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"YO FUI SANTA" de Juan Luis Cano

Publicado el 13 agosto 2023 por Marianleemaslibros

   Pasaje destacado"YO FUI SANTA. El cielo nunca me lo reconoció, quizás porque no haya en él quien se encargue de certificar tales cosas o, simplemente, porque nadie lo habite, nadie lo conforme... Puede entonces que las esperanzas de los hombres no hayan sido, por siempre, más que ilusiones supersticiosas. En cambio, aquí abajo en la tierra, como los menesterosos siempre han necesitado pensar que su existencia tenía algún sentido, fueron muchos los que creyeron en mí.
Yo fui, durante algún tiempo, excusa para que sus temores más íntimos no se confirmasen, para no verse forzados a aceptar su insignificancia. Fui el apoyo de muchos a quienes la verdad nunca les permitió tener sueños. Sí, yo fui santa y lo fui por casualidad y también por supervivencia."

Juan Luis Cano (1960), es un periodista, escritor y humorista madrileño, especialmente conocido por haber formado parte del dúo cómico “Gomaespuma” junto a Guillermo Fesser y del programa con dicho nombre que se emitió durante años en distintas emisoras de radio españolas. De hecho, la mayor parte de su carrera profesional transcurre en la radio donde ha sido reconocido con numerosos y prestigiosos premios. Además de ser coautor de algunos libros, hasta la fecha ha publicado varias novelas en solitario, entre los que se encuentran “La funeraria” (2009), “La noche del aguacero” (2011), “El hombre que surgió del rímel” (2015). Con “Yo fui santa” ha quedado finalista de la septuagésima edición del Premio de Novela Ateneo-Ciudad de Valladolid en 2023, un Premio que ha contado con un prestigioso jurado formado por los escritores Gustavo Martín Garzo, Care Santos, Manuel Vilas, entre otros.
La trama a grandes rasgos sin spoiler
La historia está ambientada en los años 70 del siglo XX, en un pueblo minero de la cuenca del Sil cercano a Ponferrada (León), con el carbón tiñéndolo todo de color negro, la tierra, el fondo de los ríos, incluso las vidas de sus moradores. 
Bosque y carbón, savia y devastación, dibujaban un paisaje en el que el esplendor y la oscuridad convivían como las luces y las sombras en el ser humano.

La protagonista principal, la persona que nos cuenta la historia, su historia, es la “niña santa”, una niña que crece sumida en la miseria y lo que es peor, sin el amor de sus progenitores.
Todos los días de mi niñez los recuerdo así, calados, bien por la lluvia o bien por las lágrimas.

El padre está enfermo, el duro trabajo le ha enfermado y aún así, pasa el día entero en la mina para intentar sacar adelante a la familia, nunca está en casa y cuando está, como si no estuviera. 
Mi padre no fue ni bueno ni malo, fue lo que pudo, no mucho.

Y la madre…, pues totalmente desapegada de sus hijos, nunca les demuestra el más mínimo gesto de afecto, es más, siempre encuentra la menor excusa para zurrarles tanto a ella como al hermano, a veces incluso de forma brutal. A la niña le llegó a romper en una ocasión incluso una costilla y al hermano le dejó sordo de un guantazo. Pero todo eso fue antes de que la “niña santa” fuera santa. 
Mi hermano se quedó sordo de una bofetada que mi madre le propinó poniendo la mano hueca, provocando que se le hiciera el vacío en la oreja. Dijo que le había estado pitando la cabeza por dentro durante tres días y que casi se vuelve loco.

Porque todo cambia cuando una vecina del lugar jura y perjura haber visto una luz milagrosa rodeando a la chiquilla y al árbol hueco donde los hermanos guardan sus tesoros infantiles y acuden frecuentemente a jugar, asegurando además que dicha luz era la Virgen María hablándole a la niña, y la niña, en ningún momento lo niega ni lo desmiente. A partir de ese momento se abre el telón, y ¡da comienzo la actuación!.
El castaño hueco se había convertido en algo más que un lugar secreto, era una vía de escape, un desafío a quienes creíamos que atropellaban nuestro amor propio y, como nadie más podía disfrutar de él, era el cobijo en el que nos encontrábamos a salvo y nos hacía libres.

