Revista Cultura y Ocio

- Héroes tanquistas VI: Pfeifer, Dieter. Un venezolano en la 2ª Guerra Mundial

Por Lord José A. Márquez Periano @delhroh

- Héroes tanquistas VI: Pfeifer, Dieter. Un venezolano en la 2ª Guerra Mundial.
Recordamos al mejor tanquista venezolano de la 2ª Guerra Mundial que combatió en el ejército alemán durante el conflicto y que además, sobrevivió a la guerra. Unas breves pinceladas de su épica a bordos de un Panzer IV Ausf E, aunque no obstante recordad que podéis elegir el tener dicha biografía completa (seguramente la más completa jamás escrita en castellano) de este héroe de guerra como recompensa siendo Patrocinador de este blog. ¡y todo desde un dólar! No  te olvides de visitar para más información y descubrir más sorpresas exclusivas: www.patreon.com/heroesdeguerra
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Pfeifer, Dieter.  Pensar que todos los soldados del Tercer Reich que combatieron en la 2ª Guerra Mundial eran de origen alemán es un error bastante extendido. Sin ir más lejos, los historiadores no suelen hacer distinción entre un austriaco y un alemán, cuando son dos países diferentes, aunque bien es cierto que Alemania y Austria se convirtieron en un único estado en 1938. Pero, ¿qué ocurre con los hijos de alemanes nacidos en el extranjero?
De ellos ya hablé extensamente en mi obra EXTRANJEROS DE LA CRUZ DE HIERRO. Hubo miles de Volkdeutches44 que posteriormente se alista-rían en el ejército alemán para luchar en la 2ª Guerra Mundial y Dieter fue uno de ellos.
 Parecer que en 1939 el gobierno alemán reclamó algo relacionado con la ciudadanía de los niños, dado que eran alemanes y venezolanos. Parece ser que al más mayor de todos, Pfeifer, se le ofreció la oportunidad de conseguir la ciudadanía permanente si entraba en el ejército. Seguramente al niño le pareció una nueva aventura, por lo que aceptó sin pensárselo dos veces. 
Quizás utilizó su entrada en el ejército como una excusa para huir de los muros opresivos de su institución estudiantil dado que estamos hablando que tenía solamente 15 años cuando se alistó en el ejército. Con la inminente guerra parece que no importaba demasiado el seguir al pie de la letra la obligación de que todos los soldados tuvieran al menos los 18 años recién cumplidos. 
Dieter participaría en la invasión de Polonia el 1 de septiembre de 1939 como parte de una división Panzer. Recogemos el testimonio directo de Dieter sobre sus primeras experiencias en la 2ª Guerra Mundial:
«Era una fría madrugada a las 3:45...»
Resultaría herido durante el mes de combates tal y como dejó plasmado en la entrevista reproducida más arriba, por lo que sería condecorado con la Placa de Herido en Negro. Parece que realizó alguna acción digna de atención, dado que fue nombrado comandante de un Panzer III al finalizar la Campaña de Polonia. 
El siguiente destino del joven muchacho, ya como Comandante de un Panzer III, sería Francia, dado que también participaría en la invasión del país galo en 1940 atravesando Bélgica y Holanda, haciendo uso de la famosa Guerra Relámpago alemana. 
Los franceses no fueron rival para los tanques alemanes apoyados por la infantería, y especialmente por la aviación. Llegaría a atravesar el río Mosa el 14 de mayo, consiguiendo así el soñado paso hacía la ciudad de las luces, París. Pero su unidad perseguiría a las tropas británicas en retirada, llegando hasta las playas de Dunkerke.  Mientras cientos de embarcaciones llegaban a las costas francesas para rescatar a los soldados británicos los alemanes también atacaban desde tierra. Por ejemplo, Dieter destruyó una barcaza. Fue un impacto directo, consiguiendo así su primer “blanco” directo en combate. Esa misma noche celebraría su primer éxito con vino francés. Hay que recordar que en 1940 solamente tenía 17 años. 
Posteriormente los alemanes enviarían tropas al norte de África para lu-char contra los británicos y Dieter tendría oportunidad de enrolarse en las tropas que acudirían al desierto con Erwin Rommel, donde se ganaría el sobrenombre del zorro del Desierto. La posibilidad de que el joven tuviera esta opción nos hace sospechar que durante la Invasión de Polonia y la Campaña de Francia fue miembro de la 7ª División Panzer al mando del famoso oficial alemán. 
Aunque resulte ridículo no fue aceptado para el servicio dado que tras el examen médico se le indico que no era apto para el trópico. Con el gesto sorprendido y a gritos Dieter exclamó:
«¡Pero si yo nací en Venezuela!»
Con una Cruz de Hierro de Segunda Clase tras la Campaña de Francia y el rechazo por parte de las autoridades médicas para unirse al Afrika Korps de Rommel sería enviado a Alemania con los restos de su unidad para participar en duros entrenamientos que mejorarían sus capacidades como oficial tanquista, como preparativos para la invasión de la Unión Soviética. 
Cuando se recuperó de otras heridas se le condecoró con la Cruz de Hierro de Primera Clase y la Medalla de Frente Oriental. Según el testimonio de Dieter, el nuevo Panzer IV les permitía destruir tanques enemigos a más de 1.500 metros de distancia. Incluso una vez parece que llegó a derribar un lento  avión de un oficial soviético (un general) que solía sobrevolar las líneas alemanas.
En 1943 nuestro protagonista participaría en el mes de julio en la batalla de tanques más importante de la Historia: la Batalla de Kursk.  A finales de 1943 su unidad regresó a Alemania atravesando Ucrania. Dieter recuerda que en marzo de 1944 su admirado oficial y mentor, el mayor Karl von Sivers murió a causa de un bombardeo aliado que impactó en su tanque. La memoria juega malas pasadas a los recuerdos, dado que sabemos que von Sivers murió concretamente el 10 de abril de 1944. Desafortunadamente los pormenores de la muerte de este intrépido mayor se han perdido dado que Dieter se negó a hablar de la muerte del oficial al que tanto admiraba. Los ojos se le llenaban de lágrimas cuando los entrevistadores trataban de sacar parte de aquellos recuerdos profundamente enterrados en la memoria del veterano tanquista, pero la pena y desolación de la pérdida del compañero de armas era demasiado fuerte y este relato se lo llevaría a la tumba.
Finalmente ante el avance aliado y con el derrumbamiento del Tercer Reich, los escasos efectivos y hombres que quedaban de su unidad se rindieron al General Patton, con la única condición de no ser entregados a los rusos, pues todos sabían el oscuro destino que les esperaría. El general norteamericano respetaría su palabra y todos los prisioneros de guerra que se rindieron ante él no sería entregados al Ejército Rojo. 
Estando prisionero uno de los propios asistente del General Patton le ayudaría a escribir y a enviar una carta a sus padres en Venezuela para que le ayudaran a regresar a su país natal después de su experiencia en la 2ª Guerra Mundial. Al fin y al cabo no era más que un soldado que había cumplido con su deber y no había cometido ningún crimen de guerra por lo que no tenía ningún sentido que los americanos le mantuvieran prisionero. 
Murió en 2010 a la edad de 86 años en la ciudad de Valencia. 


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