- La carta de amor de la 2ª Guerra Mundial -
Hoy recordamos una entrada que fue popular hace un año en este blog, una carta de amor desde la Francia ocupada por las fuerzas alemanas y que forma parte de la colección privada de militaria de José A. Márquez, el autor de estas lineas.
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Como bien ya sabéis me había tomado unas pequeñas vacaciones de mi blog debido a mis estudios en la Universidad de Oxford. He regresado, dado que ahora estoy en el tiempo de descanso entre una asignatura y otra, para retomar el Blog con nuevos cambios y mejoras que voy a ir introduciendo, especialmente en contenido, y sorpresas que os iré desvelando poco a poco. Soy coleccionista de Militaria y ya he dedicado varias entradas en mi blog a mi colección como el post especial REALIZADO EN NAVIDAD CON UNA DE LAS JOYAS DE MI COLECCIÓN.
Pues bien. Hace algunos años adquirí un lote de varias cartas de la 2ª Guerra Mundial, de las cuales ando traduciendo algunas de ellas. Hubo una de ellas que me llamó poderosamente la atención y era, nada más y nada menos que una carta de amor de un soldado alemán llamado Emil a su querida esposa "Ella". El soldado parece que llegaba tarde para coger el tren que le llevaría a una Francia ya ocupada por los alemanes y a su nuevo destino, por lo que cogió, quizás sin autorización la bicicleta de su mujer. El soldado no pudo esperar más a su esposa en el anden, y le entregó la bicicleta a varios operarios ferroviarios, y el motivo de la carta es básicamente el "que ha pasado con la bicicleta".
Francia 14 de octubre 1940
Ayer por la tarde llegué a mi nuevo hogar, cansado y cargado de sueño. Me fui a la cama de inmediato y dormí como una rata hasta 6:30, cuando escuché de nuevo la voz de mi Sargento: "¡Levántate!". Querida Ella, con gusto habría dado la vuelta y dormido otra vez, pero tuve que levantarme, sin piedad. Es por eso que te estoy escribiendo ahora al mediodía.
Sobre todo , mi querida Ella, ¿qué pasa con la bicicleta? ¿La tienes? Querida Ella, apenas pude esperar mucho más para que llegara el tren, no podía esperar más, hubiera preferido esperarte hasta que tú, mi amor, hubieras estado allí. Por lo tanto dejé la bicicleta a dos trabajadores del ferrocarril que estaban allí, y les dije que mi esposa la recogería muy pronto. Les dije que cuando mi mujer llegara le dieran la bicicleta. Les dije que vestías de negro, que tenías el pelo del mismo color y que medías alrededor de 1,55 m de altura.
Me aseguraron que la bicicleta llegaría a manos seguras. Que pasó mí amor, ¿qué le pasó a la bicicleta? Querido Ella, si no conseguiste recuperar la bicicleta, por favor pregunta en la estafeta de la estación de tren quien trabajaba por la noche, entre las tres y media y cuatro estaba trabajando y pide los nombres de los trabajadores ferroviarios. Uno de ellos debe tener la bici. De lo contrario, quéjate y seguro que entregarán la bicicleta inmediatamente. Sin embargo, no creo que la bici esté en malas manos y espero que ya tengas.
- Un soldado alemán desconocido, ¿quizás Emil? -
Querida Ella, te ruego que por favor me confirmes que ya tienes la bicicleta, porque de lo contrario no me quedaré tranquilo. Te debería haber esperado, y así esto no habría sucedido . Sin embargo, es algo que ya no puedo cambiar.
Querida Ella, debido a que preparé todo muy rápido olvidé mi cepillo de zapatos y el betún , mi peine y la linterna. Te ruego que me envíes estas cosas por favor, sabes que las necesito y que son necesarias.
Querida Ella, también recibí una carta en la que me decías que habías vuelto de vacaciones. Dentro había una foto tuya en la que estás con Frank. Estás maravillosa en la foto. [...]
Querida Ella, dejo ya de escribir y te envío muchos saludos y muchos, muchos besos y también me gustaría volver a saber de ti lo antes posible.
P. D.: Espero poder estar de nuevo en casa y recibir tu cálida bienvenida y volver a besarte.
P. D.: Querida Ella, me olvidé también mi encendedor en casa, así que por favor envíamelo junto con las otras cosas .
Esa era la vida diaria de un soldado alemán. No hay gloría en la guerra, sino congoja por los detalles más simples. El soldado escribe a su esposa, sintiéndose culpable porque no la pudo esperar el tiempo suficiente para devolverle la única bicicleta de la que disponía el matrimonio. Culpable, porque se encuentra a miles de kilómetros de casa y no pudo entregar al amor de su vida su bicicleta. Culpable, por participar en una guerra en la que seguramente él no quería participar, como cientos de miles de alemanes. Quizás la guerra acabó para Emil en el Frente del Este, quizás defiendo Normandía de los alemanes o quizás en tierras italianas, o incluso quizás defendiendo Berlín... no lo sabemos. Lo que sí sabemos es que hubo miles de soldados alemanes que no pudieron regresar con sus familias, y que fueron enterrados por toda Europa en lápidas sin nombre... eso los más afortunados.
- Lápida de soldado desconocido -
Quizás Ella consiguiera recuperar la bicicleta y escribir a su preocupado esposo que ya respiró aliviado al saber que al fin la bicicleta estaba en manos de su querida esposa. Lo único que espero es que la guerra acabará bien para los dos y los dos se reencontraran y dieran muchos paseos en bicicleta en la Alemania de la post-guerra, pero desafortunadamente nunca lo sabremos. Sirvan estas líneas de recuerdo a todos los soldados que pudieron descansar junto a sus esposas al finalizar ese conflicto tan cruel llamado Segunda Guerra Mundial.
José A. Márquez Periano.