Revista Cultura y Ocio

Una (larga… pero amena) crónica de Sant Jordi

Publicado el 25 abril 2015 por Benjamín Recacha García @brecacha
Con la vida a cuestas - Printcolor

‘Con la vida a cuestas’, a tiempo para celebrar Sant Jordi. Uuuuufffff…

Tras dos días trepidantes, regresa la calma. Sant Jordi ha vuelto a ser una celebración preciosa, la segunda vez que la vivo desde dentro, como autor, y tengo la cabeza repleta de imágenes, sonidos, sensaciones, que voy a intentar trasladaros de la manera más amena posible. Lo de amena es importante, porque adelanto que el “tocho” que os viene por delante va a ser considerable.

Si la crónica del año pasado fue larga, ésta la va a superar. He tenido una agenda aún más apretada y, por tanto, más cosas que contar. Allá voy.

Miércoles, 22 de abril

Los nervios me corroen cuando, como cada mañana, enciendo el ordenador. “Por favor, que los de Printcolor tengan los libros a tiempo…”. He conseguido que me hagan un hueco en la firma de autores locales en Badalona. Será a las 18 horas, pero ¿cómo me voy a presentar si no llevo la novela nueva?

Abro el correo, el Facebook, y mientras repaso emails y mensajes me encuentro una publicación en el muro de Printcolor que me pone eufórico: “¡¡¡Son mis libros!!!” Ahí están, en un precioso vídeo, el más bonito que recuerdo (ni bebés, ni bodas, ni excursiones por la montaña, dónde vas a parar…), saliendo de una máquina con sus páginas y su cubierta bien puestecitas. Definitivamente, soy feliz y, lo confieso, me emociono. Esto tiene que conocerlo el mundo entero, así que, hala, a compartir como un poseso. Lo descargo y lo cuelgo en mi canal de Youtube para poder incorporarlo a la última entrada del blog, ésa en la que explico mi experiencia editando Con la vida a cuestas.

Con la cara de bobo, visionando una y otra vez el vídeo, recibo la llamada de Conxi (Conchi en catalán; no tenemos ‘ch’, su función la cumple la ‘x’), periodista de Ràdio Caldes, para invitarme a una tertulia literaria el día siguiente, de 10 a 11, donde compartiré micrófonos con otros dos autores locales, Joan y Marta. Luego os hablaré de ellos.

Hago un salto temporal hasta el momento de la recogida de los 225 libros en la imprenta. Por suerte está cerca de donde vivo. Me ahorraré explicaros la negativa de cierta papelería-librería de Caldes a hacerse millonaria gracias a mis libros. Ellos se lo pierden. Vaya, parece que sí lo he contado…

Puntual como un clavo (“¿Puntual tú?” Sí, a veces lo consigo), me presento en Printcolor (os prometo que, aunque haya mencionado el nombre tres veces ya, no es, repito, no es un post patrocinado), donde me encuentro con una decena de cajas en cuyo interior, efectivamente, ¡se encuentra mi libro! Otra vez la sonrisa de bobo.

Me reciben Laura y Sara, atentas, eficaces, eficientes y simpáticas, como siempre (estoooo, vamos a tener que hablar sobre lo del patrocinio) y nos hacemos la gloriosa foto que abre esta crónica, con parte del eficiente, eficaz y, en definitiva, “fantabuloso” equipo que ha hecho posible que este Sant Jordi haya sido el mejor de mi vida. “¿Dirías lo mismo si no hubieran tenido los libros a tiempo?” Sobre situaciones hipotéticas no opino. Lo que sí puedo decir es que me advierten que abra los libros con mucho cuidado porque están recién encolados… Soy zurdo, así que, sin poder abrir apenas la portada, os podéis imaginar la calidad de mi letra (ya de por sí terrible) en las dedicatorias…

A trabajar. Sí, antes de la firma colectiva tengo una hora de clase en la Escuela Ser & Estar, donde soy profe de refuerzo. Además, como para Sant Jordi Sonia (mi amiga de toda la vida y jefa circunstancial) ha organizado una venta de libros a un euro para financiar la biblioteca del club de lectura, dono dos ejemplares (nuevos, ¿eh?) de El viaje de Pau. Me alegra ver que Carla, una de mis alumnas, se lleva uno para regalárselo a su padre.

Biblioteca Ser & Estar

En la Escuela Ser & Estar promovemos la lectura.

