Revista Cultura y Ocio

02 marzo 2015: no un técnico, no un deportista, un soldado

Publicado el 02 marzo 2015 por Indira @Blogracho

La psicóloga le dijo que no debía sentirse fracasado, que pensara en él como en un buen técnico. Un buen técnico no debe ni tiene que saber todo, es especializado en lo suyo, había añadido.

Ernesto, que se había aflojado la corbata y que estaba con las piernas estiradas y los pies cruzados uno encima del otro a lo largo de la chaise longue, continúo a inmovilizar el aire con la mirada. No soy ni eso, dijo casi sin voz. Solo soy uno que ha tenido la fortuna de encontrarse en el momento justo con las personas justas.

No puede aniquilar una vida de sacrificios por un mal momento, le dijo ella. No se trata de tener fortuna o menos. El esfuerzo trae sus recompensas. Un deportista, uno que se entrena todos los días, año tras año, para competir en la triatlón nacional; es constante en sus entrenamientos, disciplinado en el comer y en el estilo de vida que lleva. Si al cuarto año que compite, llega primero, gana: ¿tuvo solo la fortuna que ese día no hubiese uno más rápido que él en las tres disciplinas? - ¡como un soldado, sí! soy como un soldado, la interrumpe Ernesto.

Un joven soldado que un día fue obligado a ir a la guerra. O quiso - ¿cambia? Ella no dijo nada. El continuó. Que, cuando estaba combatiendo, añoraba el olor del vacío de su casa, las caricias privadas del padre, los reproches y las críticas marcadas de la madre y el rechazo de sus hermanastros. Pero que, cuando regresaba a su casa con olor a menta y albahaca desperdigadas en el vacío, le faltaba el sosiego de la guerra; el coraje que le daba el levantarse por las mañanas para luchar por un ideal, un sueño, un derecho. Combatir por los demás. Estar en los rezos de todas las madres que quieren a sus hijos, o por lo menos, de las que no los quieren muertos. Estar en la boca de los padres que vociferan a cuatro vientos que finalmente tienen un hijo como se debe... - ¿Sabe cuál es el peor fracaso de un hombre? ¿La peor bancarrota en la que puede caer el ser humano?, le preguntó él.

No.

La tristeza. Perder el sentido de la vida, doctora. Solo pido que Dios me libre de ésta tristeza, porque usted no me está ayudando.


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