AYER escuché o soñé (porque de tanto escribir ya no sabe uno lo que vive o lo que sueña), una pequeña conversación entre un padre y su hijo de quince años:
-- Mira, hijo mío, siento lástima cuando os veo a todos los de vuestra edad. Mírate, hijo. Consumes bebidas que te prometen la chispa de la vida. Engulles comida rápida que nada aporta a tu organismo. Escuchas unas músicas y canciones que ni dicen nada ni tienen un atisbo de la mínima estética. Quemas la vista delante de la pantalla de un ordenador, viendo tonterías mil veces repetidas. Te pasas las horas con tu teléfono móvil, aislado del mundo que en verdad te rodea. Mira hijo, siento lástima de TU GENERACIÓN, de verdad.
-- Mira, papá. La Bebida que yo consumo, la Comida basura que yo como, la Música que yo escucho, el Ordenador que quema mi vista, el Móvil que me aisla.... Nada de ello es de mi Generación, papá. Todo ello lo creasteis vosotros, todo ello lo perfeccionasteis vosotros. La gente que me ha dado lo que yo disfruto, la gente que me ha dado esta vida que me reprochas, fue gente de TU GENERACIÓN. Una generación anterior a la mía, papi. La tuya