18 horas. Plaça de la Vila de Badalona. Hay mucho movimiento. El día acompaña. Localizo la carpa de Saltamartí Llibres, donde tengo que dejar los ejemplares que los lectores que quieran que les dedique deberán adquirir previamente. Gerard no me reconoce y pone cara de susto al ver a un desconocido cargado con dos cajas. “¿Dónde narices pretendes que meta eso?”, parece preguntar, pero, tras los primeros segundos de desconcierto, recuerda quién soy. Le dejo unos cuantos libros y ocupo mi silla junto a (como el año pasado) tropecientos autores que, teniendo en cuenta el precedente de un año atrás, pocas dedicatorias escribiremos. Lo importante, en cualquier caso, es estar allí y respirar el ambiente pre Sant Jordi.

Hay algo que echo de menos (nota nostálgica): la presencia de mi tío José, ese tío genial que me recibió en esa misma plaza hace sólo 365 días. Maldito cáncer.

Pero la vida sigue, que se lo pregunten a Alberto, el protagonista de Con la vida a cuestas. Y sé que él habría vuelto a acompañarme y que estaría orgulloso de su sobrino escritor.

Sant Jordi 2015 - Badalona
En la plaça de la Vila de Badalona (el señor del pelo blanco es mi padre).
Sant Jordi 2015 - Badalona
Firmando un ejemplar de ‘Con la vida a cuestas’ para mi prima Isabel mientras Albert rediseña la decoración (la señora de la izquierda es mi madre).

La familia siempre responde. Tengo la inmensa suerte de contar con una que es estupenda. Así que, como no podía ser de otra manera, enseguida vienen a verme mis tíos Manolo y Nuri, mis padres, mi pareja, Luci, y mi hijo, Albert, y mis primas Chari e Isabel. Y sé que habrían venido más si hubieran podido. Lo importante es que siento su cariño y apoyo constante, como el de otra tanta gente, amigos cercanos y en la distancia.

Estos días sois muchos los que me habéis comunicado vuestra intención de haceros con mi nueva novela. Ahora empezaré la tarea (pesada, para qué os voy a engañar) de distribución. Espero poder anunciar novedades interesantes al respecto próximamente. También estoy preparando algunas presentaciones, así como la versión digital. Ya os iré informando.

Bueno, el aperitivo de Sant Jordi no da para mucho más, así que pasemos al día grande.

Jueves, 23 de abril

A ver, repaso de agenda. A las 8.30 tengo que estar en la puerta del cole para ayudar a preparar el estand de venta de libros y rosas (son de chuches, preparadas por mamás, igual que los puntos de libro. El motivo de por qué en la inmensa mayoría de actividades voluntarias escolares sólo participan mujeres es digno de estudio) del AMPA (Asociación de Madres y Padres de Alumnos). Éste será el primer año que mis libros estarán expuestos a la comunidad educativa. Casi nadie en la escuela sabe que escribo.

A las 10 participo en la tertulia radiofónica sobre la fiesta literaria que es Sant Jordi. A las 11.30 leo un cuento en la clase de mi hijo. Cuando acabe, sigo un rato más en el estand del AMPA, a ver si, de paso, vendo unos cuantos ejemplares de mis novelas. Se me pasa por la cabeza pasarme por el Parc de l’Estació, donde se instala la feria del libro de Caldes, y “atracar” la carpa de alguna librería para que se quede unos cuantos ejemplares de Con la vida a cuestas, pero no lo tengo decidido, porque también tengo que comer y a las 17 horas he de estar en Barcelona, en Gràcia, para participar en una feria mucho más multitudinaria, en el estand de la librería Consumició Obligatòria.

Hace un día espléndido, ideal para una jornada que, por encima de todo, invita a ser vivida en la calle, respirando buen rollo. Tengo la suerte de poder permitírmelo. Quizás haya quien opine que disponer de un empleo a tiempo parcial sólo por las tardes no es la situación ideal. Si llevas un tren de vida elevado, desde luego que no lo es, pero yo no soy nada caprichoso. Afortunadamente, los placeres que más disfruto, como el sol de primavera, pasear por la montaña o una charla agradable, todavía son gratis.

Llegamos al cole (Albert me acompaña) un poco después de las 8.30. Hay que preparar todo el estand. Nos ponemos a ello, junto con otros padres y madres, y poco después somos invadidos por un ejército de niños, mamás, papás, abuelos y abuelas que reclaman su rosa de chuche y hojean algún que otro cuento. Son sólo unos pocos minutos, porque enseguida los peques entran al cole. Antes de irse, algunos padres curiosean los libros para adultos, y ahí estoy yo: “Estos los he escrito yo”. “¿Ah, sí? ¿Eres escritor? Pues no lo sabía. Qué bien, ¿no?”. Caen las primeras ventas. No sin antes tener que responder a una pregunta que escucharé varias veces a lo largo de la jornada: “¿Cuál te gusta más a ti?” A ver, que sólo llevo dos. Cuando haya escrito diez, podré elegir, pero ahora me es imposible, no puedo decantarme por uno. Los quiero por igual. Total, que unos se llevan El viaje de Pau y otros Con la vida a cuestas. Algunos repiten después de haber leído el primero, y esa sensación de contar ya, tan pronto, con lectores fieles, es muy agradable.

