Revista Cultura y Ocio
- Héroes olvidados XXVI: La carga de caballería más famosa de la Historia -
Por Lord José A. Márquez Periano @delhrohEstimados amigos,
Hoy se cumplen 160 años de la carga de caballería más famosa de la Historia moderna, incluso más que la famosa carga de caballería polaca a los tanques alemanes durante la 2ª Guerra Mundial, aunque esta última tengo más de mítica que de real. Hoy hablamos de la famosa carga de caballería ligera británica en la Guerra de Crimea.Pero antes os quisiera recordar que ya podéis seguirme en Twitter, soy @DelhRoh o a través de Facebook en mi página oficial de "seguidores". Podéis acceder a mis respectivos sitios pinchando aquí:- Mi cuenta de Twitter.- Mi página de Facebook.
Volviendo a esta épica carga, primero habría que ponerse en situación Estamos en la península de Crimea, un 25 de octubre de 1854. Es el inicio de la llamada Batalla de Balaclava. Por un lado Reino Unido, el Imperio Otomano y Francia contra el poderoso Imperio Ruso de los zares. La ciudad de Sebastopol estaba siendo asediada por fuerzas aliadas (especialmente por unidades francesas) por lo que el Imperio Ruso decidió enviar unidades para aliviar el cerco a la misma y es por eso que ambos ejércitos se vieron las caras en la mencionada batalla.
Los rusos se habían perfectamente preparado tomando las posiciones más elevadas del valle y allí fueron apostando sus cañones y varias unidades de infantería para cubrir los cañones. En ese momento tuvo lugar una de las dos acciones más memorables de aquella batalla, la famosa, desastrosa y estéril carga de caballería ligera, la "carga del infierno".
En el campo de batalla se vieron como los rusos comenzaron a retirar algunos cañones en una de las colinas y el general Lord Raglan ordenó que debían tomarse "aquellos cañones", y ordenó a viva voz al capitán Louis Edward Nolan, un reputado oficial de caballería, experto táctico de caballería y responsable del diseño de las sillas de montar británicas que utilizaba la caballería británica en ese momento.
El capitán Nolan remitió la orden a su superior y responsable del cuerpo de Caballería, el General Lord Lucan. Sería esteríl detallar la confusión de la orden que llevó a Lord Lucan (oficial responsable de la caballería ligera) o Lord Cardigan (máximo responsable de las fuerzas de caballería) y como podéis ver incluso en este nimio detalle las fuentes difieren en este dato. La orden: atacar el centro de las fuerzas enemigas, cabalgando 1,5 kilómetros a campo descubierto para tomar la posición y sus cañones. Lo único claro es que hubo una ardua discusión entre Nolan y su superior tratando de aclarar las órdenes e independientemente de quien fuera el responsable del error, el resultado fue el siguiente:
El 4º y el 13º Regimiento de Dragones Ligeros, el 17º Regimiento de Lanceros, el 8º y el 11º Regimiento de Húsares cargarían junto con la Brigada pesada pesada (es decir la práctica totalidad de las fuerzas de caballería británicas en el campo de batalla) a tomar los cañones del centro de los cuadros rusos al fondo del valle de un kilómetro y medio de profundidad.
Habría sido digno de ver como los oficiales y soldados de caballería se subían a sus caballos y comenzaban a cabalgar al paso, lentamente, mientras los rusos comenzaban a abrir fuego en todas las direcciones para acabar con ellos. De hecho, y curiosamente, el primero en morir fue el capitán Nolan al recibir un impacto de metralla de cañón que le atravesó el pecho y le descabalgó de la silla, cayendo ya muerto al suelo. Los británicos continuaron avanzando y cada vez más caballos corrían sin sus jinetes, mientras que las unidades seguían en perfecta formación, a pesar de las bajas, los disparos y los cañones que no paraban de disparar contra ellos.
Pronto se dio la orden de avanzar al trote, y los oficiales y soldados supervivientes azuzaron sus caballos para avanzar más rápidamente, acorde con la instrucción militar que habían recibido, mientras, como digo, seguían recibiendo fuego por todas partes (hay que recordar que no podían devolver el fuego dado que principalmente la caballería iba armada con sables de caballería y lanzas). Finalmente tras lo que parecía casi una eternindad los oficiales gritaron cargar contra las lineas rusas y como si de un milagro se tratará los supervivientes llegaron a los cañones rusos dispuestos al final del valle, rompiendo las lineas rusas. Pero esa victoria duró apenas unos instantes, dado que allí les esperaba la flor y nata de la caballería rusa, los temibles cosacos que superaban a los supervivientes en un 5 a 1. La lucha fue corta y atroz, y la ayuda en otros sectores del frente de los franceses pudieron hacer que los supervivientes se retiraran.
Y eso fue todo. Una carga estéril y una acción que solamente duró unos 20 minutos. Una orden mal dada, mal entendida o quizás debido a la rivalidad existente entre la alta oficialidad británica en ese momento hizo que esta carga de caballería fuera posible. En muchos lugares se puede leer que prácticamente los 600 integrantes británicos murieron y sus regimientos fueron exterminados, cuando no fue así realmente: 110 muertos, entre 130 y 160 heridos y unos 58 desaparecidos. Ese es el balance total, es decir, menos del 50% de bajas.
Este episodio pasó a la posteridad en los anales militares y es puesto de ejemplo de como una mala orden dictada por un superior o su entendimiento puede acabar en desastre. El poeta Alfred Tennyson se encargaría de inmortalizar este hecho heroico en uno de los poemas victorianos más famosos del siglo XIX, convirtiendo así la realidad en mito, y el mito en leyenda. Quien no ha oido eso de "Por el valle de la Muerte Cabalgan los 600...".
- Poema recitado por Naia Estibaliz -
Debo decir que yo "crecí", por llamarlo de alguna forma con este poema. En mi colegio había una pequeña biblioteca en mi clase de primaria (tendría yo entre 5 y 10 años) y teníamos un pequeño libro con comadrejas y ratones que eran los jinetes de las mismas, vestidos con los vivos uniformes de los oficiales de caballería británicos. El poema de Tennyson estaba escrito en aquellas páginas de un pequeño libro con bellas ilustraciones de ratones y comadrejas. Llegué a aprenderme el poema por pura pasión. No lo entendía muy bien, aún era muy pequeño, pero comprendía en parte la épica de aquellas palabras. Tal vez aquel poema me empujara, tal vez sin quererlo, a ser uno de los pocos divulgadores militares de ese país de pandereta llamado España.