Revista Educación

Tacones malditos

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Tacones malditos

Yo veo unos tacones y siento el dolor. Reconozco su elegancia y el poder en la adolescencia quete otorga subirte a esos artefactos del demonio y mirar el mundo desde un punto de vista un pelín superior al de tu variable autoestima. Pero si una de las fotos de finales de fiesta es la mujer descalza con los zapatos en la mano, es por algo. Son insufribles. Estos instrumentos de tortura sólo son indoloros si los usamos para sacar la foto, subirlas a las redes y devolverlos a su caja. Respeto muchísimo a quienes gustan de estos artefactos y los usan durante horas y días seguidos, son muy valientes. Yo, que siempre he abrazado el confort prefiero los zapatos planos o con un mínimo taconcito imperceptible. Para reforzar mi cobardía he encontrado un a rtículo en el que culpabilizan a los tacones de más de cuatro centímetros de una cantidad considerable de males, como provocar lesiones dérmicas, fracturas de estrés y otros problemas impronunciables como la fascitis plantar, el síndrome de predislocación o la exostosis subungueales, sean lo que sean. El que advierte no es traidor.

Tacones malditos
Piedras y hierba, los grandes enemigos de caminar con tacones.


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