su hijo, está poniendo en entredicho que sus hijos sean su prioridad en la vida). No digo que no sea verdad que el niño pueda sentirse abandonado, pero utilizar esto para remover la culpa (o el sentirse mal) y convertirla en acusación directa de estar haciendo algo malo, no me parece honesto. El niño se puede sentir abandonado en varias situaciones, que nada tienen que ver con una guardería (por ejemplo, cuando nace su hermano y su madre no puede estar con él como antes), pero a nadie se le ocurriría decir que es malo haber tenido otro hijo.
Ileana habla en su último post de que muchas madres no cogen ni amamantan a sus hijos porque, total, dentro de 16 semanas van a tener que ir a la guardería y así mejor no se acostumbran a mamá y sufren menos. Ella misma expone su caso después, cuando llevó a su hija a la guardería con 7 meses y cómo precisamente la lactancia y el colecho les ha ayudado a mantener el vínculo, a que su hija se sienta atendida y querida por su madre. A compensar. A equilibrar. Otras madres compensan de otras maneras. Otras hacen lo que comenta ella: No acostumbrarles desde el principio. Cito textual del artículo: “¿Podría decir que las personas que dicen que los niños están mejor con su mamá me hacen sentir culpable, por yo haber decidido dejarla allí? No, nadie tiene la culpa de mi culpa.” Y añado que, efectivamente, nadie tiene la culpa de mi culpa, pero sí de culpabilizarme. Si a un animal herido le metes el dedo en la yaga, saltará y, aunque no se tenga culpa de la herida en sí, sí que se tiene de hurgar en ella y agrandarla, corriendo el riesgo de infectarla. Si a una mujer que se siente culpable con sus hijos (me atrevería a decir que todas en algún momento) alguien les dice que eso es porque están haciendo algo malo, se sienten juzgadas, desamparadas y es posible que acaben sintiéndose muy infelices.
Hace un par de siglos estábamos fatal, en eso estamos todas de acuerdo. Ahora tampoco estamos tan bien. Que tengamos derechos legales no parece ir de la mano – por desgracia todavía – con que se consideren derechos. El tufillo general en muchos países (casi que en todos, diría yo) es más de resignación que de reconocimiento. Y esto se ve reflejado en varias cosas: No hace tanto que podemos votar, ni conducir, ni tener nada en propiedad, la diferencia de sueldos sigue siendo, como poco, llamativa, si no tienes hijos o no te casas sigues siendo tachada de solterona, si estás de mal humor no hay muchos que se callen el comentario despectivo “tendrás la regla”, se ha tenido que crear un Ministerio de Igualdad (cuya dirigente no me parece la más apropiada, pero eso no tiene nada que ver con la necesidad del Ministerio y su labor en sí), redactar leyes sobre la paridad, violencia de género… etc. Y así podría seguir y seguir con 1000 ejemplos más sobre que lo que la ley afirma (que hombres y mujeres tenemos los mismos derechos) no es el reflejo de las conciencias.
Precisamente por esto, no creo de ninguna manera que el feminismo clásico, aquel que consiste en masculinizarse (explicado de una manera bastante simplificante y despectiva, porque es mucho más que eso), esté anticuado o pasado de moda ni mucho menos. Precisamente gracias a estas mujeres que tienen el valor de plantarse delante de los hombres mostrándoles que pueden ser igual que ellos, trabajar igual de duro, ser igual de eficaces, rápidas…etc., es posible que muchas nos quedemos en casa a cuidar, amamantar y abrazar a nuestros hijos y que esto sea visto como una libertad y el ejercicio de un derecho (reconocido o por reconocer) y no como una obligación, tradición o condición natural de género. La sociedad, por desgracia, no está todavía preparada para verlo de aquella manera y para vuestra revolución necesitáis a esas que tanto despreciáis/criticáis por haber dejado de lado su esencia femenina, porque si ellas no estuviesen plantando cara y luchando por lo que lo hacen y cómo lo hacen, lo que hacemos muchas (incluida yo) no sería considerado derecho o elección, sino más bien condición. Personalmente, les estoy profundamente agradecida y espero que se reconozca que todavía necesitamos de este feminismo, para que el vuestro, el mío y el de cualquier otra que se aleje de este clásico tengan algún sentido en absoluto.
Yo no soy bióloga, ni he leído y estudiado el comportamiento sexual animal y humano. Por no leer sobre el tema, no me he leído ni a González ni a Estivill y mucho menos los libros de los que has hablado. Por tanto y que quede claro que yo no te discuto los hechos, ni la validez de los estudios. No pongo en duda en ningún momento que la lactancia natural sea lo mejor, ni que el colecho sea provechoso, ni siquiera que el pañuelo sea mejor que el cochecito. A lo que sí me dedico, sin embargo, es a los argumentos: A su plausibilidad, a lo que implican tanto consciente como inconscientemente, a las posibles consecuencias que traen consigo…etc. Puede parecer, tal y como está vapuleada tanto la maternidad como la infancia, que en vuestra manera de reivindicar (no en vuestras reivindicaciones, que no tiene nada que ver el qué con el cómo), estéis dando un paso más en los derechos de las mujeres, pero lo que en realidad estáis haciendo es tirando hacia atrás. Que las necesidades de los niños son hechos y deberían ser derechos, vale. Pero si definís los derechos de las mujeres/madres sólo en base a estos, los estáis supeditando. Será social, biológico, solidario o lo que queráis, pero feminista seguro que no.

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