“Uy, las diez. Me tengo que ir”. Pero antes me hago con un ejemplar de El monstre de colors (El monstruo de colores) y una rosa de chuche para Albert. La radio queda cerca y el camino es de bajada, así que me planto allí en un momento. En el estudio ya me esperan Míriam, la conductora del programa ‘El Transcalderí’, y Joan Martí, autor d’El pla de les ànimes, y d’El puma de pedra: El llac sagrat, dos novelas de ficción histórica con tintes mágicos. Marta Sternecker nos acompañará por teléfono desde el Parc de l’Estació, donde ha montado una parada para vender los dos primeros volúmenes de la tetralogía (nada menos) La profecía del mundo Oyrun: Magos oscuros y El colgante de los cuatro elementos. Enseguida me daré cuenta de que tiene una visión del sector editorial tradicional muy parecida a la mía, incluso más negativa, y una resolución total para hacerse hueco en el mercado a través de la autoedición. Desde luego, con apenas treinta años, tener lista una tetralogía de la que va publicando un volumen anual, es un hito muy destacable.

La tertulia es muy interesante (incrusto el podcast. Dura una hora, a partir del minuto 18. Aviso de que hablamos en catalán) y ya se sabe lo que ocurre cuando uno se encuentra a gusto: el tiempo pasa volando. Una de las sorpresas del programa es escuchar la grabación de una lectora de El viaje de Pau, a la que no conozco, hablando maravillas de la novela. Asegura que comprará la nueva. Nota mental: “Tienes que llevarla ya a las librerías de Caldes”.

Nos despedimos poco después de las 11, que tengo que correr para ensayar con Alba (la madre de Érika, compañera de mi hijo en la clase de ‘Les granotes’, las ranas) el cuento, aunque sólo sea una vez.

Ahí está, curioseando mis libros. “Así que eres escritor”. “Ya ves”. Nos concentramos en ‘La princesa eixerida, el drac poruc i el cavaller pacifista’ (‘La princesa espabilada, el dragón miedoso y el caballero pacifista’), el cuento que he escrito para la ocasión. Es el segundo año que la escuela Montbui organiza una actividad que me parece un acierto total. El año pasado también escribí el cuento, y la experiencia fue fantástica. “Estoy nerviosa”, dice Alba. Es normal. El público infantil no entiende de diplomacia, así que si algo les aburre no dudan en expresarlo. Pero los nervios marchan enseguida, en cuanto empezamos a leer, a poner voces y escuchamos las risas y comprobamos las ganas de interactuar de los peques. El rato pasa volando y en cuanto acabamos recibimos su ovación y su cariño sincero… en forma de rugidos y abrazos de dragón dispuestos a devorarnos para el almuerzo. Foto de familia, despedida efusiva, y vuelta a la realidad.

Sant Jordi 2015 - Escola Montbui

Haciendo de cuentacuentos en la clase de mi hijo. Un gran éxito.

No me quejo, que es una realidad muy estimulante. Las 12.30. Marabunta de niños que piden su rosa de chuche. Durante el rato que sigue vendo algún libro más. Decido no bajar a probar suerte en el Parc de l’Estació y, en cambio, comer con calma en uno de los mejores restaurantes de Caldes, el Cafè del Centre. Menú a 9,90, con platos deliciosos. Pido una ensalada de fruta con escarola, lechuga y queso gorgonzola; lasaña de verduras; y una tarta de chocolate con algo más (el chocolate es una de mis grandes debilidades, sin leche). El depósito a tope para encarar la parte a priori más movida del día.

Compro una rosa en la parada de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y vuelvo a subir al cole para ayudar a las 15 horas, otro de los momentos movidos del día. Antes de marcharme a Barcelona aprovecho para regalarle la rosa recién adquirida a mi señora esposa, como es tradición en Sant Jordi. Rosas y libros, una combinación deliciosa. Aún me da tiempo a vender y dedicar un par de libros más. Qué éxito.