La historia se va complicando a medida que otros personajes entran por propio interés en el engaño (sin saber ellos que es un engaño), como su propia madre o don Baudilio, el cura del pueblo que decide organizar una procesión desde la iglesia cada sábado hasta el castaño hueco para celebrar una misa en la explanada, a la que acuden miles de personas llegadas de todas partes. La bola rueda y rueda, se hace más y más grande, la noticia va pasando de boca en boca, y llega un momento en el que la cosa adquiere dimensiones inimaginables, estratosféricas. Y la pobre “niña santa” se encuentra de repente como un pájaro enjaulado, sin vida propia, a todas horas controlada, sin amigas, rodeada siempre de gente, sí, pero sola, muy sola. Únicamente cuenta con la compañía de su hermano y de su mejor amiga, pero ellos tampoco sospechan que todo es una farsa. 
¿Podrá la niña santa escapar algún día de ese fraude en el que se encontró metida, quizás por conveniencia, quizás por necesidad?
Y hasta ahí puedo contar. . .
Los puntos fuertes de la novela
Hay varios personajes importantes, pero los más interesantes son tres:
La (mala) madre, cruel, violenta, trepa, narcisista, que maltrata a sus hijos y que ve su oportunidad de conseguir notoriedad y atenciones cuando la niña pasa a ser la “niña santa” y entonces, como ya no puede pegarle cuando se le antoja (porque ¿quién podría pegar a una niña que habla con La Virgen?), se inventa unos estigmas y la capacidad de realizar milagrosas curaciones, para conseguir notoriedad como su hija. El caso es que también cuela, porque resulta ser otra actriz inigualable. Claro, de tal palo, tal astilla. . .
Cada uno utilizaba sus estrategias en la batalla doméstica que se libraba cada día en nuestra familia. Había llegado a estar encerrada en el cuarto verde dos días, sin comer y sin beber. Mi hermano me contó que aquella vez, cuando abrieron la puerta, dando por finalizado el castigo, me encontraron en el suelo sin conocimiento, pálida como un fantasma y hecha un ovillo.

Don Baudilio, pedófilo, abusón, uno de esos tantos curas con el nombre de dios siempre en la boca, que va de santo, caritativo, de buena persona y de eso no tiene nada. Otro aprovechado que también pretende sacar tajada sobre todo económica del chanchullo mariano. 
Retumbaban en mi cabeza las preguntas con las que el cura insistía una y otra vez, confesión tras confesión, y que tan incómoda me hacían sentir: «¿Te tocas», «¿te gustan los chicos?», «¿piensas en chicos?», «¿y qué es lo que piensas?»

● Y "la niña santa", por supuesto: ella nos lo cuenta todo en primera persona. Nos cuenta la pantomima en la que convierte su vida y lo sola que se siente siempre a pesar de estar en todo momento rodeada de gente, porque no puede contarle a nadie ni desahogarse con nadie por miedo a que se descubra el pastel. Me dio pena la chiquilla, sin infancia, tan aislada, tan acorralada sin saber cómo salir del atolladero en el que se había metido. Claro que el atolladero y sus inmediatas consecuencias, al principio no le desagradaban, porque la hacían sentir especial teniendo a todo el mundo siempre pendiente de ella, pero pronto se termina agobiando y solo quiere regresar a su antigua vida, a una vida normal y corriente como la de todos los niños. Pero ya no habrá vuelta atrás.
¡Qué dura es la soledad del infame! No había nadie a quien pudiese contárselo, nadie con quien poder compartir mi desvelo.

 Dos personajes también importantes con bastante peso en la trama son: 
El otro cura del pueblo (los fieles andan divididos entre ambos), Antonio, conocido como “el cura rojo”, el “cura jipi”, que es el opuesto a Don Baudilio en todo, buena gente, empático, caritativo, siempre dispuesto a ayudar al necesitado, defensor de causas injustas que además intentó desenmascarar el engaño de la niña santa. 
A mí me dio un poco de pena, porque siempre creí al cura jipi una buena persona, que se ponía del lado de los débiles, que ofrecía su ayuda a los necesitados y que no hacía distinciones entre unos y otros ni discriminaba entre foráneos y nativos. A pesar de que desde un principio intentó desenmascararme, no le guardaba rencor ni despertó en mí, en ningún momento, sentimientos de desprecio, muy al contrario, siempre me pareció que poseía cierto encanto y me produjo una especie de atracción muy particular, difícil de explicar. Cuando aparecía, seguido de sus mineros comunistas, armando jaleo y enfrentándose a mi séquito, intentando desbaratar toda aquella parafernalia que se había organizado a mi alrededor, en el fondo de mi ser, algo me decía que lo que en verdad deseaba yo era que triunfase y que quedase al descubierto todo aquel enredo, porque así, de una vez por todas, podría sentirme liberada por fin.

● Y la tía de los niños, hermana pequeña de la madre (aunque eran tan distintas como la noche y el día), que adora a sus sobrinos (sus sobrinos también la adoran a ella) con los que mantiene una relación muy cercana y especial, intentando siempre mantenerlos a resguardo de la madre. Vive en Ponferrada, la «la ciudad del dólar», pero los visita cuando puede y está siempre muy pendiente de ellos y de sus necesidades. (¡Ayyyy, si no fuera por las tías!)
En un momento en el que mi madre salió del cuarto pedí a mi tía que me sacase de allí al menos por un rato, que me llevase a dar una vuelta, que necesitaba quitarme, aunque no fuese más que por un momento, la presión de la vigilancia, evadirme, dejar de ser santa, hacer un paréntesis. Necesitaba espacio, aflojar el corsé que habían ceñido alrededor de mi alma y que me hacía sentir tan agobiada. Durante los últimos días había estado planteándome, seriamente, decir la verdad, desmontar todo aquel disparate extraordinario y liberarme de tanta presión, pero el miedo me había vencido. Cuando calibraba las consecuencias que acarrearía mi confesión me entraba un terrible pavor y desistía.

