Revista Opinión

-- Trastienda de "de mil humores"

Publicado el 30 octubre 2012 por Jesustadeosila

   Apenas si tengo tiempo para escribir estas líneas, antes de que Él aparezca de nuevo y quizás me lleve. Y si me lleva, es para no volver. Pocos vuelven.
   Pocos somos quienes nos movemos o nos atrevemos a venir acá, a la trastienda de "de mil humores".
    Está obscura y huele mal: a rancio, a podrido, a vidas que palpitan sin haber nacido aún. Espectros o sueños o fantasmas.
   La trastienda de Él.    Él, sí, Él: Jesús Tadeo Sila, se hace llamar.    Maldita su estampa y maldita su arrogancia. Maldita su prepotencia de Creador...    Porque su retahíla es siempre la misma y no se cansa ni se inhibe un cuarto de soltárnosla a la cara.       La punta de mi pluma es la prolongación de mis sueños, dice el muy engreído. Y en mis sueños, porque YO así lo quiero, estáis vosotros.    La punta de mi pluma es la punta de mi dedo. La punta de mi pluma es la punta de mi lengua, es la punta de mi nariz, es la punta de mi sexo o es la punta de mis deseos.    Y en mis deseos, YO soy el dueño de vosotros. En cada instante que se me tercie.    La punta de mi pluma, sabedlo, soy YO: Jesús Tadeo Sila.    Y os llevo a todos ensartados a mi pluma, a mí: porque YO así lo quiero.      Así nos habla, ¡así!, empezad de una vez a conocedlo, ¡vosotros que tanto le leéis y tanto decís admirarle! Así es como nos habla entre bastidores, que se vé que las verdades más crueles gastan a veces hechuras de soneto. Así es como este Jesús Tadeo Sila nos trata, enteraos de una vez.    Y por si las palabras no hirieran lo suficiente, las refuerza con el gesto: asestando contundencias allá donde piensa que el verbo le flaquea, sin dejar un sólo instante de señalarnos y marcarnos con esa su susodicha pluma sostenida como un dardo entre sus dedos regordos...    Que no es que nos asombre a estas alturas, ¡Señor!, pero sí que afortala en nosotros una desagradable sensación sombría de desasosiego. La noción ingrata, que no gusta a nadie que se la recuerde, de la vulnerabilidad...  Mucho pánico, si he de ser sincero.    Por que a ver. Poneos en el lugar. Y mirad que un tipo con gafas, con pelambre valleinclana, con desaliños espirituales y dedos regordos que sostienen una pluma en ristre, os apunte a la cara y os diga lo que acabáis de oír: lo de la punta de sus sueños y la punta de sus deseos y la punta de su lengua y la punta misma de su mismísima p...    Aquí, entre sus páginas en blanco, le conocemos todos demasiado bien. Fuera afectaciones de última hora. Le conocemos de sobra, a este Jesús Tadeo Sila de tan ligera pluma y tan vacuos sentimientos, que lo mismo de buenas nos ensalza que de malas nos hace morir despacio, mientras nos observa sin mover un músculo de la cara, fumando como quien ve pasar un tren.    No invento nada. Mirad a Juanca, lo que le hizo en su última entrada. Mirad cómo se refocilaba con la nancy de su hermana, hace unos meses. Mirad cómo le endiñó toda una maldición maya a aquél viejo compañero, que no lo merecía. Leedle y contad cuántas vidas crea para dejarlas después a sus espaldas. Olvidadas. Abandonadas. Deshilachadas.    Se regocija y se relame en crearnos y destruírnos después a su capricho...    Como si fuera Dios. Un Dios de pacotilla que cree que solamente con un bolígrafo y una hoja en blanco puede ir a sus antojos con y por la vida de cualquiera.    Me queda poco tiempo.    De un momento a otro llegará, éste mi Creador, éste mi Dueño, éste mi Dios.    Y no puedo saber lo que hará... lo que será de mí. Apenas si he podido culebrear entre su libreta de borradores: hay niños, hay asesinos, hay banqueros, hay ancianas, hay animales, hay políticos, hay señoritas, hay gente de campo, hay carceleros, hay madres, hay amigos, hay bohemios,  hay enamorados...    Tiene el cabrón, este Jesús Tadeo Sila, cien borradores y no sé en cuál de ellos me encajará a mí. No sé quién seré mañana ni cómo acabaré.    Sólo sé que es el dueño de mi vida. Y que me ha creado para ser el protagonista de una veintena de renglones.    Después, se olvidará de mí. Existiré para sus dos horas o tres de solaz, mientras se relame escribiendo.    Ya se acerca, ya se acerca. Le oigo venir: poner el cenicero a la derecha, el tabaco a la vera, la copa a la izquierda, el folio en medio... pasarse la mano por la frente, despeinarse a conciencia, morderse un labio, echar un vistazo a su cuadernillo de borradores.    Y tomar, como quien agarra una lanza, su pluma...    No me mires aún, Jesús, no me mires todavía. Me darás vida dos días, para convertirme después en muñeco de cera de tu blog.
   No me mires aún.    Que no me toque ya a mí... cabrón.       Quizás le interese:
-- Justicia.
-- De mil servilletas, nació de mil humores.
-- Extractos de mi Diario Íntimo (I).        
  


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