Vámonos a Gràcia… Pero me ha picado la curiosidad escuchar a Marta por la mañana y decido comprarle un libro. Ha colgado una foto en Twitter que me ayuda a localizar fácilmente dónde se encuentra. Cuando llego, primera casualidad de la jornada (habrá más, sobre todo una bestial): está charlando con nuestro compañero de tertulia, Joan Martí.

Le compro el primer volumen de la saga, que no es para niños pequeños, remarca. Hombre, teniendo en cuenta su extensión, casi 850 páginas, el niño que sea capaz de leerlo es un crack. Me gusta la literatura fantástica, si está bien escrita, claro, y la historia está bien construida. Creo que es el caso. Le pido que lo dedique a la Escuela Ser & Estar, ya que pasará a engrosar la biblioteca del club de lectura. Eso sí, antes lo leeré yo.

Emprendo el camino a Barcelona, cantando a pleno pulmón en el coche. Rock FM enlaza ‘I want it all’ de Queen, ‘Song 2’ de Blur y ‘Mar adentro’ de Héroes del silencio. ¿Quién es capaz de resistirse a tal elenco?

La plaça de la Vila de Gràcia rebosa actividad. ¿He dicho ya que me encanta este día que hay que vivir en la calle?

Sant Jordi 2015 - Plaça de la Vila de Gràcia

La feria de los libreros de Gràcia, rebosante de actividad.

Localizo enseguida la parada de Consumició Obligatòria, la mejor librería, no sólo de libros de segunda mano, de Barcelona (hay que cuidarlos bien para que recomienden efusivamente mis libros), y allí me planto con mis dos cajas. Casi no me ha dado tiempo de abrirlas cuando aparece Cristina, la lectora y bloguera que ya me visitó el año pasado en la plaza Joanic y se llevó cuatro ejemplares. No es sorpresa, porque ya me avisó que vendría, pero me alegra muchísimo verla. Esta vez va muy bien acompañada, con su hija Emma y dos amigas. Se lleva dos ejemplares de Con la vida a cuestas, con lo cual se ha ganado sobradamente el primer puesto en el podio de los lectores predilectos (afortunadamente, hay unos cuantos que amenazan su lugar de privilegio). Mientras estoy escribiendo las dedicatorias cae otra venta, esta vez una señora desconocida a la que no he tenido ni que explicarle de qué va la novela. Bien, la tarde empieza fantástica. Y entonces llega Núria, una de mis “editoras” principales, a quien debo algunas de las modificaciones más importantes de la trama gracias a sus comentarios mientras la estaba escribiendo.

Sant Jordi 2015 - Plaça de la Vila de Gràcia
Con Cristina, lectora entusiasta y amiga.
Sant Jordi 2015 - Plaça de la Vila de Gràcia
Núria, mi primera “editora” y lectora “cobaya” modélica.

Ale, cuatro en un momento.

Ahora es cuando me fijo en el espacio que compartimos, uno, dos, tres, cuatro autores con el mismo objetivo: vender nuestros libros. Vale, no soy excesivamente competitivo, y menos en un día como hoy. Me niego a comportarme como un verdulero: “¡Tengo libros! ¡Los mejores libros! ¡Buenos, bonitos y baratos! ¡Señora, llévese a Pau con usted, verá qué chico tan majo!” No, no es ésa la idea.

El problema es que uno de nosotros sí parece ir en ese plan y coloca su libro en las narices a todo el que pasa a menos de dos metros de la mesa. Les cuenta algo, deduzco que las maravillas de su novela, pero lo que me molesta no es que intente vender sus libros, sino que ahuyente a posibles lectores, que no les deje buscar en paz. Lo normal después de librarse del escritor plasta es que no quieran saber nada de los demás. En fin, a ver si se cansa y nos da una oportunidad a los demás.

Pues no.

Por lo menos, mis padres se han acercado para darme apoyo moral.

Llegan otros dos autores y, ale, ya podemos montar una tertulia literaria. El plasta no tiene intención de largarse, pero en los siguientes minutos lo hacen un par de los otros, intuyo que bastante resignados.

Entre los que llegan “de refresco” se encuentran quienes harán de esa tarde algo inolvidable: Jordi Fernández, alias Cuervo Malasartes, un tipo muy divertido y ocurrente, el Ken Follett de la Barceloneta, como he leído por ahí, autor de Max: una historia de los 80’s; y Christine Hart, exmodelo alemana afincada en Barcelona, que un buen día decidió poner al descubierto las “cloacas” del mundo de la moda de altos vuelos en Lo que las modelos callan.

