Total, que me he quedado sin ordenador.
De nuevo escribo en el locutorio del chino que tengo cerca de casa (tan cerca, que hay noches que despierto angustiado y me asomo receloso debajo de la cama) y sin poder beber, fumar ni copiarme de los ordenadores que tengo a mi vera.
Escribir en un sitio así es de locos. Y por eso, evidentemente, se llama locutorio.
Confieso que a veces enciendo un cigarrillo con disimulo, sin que el nieto de Bruce Lee me vea. Doy dos caladas y hasta tres en un segundo (¡y no me ahogo!), pero a la que hace cuatro me tiran un extintor a la cabeza y seguidamente aparece el chino sonriente, recrimininándome que aquí no se fuma y aprovechando la ocasión para venderme seis bolitas de Navidad y un bote de gel de baño que no despega las cenefas del techo por mucho que lo agites.
Conque no me las ponen, como entenderéis, igual que a don Fernando.
¡Oh! ¡Oh! ¡Oh!, os oigo gritar...
¿Qué le pasa al ordenador de Tadeo Sila?, os escucho lamentar...
¡No se fuma! ¡No se fuma!, noto al chino suspirando en mi nuca.
Lo siento. Hoy, a las 6.37 de la mañana... mi PC ha muerto.
Y escribo estas líneas desde un PC de alquiler de un chino que no me deja fumar ni beber para escamotear mi amargura. Porque es que los chinos no tienen sentimientos y sólo me compadecen si les compro bolitas de navidad.
-- ¿Adolno navidá?
-- Dame seis bolitas, Mao. Y te vas.
Y a trancas y barrancas si escribo.
Mi PC ya andaba rarillo desde hace unos meses. Al principio, como suele pasar, no le prestas demasiada atención. Cosas de la edad, te dices, pensando que ya tiene sus añitos, y que a fin de cuentas lo compraste cuando en vez del simbolito de window salía el de la carta de ajuste.
Con el paso del tiempo, ya me escamaba un poco que saltaran los fusibles del salón cuando le daba al ENTER sin enviar antes un email al satélite L-H-89 de la NASA... pero nunca le echas cuenta a estas minucias. Total. ¿Va a andar un satélite cambiando de órbita porque anda preocupándose de tu blog?
Notaba, eso sí, que a la hora de encenderlo debía de hacerlo golpeando sobre el botón de ON con la rodilla izquierda en vez de con el dedo índice de la mano derecha... pero bueno, ¡cuántos electrodomésticos hay que funcionan así!
Y un PC, es un electrodoméstico, no lo olvidemos.
Cuando mi santa esposa empezó a barrer las teclitas de la "B", la "h", la "o" y el "8" de debajo del sofá, entendí en cierta medida que quizás estaba dejándome desquiciar de los nervios y que pantentar mi método original de encender un PC a base de darle patadas por el pasillo y la salita de casa no era en verdad lo más adecuado...
Así que lo llevé esta mañana al técnico.
-- No tiene arreglo -me dijo, sin sacarlo de la funda siquiera.
-- No vengo para mí. Vengo para el ordenador.
-- Perdón -respondió.
Y lo sacó de la funda.
-- ¡Uy! ¡Uy!
-- No me lo diga, no me lo diga. ¿Puedo salir fuera a fumarme un cigarro...?
-- Salga, señor... Salga.
Estuve dando vueltas por los alrededores... angustiado, nervioso, fumando sin parar... A veces, me asomaba por la cristalera. Mi PC estaba tumbado... No sé cómo explicarlo. Tumbado. Ahora sí. Estaba tumbado. Un tipo le metía los dedos por debajo de la tapadera de abajo y una chica miraba un monitor mientras hacía pompas con un chicle...
De fresa.
Era demasiado para mí.
Conque me fuí al bar de al lado, jugué nueve partidas de dominó (sin ganas) y volví al cabo de escasas cinco horas.
-- ¿Mi PC?
-- Nombre, por favor.
-- Mi PC.
Buscó en los ficheros y me dijo...
-- La Placa Base le falló... La memoria RAM le abandonó...
-- ¡MI familia tiene vacas en Asturias! -grité.
-- Se ha hecho todo lo que se ha podido, Jesús...
¡Noooooooo!
¡Nooooooooooo!
Y por eso hoy escribo desde el locutorio del chino.
-- ¿Bolita navidal, señol?
-- Dame treinta...
Y veo el cadáver de mi PC pasar delante de mis ojos...
Pero antes de que se lo lleve el camión de la basura, le saco del teclado la "m", la "x" y la "f".
¡A patadas!
Con lo que lo quise, ¡si será...!
Y por eso y si por unos días no me leéis nada nuevo, sabed que es que no tengo ordenador.
¡Pero tengo bolitas de Navidad...!
¡A euro! ¡A euro!