El Coronel es un veterano soldado que lleva quince años esperando recibir la confirmación de una pensión por veterano de guerra.
Su existencia transcurre entre dos rutinas: acudir cada semana a la oficina de correos para ver si llega la esperada carta que confirme su pensión y alimentar a un gallo de pelea, herencia de su difunto hijo, con la esperanza de hacerlo pelear en unos meses para obtener así una fuente de ingresos. Su mujer se opone a gastar sus últimos ahorros en la manutención del gallo.
«Y mientras tanto qué comemos», preguntó, y agarró al coronel por el cuello de franela. Lo sacudió con energía.
- Dime, qué comemos.
El coronel necesitó setenta y cinco años -los setenta y cinco años de su vida, minuto a minuto- para llegar a ese instante. Se sintió puro, explícito, invencible, en el momento de responder:
- Mierda.--------------
Una profesora de literatura hispanoamerica en una prestigiosa universidad estadounidense utilizaba esta novela como lectura de referencia en sus clases.
Los alumnos, todos brillantes y aplicados, y, sobre todo, muy gringos, no comprendían la situación planteada. Siempre preguntaban:
- ¿Y por qué no trabaja?
No sé muy bien a quién me recuerdan el personaje del Coronel y el de su mujer; pero viendo la realidad social que atraviesa España actualmente, no he podido evitar ver los paralelismos.
Lamento el "spolier".
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Gabriel García Márquez. El coronel no tiene quien le escriba.