Sant Jordi 2015 - Plaça de la Vila de Gràcia

Compartiendo mesa y risas con Christine Hart y Jordi ‘Cuervo Malasartes’ Fernández.

Nos explicamos nuestras respectivas aventuras editoriales. Los tres nos autoeditamos, aunque de forma y con motivaciones diferentes. Hablamos de muchas cosas mientras la gente desfila ante nosotros, se paran, miran los libros, pero pocos se deciden a comprarlos. No es fácil, pues ya no se trata de amigos o familiares que se acercan a “cumplir con su obligación”, sino desconocidos que tienen que elegir entre miles de títulos. Son las ventas más difíciles, pero quizás las más satisfactorias.

Tengo la ocasión de hablar de mi obra a varias personas. Algunas escuchan con atención, preguntan, y acaban marchando con una sonrisa… pero sin libro. Sin embargo, varias acaban decidiendo darme una oportunidad y se llevan alguno de los dos. “¿Tú con cuál te quedarías?” Otra vez.

La sensación que dejan esas ventas es buenísima. Y entonces ocurre “LA COINCIDENCIA”. En El viaje de Pau hay varias, algunas trascendentales para el desarrollo de la trama. Podrían parecer poco realistas, pero es que en la realidad las coincidencias suceden continuamente. Hay quien dirá que no, que no son coincidencias, sino encuentros que tenían que producirse. No lo sé. Yo soy bastante escéptico. No creo en el destino y sí en el libre albedrío.

Total, que ya bien avanzada la tarde aparece un hombre, acompañado por su hijo de unos diez u once años, que reconoce El viaje de Pau. “Anda, la compré en Aínsa, en La General, y me encantó. La leí en un día, no podía dejarla”. “Pues yo soy el autor”. “¿En serio?”. “No me lo puedo creer. No te imaginas la ilusión que me hace encontrarme con un lector desconocido”. “Me llamo Francesc, y ya me puedes dedicar la novela nueva. Me la llevo”.

El diálogo no es literal, pero ¿no resulta increíble? Me cuenta que su mujer es periodista y escritora, al parecer con cierto prestigio (no le pregunto el nombre), y que cuando decidió comprar la novela atraído por la portada de mi hermano Fran y el texto de la contraportada, ella le preguntó: “¿Por qué compras el libro de un autoeditado desconocido?”.”¿Y eso qué importa? Tú también eras desconocida cuando empezaste, ¿no?”. Irrebatible. Comprendo la reticencia de ella. Es la postura lógica porque aún existe el prejuicio (aunque cada vez menor) respecto a la supuesta poca calidad de la autoedición. Y es cierto que hay obras autoeditadas muy descuidadas. Es un debate al que me he referido en numerosas ocasiones. No creo que, teniendo en cuenta que llevo más de 3.200 palabras, sea el momento de retomarlo.

Ya acabo.

Jordi y yo nos quedamos solos mientras los compañeros de la librería empiezan a recoger. Me dispongo a hacer lo propio cuando se acerca una chica con aparente interés en mis libros. Aprovecho para (sin agobiar en absoluto) hablarle de ellos. Estoy seguro de que se quedará alguno, sólo es cuestión de que se decida por un título. Y entonces interviene Jordi. Empieza a hablarle de su novela, una historia de amor bastante subidita de tono ilustrada con fotos de su autoría. La hace dudar. Total, que dice que le gustan mucho, pero que va a dar una vuelta y que ya volverá. Sí, claro, eso es lo que dicen tod@s.

“La has ahuyentado”, le recrimino (de buen rollo) a Jordi. “Qué va. Esa estaba mareando la perdiz, pero no iba a comprar”. “Que sí, que se habría llevado El viaje de Pau si no hubieras empezado con tu novela pornográfica”. “Eh, que no es porno, que es una historia de amor”. Nuevamente, los diálogos no son literales, pero sí fieles a la esencia de lo que hablamos.

Nos vamos. Ya no queda ni un libro sobre la mesa. Y entonces aparece la misma chica… con un libro de autoayuda (o algo así) para embarazadas. “Lo siento, chicos. Es que es para mi hermana, que está a punto de parir. Pero vuestros libros me han gustado mucho, en serio”. Y Jordi, que tiene un morro que se lo pisa, no deja escapar la ocasión para proponerle quedar otro día, a comer, cenar o tomar un vermut, y que entonces le llevará el libro.

Rosas, libros, buen rollo e incluso oportunidades para tirar los tejos. Definitivamente, Sant Jordi es un día inigualable.

Compañero, ya me contarás cómo acaba la historia.


Volver a la Portada de Logo Paperblog