Los dos temas principales de la novela:
La minería del carbón y los mineros en la España de esa época. Un trabajo peligroso, desagradecido, que los enfermaba de silicosis, esa terrible e incurable enfermedad que afectó a tantos y tantos mineros a comienzos de la década de los años treinta del siglo XX, a casi todos los que se aventuraban a trabajar en las minas porque no tenían más remedio que hacerlo para sacar adelante a sus familias. De hecho, a algunos presos políticos los sacaban de la cárcel y los llevaban a los pueblos mineros dándoles la oportunidad de reducir su pena, pagando las culpas a cambio de afrontar dichos riesgos.
La mina estaba dentro de él y ya no había quien fuese capaz de sacarle el mineral que le cegaba las vías respiratorias.

● Personalmente he percibido el argumento como una sátira (quiero recalcar que es solo mi percepción y que además, el detalle me ha encantado) al beatismo exagerado, al devotismo extremo, como una crítica a tanto hipócrita existente en el seno de la Iglesia Católica, hoy en día y desde siempre, y a lo sencillo que resulta engañar a la gente, mas fácil si cabe embaucar a esos cristianos practicantes fanáticos cegados y amparados por el poder de esa fe que según ellos puede mover montañas. 
Tanta plegaria y tanta beatería no se correspondía, realmente, con el carácter y la manera de ser de mi madre, que dedicaba mucho más tiempo a la enemistad que a la concordia e infinitamente más a la ira que a la amabilidad.

Porque el otro tema importante que aborda esta novela es el de las mentiras, los bulos y las noticias falsas, que podría fácilmente ser extrapolable a los tiempos actuales por la existencia de las redes sociales. No hay más que ver todos esos “fake news” que corren como la pólvora de boca en boca de chat en chat y que todo el mundo se cree y reenvía sin ningún tipo de cuestionamiento previo (me ponen mala), abrigados, arropados por la incultura y la desinformación. En “Yo fui santa”, la gran mentira, el gran bulo es una aparición mariana a una niña que, sin comerlo ni beberlo se encuentra de pronto metida en ese gran lío que en un principio ella no alimenta, pero en el que algunos interesados se ceban, consiguen atraparla y ya no la dejan salir.
✔ Una curiosidad: parece que a Juan Luis Cano le llama mucho la atención el fenómeno religioso de las apariciones y ha querido documentarse bien para escribir la novela. Ha investigado sobre los milagros marianos (como el caso de El Escorial que todo el mundo conoce, pero otros muchos también) y sobre el tema de la minería en esa época en tierras leonesas y curiosamente se ha dado cuenta de un detalle: todos tienen en común varias cosas, todas las supuestas apariciones marianas siguen el mismo patrón, un proceso que él mismo explica en una entrevista y que sigue también esta trama “primero aparece el visionario. Después la Iglesia niega. A continuación, entra en juego un mecenas, le sigue alguien de lo que en la religión católica se llama el ambiente, es decir, un cura que básicamente hace de guía espiritual de la visionaria o el visionario. Y cuando eso crece y se convierte en lugar de peregrinación, la iglesia acepta.”✔ Se nota entre líneas que Juan Luis Cano fue cómico, porque cierto toque humorístico sí que encontramos por más que él asegure "el lenguaje que utilizo no es humorístico porque sentía que necesitaba otro tipo de narrativa". Un sutil tono irónico y de humor negro se terminan colando inevitablemente entre sus páginas, algo que él reconoce "Me sale sin querer porque el humor es algo que llevo pegado a mi ser" La prosa de Juan Luis Cano me ha gustado mucho ¿os podéis creer que no caí en que era uno de los componentes de Gomaepuma hasta que terminé la novela e investigué un poco sobre él? Mi sorpresa ha sido mayúscula, y más teniendo en cuenta que de primeras, fue leer el primer párrafo (el que tengo en el pasaje destacado) y ya saber con toda certeza que la lectura me iba a gustar mucho, que esa prosa prometía y así ha sido. El autor escribe muy muy bien, y tiene una prosa muy cuidada y bonita. 
Resumiendo: "Yo fui santa" cuenta la historia de un fraude que surge sin alevosía ni premeditación y se le ofrece en bandeja de plata a una niña que aprovecha la situación para intentar escapar de su mísera existencia. Es la historia de una farsa, de una supuesta visionaria que al final se convierte en la sufridora víctima de su propio engaño. 
No deja de ser curioso que el mal se encuentre más cómodo en el seno del bien que entre la propia vileza.

¿Os recomiendo esta novela?Por supuesto. Me alegra mucho haberla leído sin haber reconocido al autor, porque sé que a veces tiro de prejuicios tontos, suelo desconfiar de los famosillos que de repente se ponen a escribir y a publicar, y en el fondo considero que es injusto, porque algunos lo hacen francamente bien, excepcionalmente bien, como es el caso. Tengo clarísimo que yo repetiré con este autor, que volveré a él en algún momento. 

Mi nota esta vez es la máxima, para variar, dicho sea irónicamente:


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